AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Carlos X. Blanco: «El liberalismo, tan reivindicado hoy por VOX o el PP, es una vergüenza para la Humanidad»

Rubén Martínez




El doctor y profesor de Filosofía Carlos X. Blanco acaba de presentar su último y polémico ensayo titulado El virus del liberalismo: Un virus recorre el mundo. Es una obra tumbativa, demoledora, contra una ideología que se ha convertido, a día de hoy, en uno de los mayores peligros para la Humanidad.

¿Por qué un libro contra el liberalismo?

Porque me tiene harto el Pensamiento Único, hegemónico, que domina en las dos bancadas, la de la derecha y la de la izquierda. Ese Pensamiento Único se cambia de traje, se maquilla según la ocasión, pero siempre significa lo mismo: una agresión contra los pueblos, una gradual esclavización de las clases productoras (especialmente, obreros, campesinos, autónomos y pequeños y medianos patronos). El liberalismo que anida en las filas de la derecha es el mismo perro con un collar azul, el mismo perro lleno se sarna y rabia que el que se pone un collar rojo.

Se debe empezar a condenar los crímenes del liberalismo. Es muy bonito hacerlo con los crímenes del comunismo y del fascismo. Qué fácil es vencer a los muertos. Cuando en España el PSOE y Podemos quieren vencer a Franco ¡en el siglo XXI!, ahora, cuando ya casi nadie se reclama del franquismo y no hay fusiles “fascistas” que oponer a los ataques de esta izquierda tan valiente, entonces debemos hablar de una pseudo-izquierda lunática que, en lo económico y esencial es liberal, por más que se ponga su rojo collar. Pero, simétricamente, cuando la derechita escribe con grandes titulares que Iglesias es un “comunista”, o que el gran peligro de Sánchez es su ideología neostalinista o marxista, uno no sabe si reír o llorar… Es decir, resulta que, al menos a nivel retórico y propagandístico, el comunismo y el fascismo siguen siendo peligros o enemigos a batir, pero el liberalismo no.

Y yo me pregunto ¿cómo puede ser que nadie, en las bancadas roja y azul, o naranja o morada, lance su condena más enérgica al liberalismo, causante de tanta miseria y muerte? Pues porque el liberalismo anida en ambas.

Ese subproducto intelectual anglosajón fructificó primero en cortezas cerebrales puritanas, en la Edad Moderna. Justamente cuando los tiranos más abyectos de la Cristiandad, los ingleses, pudieron liquidar las resistencias del pueblo, de la Iglesia, de la pequeña nobleza rural, comenzó el genocidio liberal. El Imperio Español intentó concitar al orbe católico a una defensa de los valores de la civilización, y parar el genocidio liberal, pues desde Inglaterra comenzó –en los siglos XVI y XVII- un verdadero genocidio de los pobres y un plan de hostigamiento a muerte de nuestro Imperio. Se expulsaron a los granjeros de sus tierras, arrendadas a la misma familia desde hacía siglos, a punta de espada y, después, a punta de bayoneta. Los reyes y alta nobleza emplearon su Parlamento para convertir tierras fértiles en cotos de caza o tierras baldías en latifundio y así generar, de manera violenta y artificial, la nueva clase obrera que no tendría más remedio que acudir a los suburbios a pedir empleos basura en la manufactura e industria nacientes. Es un proceso que Marx llamó “Acumulación Originaria”, que incluyó el genocidio de gran parte de la nación irlandesa, así como de otros pueblos de las Islas, y el comienzo de una esclavitud fomentada por el propio Estado de la Pérfida Albión. Es un hecho bien conocido que en las colonias británicas, hubo esclavos blancos (irlandeses, pero también de otras partes) más baratos y peor tratados que muchos esclavos de color, esclavos desnutridos obligados a hibridarse con los negros, para generar fuerza de trabajo en éstos territorios. El liberalismo empezó así, tan humanamente…

El liberalismo, tan reivindicado hoy por nuestra derechita, la de VOX o el PP, por ejemplo, es una vergüenza para la Humanidad. No es, en modo alguno, sinónimo de “Democracia”, y nuestro maestro en Filosofía, Ortega, bien que lo señalaba. Toda la historia de los británicos en el siglo XIX es la historia de un liberalismo sin democracia, en donde el Estado, con todas sus instituciones -Corona, Ejército, Parlamento, etc. – se pone al servicio de una lógica del beneficio puramente económico, pasando por encima de la fe, la moral, la dignidad humanas, pisoteando la tradición o cualesquiera de los valores antaño considerados supremos. El problema es que, sin nombrar tan a menudo el término “liberalismo”, pero aplicando sus reglas a rajatabla, también esa basura ideológica está muy presente en la izquierda. Mi libro, recién publicado en Letras Inquietas intenta alertar contra este virus.

¿Cuál sería tu definición del liberalismo?

