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Rumores de cierre o despidos masivos en la planta de Ford en Almussafes (Valencia)

Rubén Martínez




Durante las últimas semanas, los rumores sobre el posible cierre o reducción de la factoría que Ford tiene en la localidad valenciana de Almussafes son una constante en todo el Cap y Casal de Valencia. La planta, inaugurada en 1973, es la más grande de la compañía fuera de Estados Unidos, tiene una capacidad de producción de más de 450.000 vehículos al año, emplea a más de 8.000 personas y constituye una de las principales fuentes de riqueza para Valencia y su área metropolitana, con una gran número de empresas que, de una forma directa o indirecta, dependen de Ford. Según algunos estudios, los empleos vinculados a Ford Almussafes ascienden hasta los 125.000.

Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, su política económica ha potenciado la repatriación de la producción industrial. Así, las empresas norteamericanas que fabrican en el extranjero han sido gravadas a nivel fiscal de una forma notable mientras que aquellas que han reabierto sus plantas o han recuperado su producción en el país han sido sustancialmente beneficadas. Como uno de los mayores fabricantes de Estados Unidos, Ford ha sido una de ellas, relocalizando parte de su producción desde México a su pais de origen.

Además de esta política, la administración Trump no ve con buenos ojos al actual gobierno social-comunista-bolivariano-separatista. Prueba de ello es que Washington no ha invitado a Pedro Sánchez a acompañar a los Reyes de España en su próxima visita a Estados Unidos y los comentarios críticos contra La Moncloa y sus socios son más que habituales entre el gabinete y sus asesores, en especial tras descubrirse que la vicepresidenta de la dictadura narcoterrorista de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, se reunió, en un episodio todavía no aclarado por el gobierno, con el ministro José Luis Ábalos en el aeropuerto de Barajas, a pesar de que la Unión Europea prohibió expresamente su entrada al tratarse de una delincuente.

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Lógicamente, las políticas de ultraizquierda, sus relaciones con dictaduras comunistas como las de Cuba o Venezuela y los mensajes abiertamente anti-estadounidenses emitidos por los socios del gobierno de Pedro Sánchez son conocidas por Donald Trump y su equipo y han comenzado a tomar medidas al respecto. La primera de ellas, fue la aplicación de aranceles a las exportaciones españoles de aceituna a Estados Unidos. Y la siguiente, como temen muchos en Valencia, podría sufrirla Ford Almussafes. Ya en la campaña electoral, Trump aseguró que los vehículos que conducen los americanos deben fabricarse en América.
Hasta la fecha, la planta valenciana del gigante automovilístico había logrado capear el temporal manteniendo la fabricación del Kuga pero el anuncio realizado desde Detroit de trasladar desde Almussafes a Estados Unidos la fabricación de los motores Ecoboost en 2022 y que supone el 90% de su producción total, ha llenado de inquietud a los empleados de Ford en particular y a los valencianos en general. Es evidente que esta medida pone en cuestión a medio y largo plazo el futuro de la planta y el de miles de empleados a corto plazo.
En un país aseado, el gobierno se hubiera puesto de inmediato en contacto con su homólogo norteamericano para negociar y asegurar la viabilidad de la planta. Sin embargo, España es, a día de hoy, cualquier cosa menos normal, y más si nos referimos a su ejecutivo, legítimamente votado desde luego. No cabe duda de que alguien de La Moncloa o del ministerio en cuestión habrá llamado a Washington. El problema es que nadie ha recibido o atendido su llamada porque la administración de Donald Trump no quiere saber nada de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y compañía. Y esto, se sabe en Valencia, aunque muchos de los empleados de Ford Almussafes hayan votado, en contra de sus intereses personales, al PSOE, Compromís o a Podemos.