Enrique de Diego.
No se habla de otra cosa en el todo Madrid que del ridículo hecho por el periodista Pedro J Ramírez con su reportaje florentino en la revista Harper’s Bazaar, que se completa con un vídeo a modo de thriller de vodevil norteamericano. Puede ser completamente legítimo que proclamen su amor. Se supone que por eso se han casado. ¿Dónde está la noticia? Hemos de suponer que no se trata de hacer daños a terceros. Lo que sí está claro es que estamos ante dos exhibicionistas.
Ella, Cruz Sánchez de Lara, dijo a Vanity Fair, en noviembre, que había perdido el tesoro del anonimato y que hacía declaraciones «por una vez sin que sirva de precedente«. Y un mes después, el mismo periodista les hace un reportaje de 18 páginas. Cruz miente bastante, como he reflejado, en cuestiones mucho más serias, en mi libro «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada«. Mucho me temo que, en esa sobreactuación patética, nos van a televisar su vida en común y no es descartable que terminen en Gran Hermano. Ya están en el zaguán de Sálvame.
Es también comprensible que el enamorado lo vea todo bien en su amada, pero hay algunas declaraciones que no tienen pase, que no se compadecen con los hechos. Lo mejor que tiene Cruz Sánchez de Lara, según declara Pedro J Ramírez a Harper´s Bazaar, es que «ella es muy idealista y yo siempre he admirado el idealismo«. Al parecer, hay distintas formas de entender el idealismo, y algunos no compartimos la peculiar y cegata visión de Ramírez.
Según ha podido saber Rambla Libre, al tiempo que Pedro J Ramírez y Cruz Sánchez de Lara paseaban, con una corte de periodistas y fotógrafos, su amor por Florencia, el primer marido de Cruz, Juan Carlos Iglesias Toro recibía una demanda en la que la abogada feminista le reclama la cantidad de 1.772 euros por atenciones médicas de recuperación en el ámbito privado del hijo común, Álvaro. Con una factura cutre llena de tachaduras con typex. ¿Es esto algo que se puede entender, en cualesquiera de sus acepciones, como idealismo? Seguramente el ultrapublicitado viaje a Florencia ha costado mucho más. A lo mejor con una sola noche florentina podría pagar Cruz la factura de Álvaro.
Remito al lector a mi libro «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada», a la venta en Amazon por 3 euros, respecto a todos los datos relativos a la relación entre la que entonces se llamaba Cruz Sánchez a secas, alumna de la Facultad de Derecho de Cáceres, y Juan Carlos Iglesias Toro, entonces prestigioso abogado, tras conocerse en un Congreso de Alianza Popular (en el que Cruz era compromisaria). Ahí se aportan todos los datos de las sentencias y lo que puede entenderse como una intensa persecución de Cruz Sánchez de Lara contra su ex esposo. Una historia en la que ningún detalle resalta por el idealismo.
Pero, según Ramírez, «ella es muy idealista y yo siempre he admirado el idealismo, el ansia de contribuir a que las cosas sean distintas a cómo te las has encontrado. Y Cruz está empeñada en eso. Tiene la capacidad de, como decía Susan Sontag en Regarding the pain of others, detectar y mirar compasivamente al dolor ajeno«.
Así que Cruz ‘detecta y mira compasivamente el dolor ajeno’. A la persona a la que demanda 1.772 euros por cuidados privados al hijo común -al que Juan Carlos lleva doce años sin ver- es un enfermo que ha sido operado varias veces a vida o muerte, al que se le ha extirpado la mitad del colon y el intestino, que lleva cuatro años postrado en cama, de lo que tiene un pie equino, del que tendrá que ser operado para ver si puede volver a caminar, que tiene certificada una «gran invalidez» y «grado de dependencia 3» y que vive de una pensión de 1.000 euros. ¿Es Cruz una persona, como decía Susan Sontag en Regarding the pain of others, que detecta y mira compasivamente el dolor ajeno, cuando reclama a Juan Carlos Iglesias Toro que pague 1.772 euros? En mi opinión, diga lo que digan Susan Sontag y Ramírez y el romero del alba, esa conducta rezuma crueldad. También lo piensa Juan Carlos Iglesias Toro, quien tiene claro que sus dolencias son “la consecuencia de tantos juicios que me ha planteado, de tantos disgustos. Todo lo pasado, lo estoy sufriendo ahora”. Reitero que remito al lector a «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada» para que tenga elementos de juicio para establecer su propia opinión sobre esa historia y sobre la forma en que Cruz tiene de entender la compasión hacia el dolor ajeno.
Así que el preadolescente del reportaje florentino empalagoso dice que «estoy muy orgulloso de todo lo que Cruz ha hecho, de lo que está haciendo y de lo que haremos juntos». Si tuviera que aconsejar a Ramírez, le diría que se ponga a trabajar en lo suyo, con urgencia, y que abandone el mundo de las celebrities en el que se mueve con la infinita torpeza de un elefante en una cacharrería. El problema es que todo lo que Pedro J y Cruz van a hacer juntos seguro que nos lo van a contar hasta el vómito. Cruz, mucho me temo, ha abandonado el anonimato, está encantada de haberse conocido y no va a volver a él por nada del mundo.
Ojalá este merengue senil, con tufo a españolada, no termine como el rosario de la aurora.
http://ramblalibre.com/2018/01/18/cruz-se-lo-invento-todo/
Cruz Sánchez de Lara contesta a “El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada”