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Triunfo sin paliativos de la abstención activa: Cómo funciona la acción revolucionaria

Redacción




Enrique de Diego.

En el mejor análisis publicado por Mike Sala sobre las elecciones catalanas se muestra fehacientemente que el gran triunfo ha sido el de la abstención activa, que ha resultado abrumadoramente ganadora en varias ciudades. También se recuerda que llueve sobre mojado, tras los comicios en Galicia y Vascongadas. El pueblo catalán ha dado la espalda a su clase política gastada y corrupta. Se cita el comentario expresivo de un empresario de la hostelería, sector castigado por la ineptitud de la clase política, que indica que lo mejor sería que no votara nadie.

Se refleja el nerviosismo del sistema ocultando la cifra definitiva de participación que puede darse con facilidad nada más cerrarse los colegios electorales y como desde el primer momento desaparece de las televisiones, y de los grandes medios de comunicación, que ni tan siquiera la citan ni prestan la más mínima atención o el más leve comentario a la cuestión.

De ahí, algunos deducen que no tiene relevancia. Ahora empiezan las negociaciones para formar Gobierno y la abstención activa no cuenta. Parece que es cosa del pasado. Sin embargo, tiene mucha relevancia, pues afecta, ni más ni menos, que a la legitimidad de origen. Se forme el Gobierno que se forme, en realidad no representa ni de lejos al 50% del electorado. Eso afecta a las leyes y a las normas, que carecen de legitimidad de origen, de autoridad moral para ser respetadas. Por ejemplo, la independencia queda fuera de juego. Los políticos ocupan sus puestos y cobran sus sueldos, pero nada más; se desacreditan, muestran su faz de parásitos.

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La abstención activa es un instrumento contundente de la acción revolucionaria que busca el cambio del modelo político, porque éste es insostenible, la causa de todos los males de la sociedad, con sus 450.000 políticos, más asesores, jefes de prensa, jefes de protocolo, coches oficiales, escoltas. La abstención activa es un elemento táctico de demolición de la casta parasitaria, de debilitamiento de su poder, de su legitimidad de origen, de su autoridad moral. No es el instrumento estratégico definitivo de asalto al poder, que pasa por una eclosión social. En ese sentido, sirve también de cohesión movilizadora. La eclosión social precisa de un detonante que haga saltar a la calle e introduzca presión. En ese momento, la casta parasitaria echará mano de su aparato represor, pero carece de legitimidad de origen, de autorictas, y se convierte en débil, y el aparato represor pronto se resquebraja, pierde  fuerza y confluye con la presión popular en el cambio de modelo.

El ambiente ya está preparado, precisamente por la abstención activa. El detonante puede ser una protesta de la hostelería, que no se ha producido porque su representación está vendida o comprada por la subvenciones, como toda la sociedad civil está falseada. Puede ser una medida lesiva para los intereses de un colectivo amplio, como una bajada de las pensiones o un recorte de las retribuciones de los funcionarios, por imposición de la Unión Europea. O puede ser el caos de la inmigración en Canarias. El detonante activa las protestas, pasa por encima del desacreditado aparato de propaganda del régimen, los desacreditados medios de comunicación, se generalizan, se suman todos los sectores, actualmente desvertebrados y sin representación, sin capacidad de organización y respuesta, y el poder represor actúa en el modo que se ha indicado. La acción revolucionaria se hace imparable y el esfuerzo por mantener el status quo se torna imposible. Todo empezó por la abstención activa y esa etapa ya se ha ganado.

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Gran triunfo de la abstención frente a la clase política gastada y corrupta