Enrique de Diego.
¡A quién se le ocurre, Perico, montar el despacho del tráfico de influencias en el mismo lugar del lecho nupcial! ¡=s habéis creído tan impunes que tu Begoña Gómez del alma se vende como especialista en conseguir fondos públicos con la excusa de África, a donde habéis viajado en el Falcon de tus amores a jugar al pilla pilla presupuestario! Que te han pillado con el carrito del helado, con Begoña Gómez montando el circo, pasando de contable de los puticlubs de carretera y las saunas gay de su padre a negociadora de subvenciones y prebendas del más alto nivel de Air Europa.
Encima, lacayo servil globalista, que le diste 150 millones al tarado genocida Bill Gates de los contribuyentes españoles, y fuiste a Estados Unidos en visita oficial a lamerle el culo a Larry Flink y al patético vejestorio George Soros, al que también recibiste en La Moncloa, igual que al tarado genocida Bill Gates, te crees, Perico, por encima del bien y del mal, por encima del bien y del mal, o más concretamente en el mal al que tú llamas el bien, y eres tan despistado, tú que te creías ajeno a las normas de recto comportamiento del común de los mortales, de no tener ni tan siquiera separación de bienes sino funcionar en régimen de gananciales, con lo que, bien mirado, las diligencias previas que ha abierto un juzgado de instrucción de Madrid son contra Begoña Gómez y contra ti.
Total que te ha dado la flojera y el herpes que te afecta a la cabeza y amenazas con derrumbarte como un manojo de debilidad y dices que el lunes decides si tiras la toalla -no caerá esa breva- o sigues, como el niñato mal consentido que eres, tras todas las trampas hechas con la satanoélites. Si sigues, que seguirás, pues te gusta más el poder que a un tonto un lápiz, y gustas de gozar de los placeres del poder como un advenedizo, ya estás herido, soltando sangre por mil heridas y no vas a durar mucho, por bien que el triste genocida, como tú, de Alberto Núñez Feijoo diga que «no es mi estilo».
Pero eso n es nada ante la mentira y el genocidio que montaste tú durante la plandemia, forzando a la gente a que se suicidara, mientras les mentías que lo hacían por preservar la salud y la los suyos, ese mantra diabólico de la solidaridad. No pararé hasta que respondas por tus crímenes, que son muchos, y tengas tu juicio sumarísimo, chulo puta, asesino.