Enrique de Diego.
El 22 de noviembre de 2.017, la abogada feminista Cruz Sánchez de Lara concedió una entrevista, en calidad de tercera esposa del periodista Pedro J Ramírez, «por una vez y sin que sirva de precedente». Ha servido de precedente. En mi libro «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada«, que está a la venta en Amazon, he pormenorizado mentiras de Cruz sobre su biografía. Ésta queda para futuras ediciones. El matrimonio ha hecho, con motivo del comienzo de año, algo así como un reportaje en Florencia de 18 páginas en la revista Harper’s Bazaar. Él con el estilo de un ajado cantante de tango; ella, como una mujer fatal de los años 40 del siglo pasado, una Marilyn Monroe morena, de corta y pega.
Algo va mal, muy mal cuando el periodista, como en este caso, se convierte en la noticia y en su digital se califica el empalagoso posado florentino de «histórico reportaje«. ¿En qué sentido «histórico»? Más bien, histérico. Me consta que contamos con el matrimonio Pedro J Ramírez y Cruz Sánchez de Lara (antes, Sánchez a secas) como dos de nuestros más asiduos, aunque no fervorosos, lectores. Muchos pasajes de este remake de Romeo y Julieta provincianos son contestación a lo que se revela y expone en «El triunfo de Ágatha Ruiz de la Prada». El párrafo más claro es en el que Cruz Sánchez de Lara afirma «Yo no soy nada mitómana«. El capítulo tercero de mi libro se titula «Cruz Sánchez de Lara, mitómana de Ágatha Ruiz de la Prada». En nuestra exhaustiva investigación hemos acumulado numerosos indicios que se orientan en esa dirección, que avalan esa hipótesis. Me remito a las concluyentes páginas del libro.
En Harper’s Bazaar, la abogada feminista explica que «nunca vi a Pedro J., yo vi a Pedro, y eso ha sido lo que me ha posibilitado enamorarme de él como lo estoy. Jamás vi en él un personaje al que adorar». No vamos a poner en duda el enamoramiento, que bien puede ir parejo a la mitomanía, o al error de creer que el triunfo de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada dependía de Ramírez, pero en el momento en que se encontraba la polémica abogada zapateril, con el prestigio profesional muy mermado, con fuertes pérdidas en su despacho, puede decirse que ha hecho un matrimonio oportuno y conveniente.
No deja de ser un sarcasmo o una impostura declarar a Vanity Fair que «he dejado de tener ese patrimonio maravilloso que es el anonimato» e indicar que «ahora la normalidad está a la vuelta de la esquina» y en Bazaar reiterar que ahora toca «la paz y la normalidad» y hacer un reportaje de 18 páginas en Nochevieja en Florencia, con ese horterada estomagante de los leones que tanto le ponen a Ramírez. ¿Eso es buscar la paz o la normalidad o la vanidad y las candilejas? Tenían la opción de la discreción, han optado por el exhibicionismo. Según numerosas fuentes, desde muy joven, Cruz Sánchez de Lara ha estado acicateada por una ambición sin límites y por un afán irrestricto de protagonismo. Ha buscado el papel couché con pasión y lo ha conseguido. Pero que se deje de hipocresías. Recordemos lo de Vanity Fair: «por una vez y sin que sirva de precedente«. Mucho me temo que va a haber muchos precedentes.
Lo que no tiene pase es lo del «idealismo» de Cruz Sánchez de Lara. De eso, hablaré mañana. No se lo pierdan.
http://ramblalibre.com/2018/01/18/cruz-se-lo-invento-todo/
Serial (3): Cruz Sánchez de Lara, mitómana de Ágatha Ruiz de la Prada