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Carta del Editor: El payaso e impostor de Bergoglio y su mascarada patética de Sínodo

Redacción




Enrique de Diego:

Dos de los periodistas católicos más brillantes y más clarividentes, con trayectoria probada, han cuestionado la legimidad del Sínodo de la Sinolidad -¡cuánta horterada, Dios mío!- sobre la base de la escasa participación. Primero fue Carlos Esteban, de Infovaticana, indicando que ha participado el 1 o el 2% de los laicos, cristianos corrientes,  y chupando rueda Eulogio López, que habla en Hispanidad del completo fracaso de la mamarrachada esa basándose en el cálculo, sin citarle, del argumento de Carlos Esteban. La verdad es que Eulogio López hace equilibrios de funambulista y cae en patentes errores apuntando siempre a que el cojón del anticristo, Jorge Bergoglio, está mal aconsejado y son unos cuantos cardenales los que dicen burradas entrando de lleno en la herejía modernista, «compendio de todas las herejías», como dijo San Pío X en su magnífica Encíclica Pascendi. Frente a ella el lameculos globalista que es Bergogio puede presentar el panfletucho de la Laudatio si, que, al parecer, como lector habitual de Carlos Esteban, va a tener una segunda parte más deleznable que la primera.

Ese soplagaitas de Bergoglio definió como «acto de amor» al terrorismo biológico de la timo vacunación y ha tenido audiencias secretas con Albert Bourla y públicas con la abortista Nancy Pelosi, un dechado de vicios públicos, con Bill Clinton y Alexander Soros, dos declarados enemigos de Cristo. A Nancy Pelosi tuvo la desvergüenza sacrílega de que comulgara en Roma cuando le negaba la Comunión del arzobispo de San Francisco por abortista contumaz. Ya empezó calificando a una católica como «coneja» por tener muchos hijos y ser fiel a la Humanae Vitae. En Lesbos tuvo la desfachatez de dejar en tierra a familias cristianas y llevar en su avión a familias musulmanas, porque es el mayor partidario de la invasión islámica de Europa, que hasta fue a predicársela a los polacos, que han tenido la deferencia de no hacerle ni puñetero caso.

Es un relativista de libro, que no cree en la Divinidad de Jesucristo, que ha perdido la fe, con unos neo cardenales de mierda, a cual más hereje. Es un hombre de pésimo humor, con un físico de degenerado que tira para atrás, que le montó una bronca a una católica china en San Pedro cuando le agarró de la esclavina rogándole que no les dejará solos y se rio en una audiencia de otro que le afeaba su postura de la timo vacunación. Es tan jodidamente mentiroso que hizo un fracasado viaje a Canadá como «peregrinación penitencial» porque dijo, con el concurso del pedófilo Justín Trudeau. que alrededor de misiones y escuelas católicas se habían enontrado fosas comunes, donde supuestamente habían sido enterrados niños indígenas. Todo mentira cochina. El resbalón deleznable, presentando a los misioneros y las monjas católicas como precedentes de las SS en Auschwitz, no ha sido reconocido por el payasete de Bergoglio.

Dar la Comunión en la mano con total falta de respeto, que según la mística austriaca María Simma, representa entrar en el Purgatorio para un larguísima temporada, práctica que se ha generalizado, porque «muchos sacerdotes, obispos y cardenales van por el camino de la perdición y llevan a muchas almas detrás», como dice la Virgen, Madre de Dios y Madre Nuestra, en San Sebastián de Garabandal. Y «a la Eucaristía se le da cada vez menos importancia». O generar confusión sobre la posibilidad de dar la Comunión a los adúlteros, todo esto lo ha hecho el payaso de Bergoglio, no se lo ha aconsejado nadie, ni Madariaga ni Ghirlana, ni ninguno de la troupé que quieren convertir a la Iglesia de Cristo en una onegé del vicio nefando, pecado contra el Espíritu Santo, que no se perdona y da un pase inmediato para el Infierno, que existe, vaya si existe.

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Le diría a Eulogio López que no haga más el ridículo, que tiene suficientes entendederas para sacar la pata hasta el corbejón. Pero no trata este artículo de Eulogio López, aunque lo parezca, sino de ese 1% que ha impuesto Carlos Esteban. Porque el infame Bergoglio trata de destruir la Iglesia, así destruir, como ha destruido el Opus Dei, que no lo reconoce ni su Fundador, el gran San Josemaría Escrivá de Balaguer, que, en efecto, para su colección de herejías pretende darle un barniz democrático y de participación del laicacado, a lo que no es otra cosa que tiranía pura y dura de un garrulo, mostrenco que no tiene ni papa de teología. Pues no ha participado ni muchísimo menos el 1%. La diócesis de Valladolid, que se ha toma en serio este engendro, organizó un acto de clausura de sus sesiones sinodales al que asistieron 80 entre clerigaya mundana y laicos a sueldo, toda la patulea funcionarial. En Valladolid el censo fue de 298.886 personas en 2018, así que la participación fue del 0.02 %. En Alicante del 0%. Y así con todas las diócesis del mundo.

