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Galería de lacayos peperos: Eduardo Inda, pasión de sicario

Redacción




Miguel Sempere

Eduardo Inda ha sido de los últimos en llegar a la galería de los lacayos peperos, pero lo ha hecho con pasión de sicario, dispuesto al histrionismo y a servir a las operaciones de desinformación.

Este navarro, nacido el 15 de julio de 1967, estudió Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra, que ha dado una porción importante de relativistas sin escrúpulos. De su trayectoria, puede decirse que siempre ha buscado el triunfo personal, a cualquier precio y sin referencias morales, tendiendo siempre a subir la nota pero buscando la influencia del poder, con Pedro J, primero, con Jaume Matas, Florentino Pérez y ahora incluso al servicio de las cloacas del PP.

Después de los tanteos propios del inicio de una carrera profesional periodística, en 1994 recala en la redacción de El Mundo, donde se dedica a información local y luego de Moncloa. Lo que le va a cambiar la vida es su nombramiento como director de la delegación de El Mundo-El Día de Baleares, en 2002, puesto en el que estará hasta 2007.

El club de alterne mediático de Jaume Matas

En El Mundo recala en Baleares de la mano de Jaume Matas, que lo financia generosamente con dinero público. En Mallorca veranea Pedro J, en Costa de los Pinos, con una piscina en suelo público, que el Gobierno de Jaume Matas ‘legalizará’. El Mundo de Baleares es el club de alterne mediático de Jaume Matas.

El jefe de opinión de El Mundo, Antonio Alemany es, al tiempo, el que hace los editoriales del periódico y los discursos del presidente autonómico, alcanzando un alto nivel de mezcolanza entre periodismo y política. Esa simbiosis se inicia en 2003. Auspiciada, pues, por Eduardo Inda. Se falsea un concurso para el pago a Alemany que también recibe subvenciones para poner en marcha un digital. Eso le costará al veterano periodista una condena de 2 años y tres meses de reclusión y su ingreso en prisión.

Eduardo Inda desarrolla un proceso acelerado de corrupción moral. Esa etapa está marcada por una confrontación con el grupo mediático rival de Pedro Serra, un capo de la isla. Mientras Pedro J y Eduardo Inda se presentan como adalides de la moralidad pública, están, al tiempo, en plena connivencia y recibiendo favores del corrupto gobierno de Jaume Matas.

La batalla de la piscina y la desmesura de Inda

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El 13 de agosto de 2005, el diputado de Esquerra Republicana, Joan Puig se da un chapuzón, con otros conmilitones baleares, en la piscina de Pedro J que usa suelo público. Al día siguiente, Eduardo Inda publica un artículo que marca la pauta del personaje. Ególatra, dice que todo es “por no amordazar a Eduardo Inda”, hablando de sí mismo en tercera persona. Exagera la nota. Intelectualmente, ha oído campanas pero bastante lejanas. Cita mal a Bertol Brecht, no conoce el discurso de José Antonio Primo de Rivera en el Teatro de la Comedia, pero se tira a la piscina con esa pasión incontenible de sicario. Mete a los falangistas sin venir a cuento, el chapuzón es un acto de terrorismo, etarra, pero también lo compara con la “noche de los cristales rotos” de los nazis contra los judíos. Sin medida en la polémica, pues está de por medio el jefe.

Antonio Alemany, a su estela, dice que la defensa de la piscina de Pedro J es “una importante batalla que afecta a la moralidad pública, a los dineros ciudadanos y a la transparencia que debe presidir un Estado de Derecho”.

En 2007, Eduardo Inda es premiado con la dirección del diario Marca, que pone directamente al servicio de Florentino Pérez. Abusa del sensacionalismo y del amarillismo y se cobra alguna cabeza como la de Ramón Calderón como presidente del Real Madrid, quien dice que Marca está “dirigido por un psicópata”. Pasa en 2011 a dirigir la fracasada televisión de Unidad Editorial, Veo7.

Sicario mediático de las cloacas de Interior

Sus cualidades de sicario mediático las va poniendo al servicio del Partido Popular y de la unidad de información generada por Jorge Fernández Díaz en el Ministerio del Interior para desprestigiar a los adversarios políticos. Hace tiempo que Inda ha asumido con entusiasmo que el fin justifica los medios. En diciembre de 2014 abandona El Mundo bien indemnizado y, con apoyo del poder, pone en marcha un digital, que la emprende contra el nuevo diablo del sistema, Pablo Iglesias.

Vedada la mesura, Eduardo Inda, tanto en apariciones televisivas en su nueva función de tertuliano como con su medio, irrumpe en la galería de lacayos peperos con una vitalidad y una pasión que contrasta con el mortecino desgaste de la comparsa. Está dispuesto a publicar dosieres falsos, mentir, engañar, desprestigiar, siempre exagerando. Tiene una relación fluida, de nuevo simbiótica, con el comisario José Manuel Villarejo Pérez, quien ha declarado en sede judicial que Inda “le ha sido de ayuda en algunos trabajos», como el informe-operación que la unidad de inteligencia personal de Fernández Díaz bautiza como PISA (Pablo Iglesias Sociedad Anónima). La verdad ha dejado de existir como referencia, pues sólo importan el poder y el dinero. Hace tiempo que dejó de ser periodista para ocupar el puesto de sicario mediático a sueldo.

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