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Transgénero: Un posthumanismo al alcance de todos los presupuestos, el nuevo libro de Denis Colin con prólogo de Lidia Falcón

Darío Muelas




Ya está a la venta el libro del filósofo francés Denis Collin que lleva por título Transgénero: Un posthumanismo al alcance de todos los presupuestos. La casa editorial Letras Inquietas apuesta nuevamente por este pensador, tras el éxito de su volumen En Defensa del Estado Nacional.

Collin, muy conocido en los ambientes académicos y políticos del país galo, se ha destacado como uno de los autores que, procediendo del marxismo, al igual que Costanzo Preve o Diego Fusaro, no ha tenido reparos en denunciar la deriva abiertamente barbarizante de las izquierdas occidentales. Éstas neoizquierdas, olvidando su meta y razón de ser, cual es la defensa de la justicia social y los derechos de los trabajadores ante los abusos del capital, se dedica últimamente a plegarse a los intereses de la Globocracia, a entregarse al programa de dominación completa que los señores de las finanzas han decidido imponer en el mundo. Dentro de ese programa de dominación completa se encuentra el objetivo de destruir la familia y todos los demás baluartes y sustentos de la vida humana (religión, patria, comunidad local, identidad personal).

La neoizquierda (que Diego Fusaro denomina burlonamente izquierda «fucsia» y «arcoíris»), al no poder socavar el orden capitalista, ha decidido ponerse en venta y dejarse comprar por él. Más exactamente: ha decidido vender sus delirios ideológicos posteriores a 1968 y ponerse al servicio de esa Globocracia (el «turbocapitalismo»). Uno de los delirios con consecuencias más funestas es la Ideología de Género que cuenta, entre sus desfachateces y aristas envenenadas, con la más letal de todas: la ideología del Transgenerismo.

Según esta ideología, no hay sexos, sólo «géneros». Y los géneros, que en puridad sólo son gramaticales, sustituyen ahora a la naturaleza: en los cuerpos humanos no son otra cosa que «asignaciones» que la sociedad o la cultura impone, dictatorialmente, a los cuerpos de los niños. Un bebé con pene, por ejemplo, sólo es varón (según este delirio) porque así se lo impone la sociedad y si este niño, al cumplir 12 años, o incluso antes, «decide» (derecho de autodeterminación) ser hembra, podrá (con los cambios legales correspondientes) empezar a ser tratado como hembra. Otro tanto se diga de un bebé que nace con vulva.

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Los profesores de los centros escolares españoles ya reciben instrucciones taxativas de sus jefes y de la Inspección Educativa para llamar con nombre de niña a quien decida ser niño, y viceversa, bajo pena de ser expedientados en caso de no hacerlo. Aunque se tarda un tiempo en hacer el cambio de nombre en el registro civil y, después, en la propia administración del colegio o instituto, el alumno tiene que ser tratado como persona del otro sexo o como «no binario» o como trans, y de ser tratado así de inmediato. Si el maestro no obedece, a pesar de no tener un fundamento legal y el cambio de sexo y de nombre aún no está documentado oficialmente, éste corre el riesgo de ser expulsado de la carrera docente si se niega a proceder como lo exigen unos «protocolos de actuación» ante casos trans que se ponen por encima de la ley. Esta es la situación en España, que apuntamos como complemento a los análisis del autor francés.

Además, con la nueva ingeniería social LGTBI, el niño (¡el propio niño!) puede exigir ser hormonado y preparado para diversas mutilaciones o prótesis. La ley «trans» no reconoce el sexo otorgado por Dios o por la Naturaleza a cada persona, pues las pertenencias a un género o a otro son imposiciones convencionales y humanas que pueden ser derogadas. Los niños del futuro van a poder ser castrados, a las niñas se les podrá implantar penes protésicos y dotados de motorcitos para su función eréctil… justamente como los adultos pueden hacerlo ya. Como denuncia Collin, todo un gran negocio de cirugía plástica y de juguetería electrónica y bioquímica se abre en este sector del cambio «autodeterminado» de sexo. Al parado y al mileurista le tendrán que explicar cómo el erario público deberá destinar fondos a estas escabechinas y monstruosidades. También necesitarán explicaciones o lavados de cerebro los que hagan cola en una lista de espera para operarse de dolencias graves.

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En el fondo del trasgenerismo (apéndice necesario del «transhumanismo») subyace un desprecio dualista al cuerpo, entendiendo ahora el cuerpo (bajo el capitalismo todopoderoso) como un instrumento de usar y tirar, y su gestión como un bricolaje propio de los grandes almacenes que potencian el «hágalo usted mismo». La persona bajo el capitalismo se reduce a un bricolaje corporal donde uno puede destrozarse a sí mismo y perder para siempre su capacidad de amar a otros y de respetarse a sí mismo, incluso cuando no tiene cumplidos los dieciocho años.

Collin hace un análisis impecable desde categorías marxistas (anti-capitalistas) así como psicoanalíticas (¿qué puede llevar a una persona a hacer mutilaciones horrendas sobre su cuerpo y a convertirlo en territorio comercializable para doctores Frankenstein y psicólogos ávidos de nuevos negocios?).

Inmejorable nos parece también el prólogo de la muy curtida feminista y pensadora marxista Lidia Falcón. Denunciada por la inquisición LGTBI con el sambenito de «tránsfoba», esta mujer valiente, pionera en las luchas por la igualdad entre los sexos, presenta el libro de Collin compartiendo con el autor francés ese temor fundado: que la identidad de la mujer (como la del hombre) se diluya para siempre. En cualquier vestuario o WC una mujer se puede encontrar un ente extraño, humano pero ambiguo, a quien la ley va a reconocer como mujer pero del cual la vista va a reconocer solo como varón, aunque no sea más que por lo ostensible de sus atributos genitales colgantes; y así, progreso de los progresos, la «libertad» de unos va a ser un recorte en la «libertad sexual» de otras. Sólo por poner un ejemplo.

Lean el libro. Es mejor hacerlo que cualquier extracto que les haga yo aquí.

Denis Collin: Transgénero: Un posthumanismo al alcance de todos los presupuestos. Letras Inquietas (Noviembre de 2021)

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