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Escándalo: Bono y Raphael, titulares de una cuenta de 160 millones en filial del Santander en Bahamas

Redacción




 

Bono y Raphael, secreto a voces. /Foto: Forocoches.com.
Bono y Raphael, secreto a voces. /Foto: Forocoches.com.

Enrique de Diego

Según fuentes internas y directas del Departamento de Auditoría del Banco de Santander, José Bono y su consuegro el cantante Rapahel son titulares de una cuenta de 160 millones de euros en una filial del Banco de Santander en el paraíso fiscal de Las Bahamas.

En el año 2010, a raíz de las investigaciones llevadas a cabo por Intereconomía sobre la adquisición por el político socialista de una lujosa casa en la C/ San Justo, 1, de Madrid, se pusieron en contacto conmigo destacados directivos del Departamento de Auditoría, que habían llevado a cabo la correspondiente preceptiva auditoría de la filial del Santander en Las Bahamas.

Una auditoría para cubrir el expediente

Se trata de un imperativo legal retórico por el que cada año se auditan las cuentas y se firma un papel protocolario que sirve para cumplir el expediente. Obviamente, el viaje a Las Bahamas se considera internamente como un premio y unas vacaciones pagadas, un viaje de placer.

Todo el personal de la filial se reduce a un directivo y a una secretaria. La cuenta que llamaba más la atención, la más abultada, era una que aparecía con dos nombres clave, una especia de pseudónimos: “el paellas” y el “bombillas” y sus respectivos cónyuges. El montante era de 160 millones de euros. Una cantidad que había recorrido antes otros paraísos fiscales, como Andorra, antes de recalar en Las Bahamas.

«El paellas» y «el bombillas»

Establecidos los lazos humanos tras los días de auditoría amigable, los auditores entablaron conversación confiada con el responsable de la filial, quien sacando un cuaderno azul de su mesa, les desveló las filiaciones reales que se escondían tras esos apodos: el político socialista José Bono y su consuegro, el cantante Raphael; y sus correspondientes esposas (los Bono no se habían divorciado aún): Natalia Figueroa y Ana Rodríguez Mosquera.

Entrada a la Ciudad del Santander, en Boadilla del Monte. Ahí está el Departamento de Auditoría.
Entrada a la Ciudad del Santander, en Boadilla del Monte. Ahí está el Departamento de Auditoría.

En el viaje de vuelta, aquello se fue convirtiendo en un shock para los auditores que comparaban sus sacrificios como contribuyentes y padres d familia con aquel fortunón indudablemente fruto de la corrupción irrestricta. La documentación era fácil de conseguir: bastaba utilizar el ordenador personal de la empresa, pero con el evidente inconveniente de que eso dejaba rastro y la consecuencia era enfrentarse a un despido y a una posible querella por revelación de secreto bancario. Estaban muy enfadados, desde luego, pero eran padres de familia.

Concerté un almuerzo que tuvo lugar en el restaurante Pedro Larumbe de Castellana, al que asistieron los auditores del Banco de Santander, y el empresario Alberto Pertejo-Barrena y el presidente de Intereconomía, Julio Ariza. Mi intención era que Julio Ariza les ofreciera, para el caso en que tuvieran problemas si facilitaban la información, un contrato equivalente a su status en Intereconomía. Ariza me había respondido, la verdad, con un gesto ambiguo, pero, bueno, todo se decidiría en el almuerzo.

Para mi sorpresa, Julio Ariza les insistió en que no se preocuparan que él tenía muy buenas relaciones con Emilio Botín y hablaría con él. Los auditores se desencajaron. Además, Julio Ariza, que entonces presumía de sus relaciones con Mariano Rajoy y que después ha lamentado haberse dedicado a hacerle el ‘juego sucio’ (tamayazo y acoso y derribo de Baltasar Garzón…), no quería la información, en ningún caso, para publicarla sino que pretendía llevársela, en secreto, para que Rajoy, también en secreto, se la enseñara a José Bono, obligándole a abandonar la vida pública.

Ante esta postura, indiqué que iba a hacer públicos los datos y que no importaba que se querellara José Bono, porque para el Estado de Derecho era fácil, con sus medios, dar con la abultada cuenta de marras, auditando judicialmente al Banco de Santander y enviando una comisión rogatoria a Las Bahamas. Julio Ariza me cortó en seco y me prohibió cualquier iniciativa: “tú disparas con mis armas”.