 Es una ideología política que pretende imponer, por la fuerza si es preciso, pero también por persuasión y lavado de cerebro, la cosificación general de todos aquellos entes que en el mundo no pueden tomar un valor de cambio, so pena de degradarlos criminalmente. Esos entes que no pueden ni deben cosificarse son: la Tierra (la naturaleza, que ha de ser cuidada antes que valorizada económicamente), el Hombre (que es un ser hecho a imagen y semejanza de Dios y cuyo cuerpo, cuya alma y cuya actividad, que incluye el Trabajo, son entidades que no tienen precio, pues su valor es infinito). La forma en que el Hombre y la Tierra se vinculan mutuamente, y crean tradiciones, culturas, instituciones naturales, etc. también son valladares naturales a la cosificación. Y cosificación en el hombre es esclavización, su conversión en mercancía. El liberalismo pretende acabar con el hombre y con la naturaleza, porque es una ideología muy similar a unas gafas mágicas: una vez que te las pones, no ves más que mercancías o fuentes de beneficio.

NO TE LO PIERDAS:   Polémica con la Pitonisa de Vox Benidorm

¿En qué se asemeja el liberalismo a un virus?

En que es una ideología parásita, no tiene vida propia por más que nos cuenten cuentos de viejas sobre los mercados que se autorregulan, manos invisibles, como la de Adam Smith, etc. Es una ideología que víricamente infecta a una sociedad tradicional y la transforma de arriba abajo, en muy pocos años, degradando las fuentes de solidaridad entre la gente, destruyendo las familias y los modos dignos de producir, convirtiendo en esclavos del capital a masas de gente que, poco tiempo atrás, poseían sus propios modos de vida y su forma sutil -largamente elaborada- de relación con el entorno, modos propios para vivir de él y con él. El liberalismo no crea una cultura propia ni nueva, sino que se alimenta de los restos de civilizaciones anteriores, a los que les chupa la sangre como hacen los vampiros. Convierte en pseudomorfosis lo que no hace mucho eran estructuras orgánicas de sociedades sanas y civilizaciones grandiosas. Por ejemplo, sobre el cadáver de la España Tradicional, las desamortizaciones del siglo XIX abolieron en pasado rural originado en la Reconquista, donde la milicia, la fe y el trabajo de la tierra venían entrelazados. Asimismo, la creación de una inepta, corrupta y vil clase burguesa en Madrid, fruto de unas desamortizaciones criminales, echó a perder el legado fundamental de las viejas clases hidalgas, de los campesinos libres y de las congregaciones religiosas, quienes ejercían un dulce gobierno paternal de las tierras y de los pueblos. El latifundismo del sur de España es más bien un efecto inmediato del liberalismo, no del “feudalismo”, y coincide con esa clase parasitaria ennoblecida, casta de tiralevitas de la Corte madrileña, que difícilmente podía congeniar con el campesino libre y propietario, así como con el hidalgo rural, especialmente norteño, que no necesitaba hacer la pelota a nadie en Madrid. De ahí las guerras carlistas.

En teoría, el liberalismo está dividido en diferentes familias (minarquistas, anarcocapitalistas, neoliberales, etc.). ¿Son todas parte del problema o alguna de ellas puede ser parte de la solución?

Es el mismo virus, que va experimentando mutaciones. Y nunca hay que fiarse de sus proclamas anti-estatistas. El liberalismo requiere del Estado, y de su monopolio de la violencia, a través del aparato de represión y, ahora cada vez más, del aparato adoctrinador (que es represión en el ámbito cerebral) para desmantelarse a sí mismo, y lo hace en aquellas áreas en donde hay que dejar campo abierto a la especulación, la privatización, la cosificación. La Acumulación Originaria de los siglos XVI y XVII, que despejó el terreno al Capitalismo y acabó con el Viejo Orden, se ejerció desde el Poder fuerte de un Estado Absolutista, a cuyas órdenes estaban los soldados, los jueces, los policías…

Esto es similar a lo que explica Marcelo Gullo sobre la insubordinación fundante. Las potencias capitalistas dominantes (Inglaterra, USA) siempre predican la abolición de aranceles, supresión de tasas, eliminación de proteccionismos… ¡para que lo apliquen los demás! ¡Para ellos, no! Los exportadores de liberalismo son países que se cuidan mucho de no ser proteccionistas e intervencionistas en lo suyo. Pues bien, lo mismo pasa con respecto al papel del Estado. Que el Estado vaya desapareciendo en cuanto a coberturas sociales… eso, está bien, pero también que el Estado se reserve su función de imposición del liberalismo, con la ley de palo si hace falta. Así, con esta doblez actuó siempre el liberalismo.

¿De qué manera ha contribuido el liberalismo en la destrucción de los valores europeos en general e hispanos en particular?

