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Galería de lacayos peperos: Isabel Durán, el énfasis sonriente de la estupidez

Redacción




Isabel Durán, la estricta inconsistencia. /Foto: twitter.com.
Isabel Durán, la estricta inconsistencia. /Foto: twitter.com.

Miguel Sempere

Entendemos por lacayo al nominalmente periodista que sirve a un partido, en este caso, el PP, siguiendo al dictado sus consignas y defendiendo sus intereses, hasta identificar los suyos con los de la formación que le protege. Iniciamos esta serie con Isabel Durán, no porque sea la más relevante, sino porque en su itinerario muestra la bifurcación y muerte del periodismo.

Isabel Durán Doussinage (1965) se trasladó a Bruselas para ampliar estudios. Su primera actividad profesional se desarrolló, como becaria, en la oficina del portavoz de la Comisión Europea, que debe ser una buena escuela de lacayismo.

Luego hizo reportajes para la agencia Editmedia, que la conocen en su casa a la hora de comer, y formó parte de la sección nacional de la revista Tiempo, del Grupo Zeta.

De la mano de José Díaz Herrera

Isabel Durán irrumpió en el panorama mediático formando un tándem con el entonces su esposo, José Díaz Herrera, con libros de fuerte impacto y el más alto nivel de periodismo de investigación, con depurada técnica anglosajona: Los secretos del poder (1994), El saqueo de España (1996), Pacto de silencio (1996) o El secuestro de la justicia (1998) fueron libros conjuntos que se situaron bien en las listas de más vendidos y que les abrieron las puertas de la redacción de ABC.

Como dijo Pilar Urbano, eran “una pareja encantadora”. Parecían ser un matrimonio bien avenido, que trabajaban juntos y cuyas firmas eran inseparables. Parecían…Hoy Isabel Durán ha hecho desaparecer a José Díaz Herrera de su trayectoria profesional.

No sólo se divorciaron, también sus caminos se bifurcaron. José Díaz Herrera ha seguido produciendo libros de altísimo nivel, con la misma técnica depurada anglosajona de biografía-reportaje e investigación, como el certero y clarificador libro sobre Pedro J.

Isabel Durán, que mantuvo durante tiempo una complicada y escabrosa relación sentimental con Carlos Dávila, inició una exitosa carrera como esa nueva profesión de tertuliana, lucrativa pero inconsistente.

Puede establecerse que utilizó a José Díaz Herrera, notoriamente un buen periodista, como lanzadera y que aquella primera producción bibliográfica de periodismo de investigación se debe en mayor medida a su ex. Sin embargo, Díaz Herrera no ha tenido acceso a las televisiones, ni ha alcanzado la notoriedad pública de la lacaya pepera. Es un periodista. Isabel Durán pasó a identificarse con el PP en tertulias radiofónicas y televisivas, aunque su principal ensamblaje fue en “La Espuela” de Carlos Dávila, su nuevo mentor.

Hay que tener en cuenta que en las tertulias se está por negociaciones entre las empresas mediáticas y los partidos y, en el caso del PP, con la Secretaría de Estado de Comunicación, que ocupa Carmen Martínez de Castro. Isabel Durán, que no escucha, que da rodeos repitiendo con aspavientos el argumentario pepero del día, siempre mantiene una sonrisa hierática, fría e impostada de curso de telegenia.

Sin ninguna fisura, sin pensamiento propio, como una papagaya, Isabel Durán recaló en la televisión pepera por excelencia, financiada por la Conferencia Episcopal con el dinero de los católicos, a cambio de la crucecita y otros privilegios, pasó a tener programa propio, primero uno de entrevistas, “Sin rodeos”, y luego otro de autor y contenido político, “Más claro, agua”. Ninguno de los dos títulos se corresponde con el contenido, porque si algo hace Isabel Durán es dar rodeos y cualquier cosa es predicable de ella menos la claridad.

Isabel Durán, que está encantada de haberse conocido y que tiende irrefrenablemente a considerarse una señora estupenda, gesticula mucho para no decir nada; da vueltas y vueltas a la misma insustancial estupidez, intentando mantenerse el mayor tiempo posible en el uso de la palabra. Es el énfasis sonriente de la estupidez. Hizo público que por no sé qué ya no iba a votar a Ciudadanos sino al PP.

Ya no da una noticia. Por supuesto, hace años que no investiga nada. Le basta y le sobra con repetir como un papagayo el argumentario diario de PP.

Hay en su biografía una parábola con moraleja. José Díaz Herrera decidió ser periodista y ha pagado un precio de ostracismo. Isabel Durán optó por ser lacaya y ha tenido éxito y notoriedad. El periodismo ha muerto y con sus ajados atavíos se han revestido los cortesanos.