Cierto es que aunque hubiera participado el 100% no podrían cambiar ni una coma del Código Revelado. Así que el Sínodo de la Sinolidad me lo paso por el Arco del Triunfo. Empezamos siendo doce y somos algunos más, más todos los santos y mártires que nos han precedido, con todos los fieles que estos 2.023 años han dado gloria a Dios y componen la Iglesia triunfante, en una maravillosa Comunión de los Santos.

Así que Bergoglio está montando un cisma, con esta serie de cardenales y obispos y sacerdotes que han perdido la fe en Cristo, y yo no soy de Pablo o de Apolo, porque Apolo no me ha redimido, no ha muerto por mí en la Cruz. Ni voy a ser de Bergoglio ni de esos cardenales heresiarcas, que van por el camino de la perdición y llevan muchas almas detrás, pero no, desde luego, la mía.

Porque vamos a ver, alma de cántaro, las mujeres no pueden acceder al Sacramento del Orden porque no lo quiso así Nuestro Señor, y sus palabras no pasarán, porque en otro caso la Virgen María, Inmaculada, bendita entre todas las mujeres, y las santas mujeres, que brillan con luz propia en la Pasión, hubieran estado en el Cenáculo de la Última Cena, donde constituyó la Eucaristía, ese Milagro de Amor. La sodomía es pecado y no entran los sodomitas en el Reino de los Cielos, como lo es el adulter¡o y la pedofilia. Hubiera hecho bien la Iglesia en controlar más los aspirantes al sacerdocio porque casi todos los abusos han sido homosexuales.

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Así que la Virgen María nos ha avisado de esta gran apostasía de los cardenales y de Bergoglio. A Mama Rosa Buzinni le dijo que «el Vaticano se llenará de inmundicia» y habrá una Iglesia putrefacta y otra fiel y floreciente. En Akita, Japón, que «se verán cardenales contra cardenales y obispos contra obispos», que «la Iglesia se socará aún más» y que llenará de los «que buscan componendas» y en las apariciones de Vitavechia, donde la Virgen llora lágrimas de sangre, dice que satanás quiere destruir a la Iglesia y clama: «¡No se lo permitáis!», porque las tinieblas se están poniendo sobre la Roca de Pedro. Y esta «guerra espiritual» en que se combate «por las almas», que dice en Amsterdam a Ida Peterman, terminará con la Venida de Cristo, en Gloria y Majestad, como les dice a las videntes de Kibeho, Ruanda, y setencia Alphonsine Mumureje que «la venida de Cristo es inminente». Me remito a mi libro «Bergoglio, el cojón del anticristo» que está arrasando en Amazon.

Así que en cuanto laico católico, les digo a los del Sínodo de la Sinolidad -¡vaya horterada, Dios mío!- que el remedio de los remedios es la piedad, que el mejor arma es el Santo Rosario, que vuelvan a la Eucaristía, que sin Eucaristía no hay Iglesia, que empiecen por abrir las Iglesias, que no hay forma de visitar al Santísimo, salvo por el esfuerzo de unos pocos sacerdotes santos, que se vuelvan a sentar en el Confesionario, que tiene telarañas, que vuelvan a la Catequesis y a dar a conocer a Cristo. En otro caso que se vayan por donde amargan los pepinos. Aunque los herejes modernistas, como destaca el maestro Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea, tienen la peculiaridad satánica de no abandonar la Iglesia ni a tiros, porque quieren destruirla como una legión de clérigos mundanizados.

En la apostasía patente y en marcha hay que definirse: quien está con Cristo está contra Bergoglio y su secta de demonios bergoglianos. En el cisma que Bergoglio trata de provocar, yo y muchos como yo estaré con la Iglesia Católica de Cristo y no con las herejías mamarrachas y las patochadas de Bergoglio y su secta de demonios bergoglianos. Porque sólo en Cristo hay palabras de vida eterna.

Me alegra sobremanera lo que escribe la mística húngara María Natalia Magdolona (1902-1992), poniéndolo de la Virgen María, que se le apareci¡o: «En el instante en que satanás tenga la ilusión de ser el amo del mundo y que le ha llegado el momento de instalarse en su. trono, le arrebataré su botín. La victoria será sólo de mi Hijo y mía».

Vade retro Bergoglio, payaso, cojón del anticristo.