De una manera absoluta, implacable, feroz. España, en concreto, era una posibilidad en sí misma para “Otra Modernidad”, la posibilidad de realizar una transición de la civilización católica eminentemente rural y guerrera, a una Cristiandad en un grado más alto de urbanización, desarrollo tecnológico e interconectividad del planeta (Descubrimiento del Nuevo Mundo y circunnavegación del orbe). Los valores de la dignidad humana, la humana condición de criatura racional y libre, que incluye la libre disposición de su trabajo y la propiedad privada… todo eso hubiera podido ser defendido en un imperio aglutinante, como era el Hispano, que fuera complementario del Sacro Imperio Germánico. Pero con el liberalismo vino la enfermedad: un individualismo, en donde el átomo social se las arregla sólo en función del dinero. Todo se compra, incluso la voluntad, el cuerpo de otros, el amor y las ideas…

NO TE LO PIERDAS:   ¡Gloria a los pioneros visionarios de la resistencia al nuevo orden mundial!

En el caso particular de España, ¿cuál ha sido el papel jugado por el liberalismo en la imposición del Régimen del 78 cuyos efectos han sido en términos nacionales, económicos, sociales y culturales demoledores?

 El liberalismo está organizado a nivel mundial, y cuenta con Estados gendarme y organizaciones semi-secretas que no les quitan ojo a los países que, bajo cualquier forma, se salieran del guión, como ocurría con la España de un Franco anciano. La editorial Letras Inquietas ha venido publicando y traduciendo informes de la CIA desclasificados recientemente, que ilustran bien esta situación. El propio franquismo fue traicionando sus propios principios fundadores y cediendo al liberalismo internacional. Para los Estados Unidos y el consorcio mundial neoliberal no era suficiente que un Estado, como el español, defendiera la propiedad privada y la libre empresa, siempre ceñida al bien común y al compromiso social, y que se convirtiera en enemigo declarado del comunismo. Era preciso convertirnos en colonia de las finanzas mundiales, alejarnos del proteccionismo y que todo tipo de capitales extranjeros se hicieran dueños del cortijo. Ahora, al liberalismo mundial no le interesa España ni siquiera como entidad unida: la centrifugación iniciada con los borbones y el ocaso de la verdadera Monarquía Hispánica, la de los Habsburgo, genuinos herederos del trono de Pelayo, no hace más que acelerarse. Prácticamente somos colonia, no sólo de Bruselas y de Washington. Somos también colonia de Rabat. Nada más nombrarse nuevo presidente del gobierno español, hay que viajar a Rabat a rendir pleitesía y a garantizar que pagaremos la taifa correspondiente.

Tras la caída del Muro de Berlín y el hundimiento del comunismo, llegó «el fin de la historia» profetizado por Francis Fukuyama. Y durante varias décadas, pareció que el liberalismo sería la única ideología. Sin embargo, ha irrumpido con fuerza una alternativa y oposición intelectual y política contra el mismo bajo diversos nombres y formas (iliberalismo, alt-right, populismo, identitarismo, etc.)…

Mucho ojo, porque bastantes de esos populismos y movimientos “ni de izquierdas ni de derechas” no dejan de estar impregnados profundamente de ideología anglosajona, infectados del virus del liberalismo, y viven bajo una colonización mental de origen anglosajón, que con más o menos verborrea “patriótica” o “identitaria”, apoyan la existencia de la causa misma de los males, con lo cual los males persistirán: el mundo como mercado, la acción de las trasnacionales, el poder de los tiburones financieros, de las grandes tecnológicas, el papel de los USA como gendarmes de “Occidente”… Quieren, por ejemplo, que no vengan emigrantes extraeuropeos, porque les parecen poco educados, poco estéticos, ajenos culturalmente o potencialmente delictivos, pero en cambio potencian una ingeniería social contraria a la familia, a la natalidad, al distributismo, a la vida campesina… esto es, no hacen nada para solventar el desierto demográfico y la crisis simultánea de la virilidad y de la feminidad europeas. Forman parte del problema.

¿Cuál es la relación entre el liberalismo y el Nuevo Orden Mundial globalizador y multicultural que nos está arrasando?

Ese NOM es el liberalismo mismo, llevado hasta su máxima expresión, armado con las nuevas herramientas de control social, especialmente con la cooptación y secuestro mental de niños y jóvenes (acceso generalizado a internet a los menores de 18 años, distribución gratuita de pornografía y de redes sociales a los niños, africanización musical y, en general, estética, promesas de salario vitalicio sin tener que trabajar, aprobar las asignaturas sin estudiar, obtención de titulaciones académicas aunque no se apruebe, manipulación de la historia y “formateado” del sistema de valores de los “viejos”…) Todo esto es liberalismo del siglo XXI. Es el equivalente actual de la expulsión de los aldeanos de sus tierras para convertirlos en proletarios fabriles o en esclavos blancos en las colonias inglesas… Pero ahora no se quieren fabricar proletarios: se quiere formar una chusma que colabore con un reemplazo étnico de Europa, que se vuelva estéril, indolente y mercantilizable.

Carlos X. Blanco: El virus del liberalismo: Un virus recorre el mundo. Letras Inquietas (Mayo de 2021)

CLICKA AQUÍ PARA COMPRAR EN AMAZON