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Albert Rivera, el cesarismo manipulador de las palabras

Redacción




Albert Rivera. /Foto: elventano.es.
Albert Rivera. /Foto: elventano.es.

Enrique de Diego

En el diccionario de Ciudadanos las palabras han sido manipuladas y significan todo lo contrario. El cesarismo se va a reforzar en la Asamblea General de febrero, en la que todo resto de democracia interna quedará erradicado.

Regeneración para Albert Rivera significa degeneración e inmovilismo; retórica vacua. Primarias, una ficción, algo que no existe, pues los cargos orgánicos territoriales son elegidos a dedo y funcionan por delegación, ni tan siquiera por representación. Libertad de expresión debe traducirse por expediente de expulsión. Democracia interna, una quimera peligrosa que quien se la cree está fuera y es tildado de “tóxico” por Fran Hervías. Transparencia significa en el diccionario de Ciudadanos opacidad.

Mal futuro para Carolina Punset y para el movimiento interno que ha dado en llamarse Transparencia. Los Estatutos contemplan como infracción grave “las manifestaciones públicas que menoscaben el buen nombre del Partido o de sus afiliados, así como la creación o participación en corrientes de opinión que sean contrarias a los intereses del partido en su conjunto”.

Se trata, por de pronto, de términos genéricos que pueden ser libremente interpretados por la dirección para imponer su criterio. Menoscabar el buen nombre del partido es un auténtico saco donde cabe todo, hasta hacer un comentario crítico en twitter o en Facebook, dos terrenos donde Ciudadanos practica cierto nivel de sectario espionaje. También es infracción grave crear o participar en corrientes de opinión. ¿Cómo puede estructurarse una posición crítica? Si por su organización de delegados territoriales, Ciudadanos se asemeja a los gauletiers del NSDAP, en este punto recuerda la acusación de herejía fraccionalista propia del partido bolchevique. Internamente, Ciudadanos es un partido totalitario que practica, además, la persecución del disidente al que, como en la Unión Soviética, se le desacredita mediante referencias psiquiátricas: tóxico.

También es falta “la difusión de falsedades o injurias sobre compañeros o candidaturas para influir de manera maliciosa en los procesos electorales internos”. ¿Se puede decir que Virginia Millán Salmerón falseó su curriculum? Seguramente, no.

El pequeño grupo barcelonés de Albert Rivera ha difundido internamente que nunca se dejarán quitar su invento. Ciertamente, lo han pasado mal para llegar aquí, han tenido que bregar, han estado a punto de desaparecer y han pasado por etapas oscuras como Libertas-Ciudadanos que no quieren ni recordar.

También parece bien orientada la interpretación de quienes señalan que Albert Rivera lo supedita todo a ser presidente del Gobierno. Pero ¿cree que puede llegar dejando por el camino al partido?

 

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