Enrique de Diego.
Con profunda emoción, con inmenso entusiasmo, diez repúblicos hemos dado el paso al frente de hacer público en «Manifiesto por la República Constitucional», que va marcar un antes y un después en la vida de la nación: es en acción decidida el pensamiento del maestro don Antonio García Trevijano, a cuyo idearios seremos siempre fieles. Un nuevo comienzo de la nación es el que se propone, una generación de la sociedad civil, porque no hay regeneración posible, porque la corrupción es muy profunda hasta invadirlo todo, hasta ser el medio de comunicación de todos los partidos, en el bien entendido caso de que todos son culpables, todos son instrumentos de opresión. El «Manifiesto por la República Constitucional» se constituye en la acción movilizadora llamada a concitar los corazones y las inteligencias de los españoles, una revolución en marcha para la conquista definitiva de la libertad política colectiva, que no modifica este o aquel aspecto, sino que mueve los cimientos podridos y putrefactos del Estado de Partidos. Un ideal para remover conciencias y promover la adhesión de las emociones en un momento de desesperación de la sociedad española. Es el primer banderín de enganche, al que seguirán otros. No pararemos hasta conseguir la República Constitucional. Estad seguros. No somos ingenuos: las resistencias serán enormes, pero los medios previstos serán contundentes.
Como todas las cosas grandes, empieza como un relámpago de tormenta seca, pero irá poco a poco, aprovechando el silencio de los medios oficiales y oficiosos, aprovechándose de él, moviéndose por las redes sociales, donde contamos con un equipo con pericia, con Borja y Mike, con mi libro «República Constitucional» (Amazon) de acompañamiento, hasta conseguir la masa crítica que lo haga imparable, en un gran esfuerzo colectivo, coincidente con una eclosión social, con un shock traumático, en el que la sociedad civil surja imperiosa.
Vienen a mi memoria tantos esfuerzos y tantas trampas infantiles del sistema. Cuando puse en marcha la Plataforma de las Clases Medias, cansado de ver la inacción de mis compatriotas, lo hice contra la casta parasitaria, para poner en marcha la regeneración y acabar con las autonomías, auténtico cáncer de España. El 15 M surgió a su rebufo con el «no nos representan» y empozoñándolo todo, en su propio beneficio, Pablo Iglesias artículo su discurso en torno al concepto «casta», pero como mera semántica, como completo engaño, para tener un lugar al sol que más calienta, para ser casta de la peor especie. Luego vino Ciudadanos hablando de «regeneración» para abundar en la mentira y no regenerar nada. Más tarde, acudió Vox diciendo que quiere acabar con las autonomías pero colocando al partido en ellas y recibiendo las subvenciones que, hipócritas, decían, también copiándome a mi, que iban a acabar con ellas. A todos ellos, les digo que se han pasado de listos, falsarios, que no es cuestión de semántica, que lo importante es el contenido, el fondo, que han ayudado, en su pobreza mental, en su impostura, a poner en circulación los conceptos de la República Constitucional, a abrir paso a la torrentera que se los llevará por delante limpiando el ambiente de tanta corrupción, de tanto despilfarro.
Hoy, cuando hemos dado el paso definitivo, hay que recordar la frase de Víctor Hugo: «Nada hay más imparable que una idea a la que le ha llegado su tiempo». Ha llegado el tiempo de la República Constitucional, con 600 políticos, frente a 400.000, que no nos dejan vivir. En ocasión memorable, ante la batalla de Lepanto, don Juan de Austria dio por zanjada la reunión de los capitanes de la Armada cristiana diciendo: «Señores, no es tiempo de debates, sino de combate». Con fe en Dios, estamos dispuestos a sobrevivir y a conquistar nuestra libertad. Fuerza y honor.