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¡El globalismo se divide y se cuartea en Estados Unidos!

Redacción




Virginia Montes.

Estados Unidos es un hervidero, una olla a punto de explotar, para bien: con un demente Biden hundido en las encuestas, el «Estado profundo» hizo un movimiento a la desesperada, el allanamiento de la mansión de Donald Trump, Mar-a-lago, por el FBI. Una metedura de pata en toda regla que ha situado al FBI en pleno descrédito y con peticiones muy serias de definanciar ya que ha demostrado ser una pútrida cloaca globalista de la peor especie.

Dicen que las ratas son las primeras en abandonar el barco y en Estados Unidos se vive una oleada de división y cuarteamiento del globalismo. Primero fue el movimiento de reposicionamiento de un ex globalista como Elon Musk poniendo en evidencia a Twitter como enemiga de la libertad de expresión, cuestión que se dirimirá en los tribunales de Delaware.

Ahora ha venido una defección de Mark Zuckerberg: le ha pegado una puñalada trapera al FBI reconociendo que presionó directamente a su empresa, Meta -el conglomerado que abarca Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger-, para que censurase las informaciones relacionadas con hijo del entonces candidato y hoy presidente de EEUU, Joe Biden.

En su día, los medios de comunicación negaron la autenticidad de la historia, calificaron el asunto del portátil como un “bulo ruso” y censuraron las informaciones sobre corrupción del clan Biden, en las semanas previas a las elecciones. Así, cuando el New York Post, el cuarto periódico de mayor circulación del país, trató de publicar sus artículos sobre la corrupción del clan Biden en Twitter, la red social dirigida entonces por el progresista multimillonario Jack Dorsey, censuró al rotativo neoyorquino. Pero con el paso de tiempo se ha demostrado la autenticidad de dichas informaciones.

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Según el propio Zuckerberg, en una entrevista televisiva: «Básicamente, el FBI vino a nosotros y habló con algunas personas de nuestro equipo y dijo: ‘Oye, solo para que lo sepas, debes estar en alerta máxima».  «Pensamos que había mucha propaganda rusa sobre las elecciones de 2016. Tenemos un aviso de que básicamente va a haber algún tipo de vertedero similar a ese, así que estén atentos».

«Se redujo la distribución en Facebook, pero la gente aún puede compartirla», presionado por el entrevistador, aseguró “Menos personas lo vieron de lo contrario…Simplemente pensamos: ‘Mira, si el FBI, que todavía veo como una institución legítima en este país, es una aplicación de la ley muy profesional, viene a nosotros y nos dice que debemos estar en guardia sobre algo, entonces, hay que tomarlo en serio’”.

O Zuckerberg es más tonto que Capeto y Abundio juntos, cuestión que no se debe descartar, o es una de las asquerosas ratas que está abandonado el barco, pues se ha dedicado a perseguir sañudamente a quienes contaban la verdad de Hunter y papaíto demente y sobón Biden, amén de las timo vacunas genocidas, con sus malditos verificadores que rima con censores e inquisidores. Es decir, Zuckerberg ve venir la marea, le llega el agua al cuello, y arremete contra el FBI en plan chivato, porque nadie en su sano juicio, salvo los tarados globalistas, son capaces de vender que el degenerado y depravado y corrupto Hunter Biden se olvida de su portátil en una tienda de Delaware, probablemente hasta el culo de cocaína, y eso sea una injerencia rusa. Operación deleznable del FBI que ahora les estalla en la cara, por patentes imbéciles y manifiestos manipuladores que se merecen ir todos al paro, ante la vergüenza nacional.

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Trump, que tiene los vientos alisios a su favor, que sus candidatos ganan las primarias de goleada, que hacen morder el polvo a los tibios y a los «rinos», como Liz Cheney, ante las nuevas revelaciones ha asegurado que «ahora resulta que, de forma concluyente, el FBI enterró la historia del ordenador de Hunter Biden antes de las elecciones sabiendo que, si no lo hacían, Trump hubiera ganado fácilmente las elecciones presidenciales de 2020». A su parecer, esto supone un «fraude y una injerencia electoral», y propone: «Declaren el vencedor legítimo o, y esto sería una solución de mínimos, declaren que las elecciones de 2020 quedaron comprometidas de forma irreparable y convoquen nuevas elecciones, ¡inmediatamente!».

Hubo fraude electoral en grandes dimensiones, como han demostrado las investigaciones en Maricopa, Arizona, y en Pensilvania, pero el actual escenario da la visión de un partido demócrata nauseabundo y de un «pantano», en el que capotea sin rubor el FBI, que está lleno de mierda, que cometió estafa electoral imponiendo un corrupto, un degenerado y un demente senil a la Casa Blanca. Por lo menos, podían haber presentado a alguien más decente y menos idiota, pero ¿lo tienen? ¿queda alguno en el satánico partido demócrata?

Por tanto, dos conclusiones, ante el naufragio previsible de las elecciones de medio término en noviembre, el globalismo en pánico se divide y las ratas saltan del barco.