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Pedro Sánchez: el sepulturero del PSOE

Redacción




Miguel Sempere.

Según la escuela de análisis político “public choice” –elección pública- el político es un animal racional que funciona mediante expectativas de interés personal sin brizna alguna de romanticismo. El lector decidirá si esa premisa resulta válida. En ese sentido, la única posibilidad de que Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno, con unos malos resultados del PSOE (5 millones de votos y 84 diputados, los peores de su historia) era mediante una gran alianza que incluyera a Podemos y a los separatistas. Obviamente, esa oferta no tendría ningún respaldo en unas elecciones y no podría, en ningún caso, conformar un programa electoral común, siendo los separatistas partidarios de romper España.

Mariano Rajoy felicitando a Pedro Sánchez. /Foto: lavanguardia.com.

Esa extraña, amorfa e inmoral alianza existía de hecho cuando Pedro Sánchez presentó la moción de censura, usando la legitimidad de la lucha contra la corrupción, situando a Mariano Rajoy como el enemigo común y prometiendo como coartada unas elecciones anticipadas que no pensaba convocar. Sánchez tuvo en cuenta sus expectativas racionales: mejoraba su sueldo, tenía acceso a los privilegios de la presidencia del Gobierno y adoptó decisiones lógicas como colocar de inmediato a Begoña Gómez y a otros familiares directos. Además, empezó a utilizar el Falcon como su taxi particular y los bienes de patrimonio como suyos propios: estas navidades las pasará en Doñana y en La Mareta.

Dos errores de diagnóstico letales

Cegado por su propio interés, Pedro Sánchez ha cometido dos errores de diagnóstico letales: 1) el culpable de la secesión era Mariano Rajoy y no los separatistas, que ahora con él cambiarían su actitud; b) recuperar y radicalizar la agenda de Zapatero, como si hubiera quedado inconclusa por algún extraño accidente de la historia y no por el rechazo de la sociedad que llegó a darle a Rajoy el máximo de poder, aunque el gallego no hizo nada, lo que puede haber generado el espejismo de que el zapaterismo –con la ideología de género y la ley de memoria histórica, por ejemplo- había generado algo así como un nuevo consenso social.

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La cuestión es que los intereses personales de Pedro Sánchez están en contradicción con los electorales del PSOE, como han confirmado las elecciones andaluzas. La episódica visita a Barcelona puede considerarse un éxito para los intereses personales de Pedro Sánchez, puesto que su objetivo es mantenerse el mayor tiempo posible en el cargo, lo que mejora su cuenta corriente y extiende el disfrute del Falcon y las prebendas del poder, y para ello necesita los votos de la amalgamada coalición de la moción de censura a fin de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, mientras los separatistas consideran, con buena lógica, que no van a tener un interlocutor en Moncloa más débil y más dispuesto a ceder.

Pedro Sánchez y Quim Torra, en el Palau de Pedralbes. /Foto:elconfidencial.com.

Rindiendo pleitesía a Quim Torra

En ese sentido, para los intereses electorales del PSOE ha sido un completo fracaso. La imagen indeleble que queda es que Pedro Sánchez ha acudido a rendir pleitesía a Quim Torra, un persona supremacista y abyecto, y a hacer concesiones, al tiempo que los beneficiarios se muestran muy parcos en los elogios y muy enfáticos en las reticencias: no ven bien el cambio de nombre del aeropueto de El Prat, porque lo que quieren es el aeropuerto, y tampoco les entusiasma la gestual del juicio a Lluis Companys, porque quieren más. El problema de los apaciguadores con sus interlocutores es que estos siempre quieren más y cualquier concesión la consideran como debilidad.

Pedro Sánchez con Begoña Gçomez, a su llegada a La Habana. /Foto: elmundo.es.

De esa manera, los socialistas se encuentran en la tesitura de tener que explicar las virtudes de un pacto de Gobierno amorfo que incluye a EH Bildu y que beneficia a los separatistas, que no votan socialista. El problema de Pedro Sánchez es que está gobernando para los que no le votan contra los que votan al PSOE. No es consciente, porque no le interesa verlo, la hostilidad que tras décadas de desprecio e insultos han cosechado los separatistas. Pero sí lo percibe el presidente de Aragón, Javier Lambán, quien está reiterando gestos y declaraciones a favor de la unidad de España y contra los separatistas, a los que, como Santiago Abascal, es partidario de ilegalizar. La cuestión es que los diputados socialistas de Aragón sostienen a Pedro Sánchez y su política de cesión, lo cual hace que Lambán no sea creíble, como no lo ha sido Susana Díaz en Andalucía. Tampoco lo van a ser Emiliano García Page, en Castilla La Mancha, ni Guillermo Fernández Vara, en Extremadura, aunque puedan tener menos coste Ximo Puig en Valencia y Francina Armengol en Baleares, que ya están en connivencia con los separatistas.

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Ni las perdices ni los toros votan

La única utilidad lógica en sentido partidario del Gobierno de Pedro Sánchez es debilitar a Podemos y a la extrema izquierda pero a costa de asumir buena parte de su agenda. Pedro Sánchez se encuentra de esa forma en la absurda tesitura de estar cortejando el voto de las perdices. Sánchez tiene, por ejemplo, una ministra que prohibiría la caza y los toros; un magnífico cartel, desde luego, valga la ironía, para presentar candidaturas en Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. En Castilla-La Mancha, hay que repetirlo, porque Pedro Sánchez parece ya un personaje de otro mundo, hay la friolera de 106.000 cazadores, lo cual configura un lobby natural fundamental; 24.000 personas viven de la caza, de ellas 10.000 en empleos directos. En Extremadura son “sólo” 80.000 los cazadores.

Pedro Sánchez en La Moncloa. ¡Qué esfuerzo!

El tema gestual estrella de Pedro Sánchez, la exhumación de los restos de Franco, al margen de la dilatación en el tiempo y la percepción de una caótica improvisación, no tiene el rédito que pensaba. Es cuestión descontada y manida, cuarenta años después de la muerte del dictador, hacia el que las clases medias españolas guardan reconocimiento y agradecimiento, y transmite además una penosa imagen de revancha necrófila a la izquierda.

Agrediendo continuamente a sus votantes, espantándolos, al tiempo que se somete a los dictados del taumatúrgico “diálogo” con los enemigos naturales del PSOE, o al menos con sus feudos sureños, los socialistas han encontrado en Pedro Sánchez un sepulturero…del PSOE.