Enrique de Diego.
La Iglesia nació con el milagro –“si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”, como dice San Pablo- y ha crecido con el milagro. La presencia de lo sobrenatural es constante, más de lo que podemos imaginar. Yo mismo he conocido a tres personas a las que se le ha aparecido la Virgen.
En Medjugorje, un pequeño pueblo de la Herzegovina los milagros de la Reina de la Paz –advocación con la que se presenta María- son cotidianos, pues se aparece todos los días, ha hecho bailar el sol, como en Fátima, ha hecho girar a la sólida Cruz de cemento que corona el monte Krizevac, ha hecho curaciones extraordinarias, pero, sobre todo, produce los milagros de la Gracia en forma de múltiples conversiones, vocaciones, y copernicanos y emocionantes cambios de vida. Con razón, Medjugorje es conocido como “el confesionario del mundo”.
En una ocasión, la Virgen le dijo a los videntes que el diablo había pedido quedarse con Medjugorje y abandonar el resto del mundo y Dios se negó. Por la gran importancia de esta pequeña aldea de la Herzegovina en los planes del Cielo allí se produjo en gran milagro, el portentoso milagro que vamos a ver ahora.
El 15 de mayo de 2017, volviendo de su viaje a Fátima, Jorge Bergoglio, en el avión, habló de Medjugorje, a preguntas de los periodistas. Le había sido entregado el informe de la Comisión presidida por el cardenal Camillo Ruini, que Bergoglio, con desparpajo impostado de estibador porteño, resumió así: sobre las primeras Apariciones, se debe investigar más; sobre las actuales, plantea dudas. Y añadió: “Yo soy más malo. Prefiero a la Virgen María, nuestra Madre, y no a la Virgen, jefa de una oficina de Correos que todos los días envía un mensaje a tal hora”. Sentenció: “Esta no es la Madre de Jesús”. De modo que “estas presuntas apariciones no tienen tanto valor. Esto lo digo como opinión personal”.
En cualquier caso, dadas las conversiones y el clima espiritual, Bergoglio nombró un visitador apostólico que no decidía sobre la veracidad de las Apariciones sino sobre los aspectos pastorales.
Pero la “opinión personal” de Bergoglio, con un taxativo y sin ambages “esa no es la Madre de Jesús” hacía temer lo peor, después de definirla como “jefa de una oficina de Correos”, pero hete aquí que, por una vez, Bergoglio tomó la decisión correcta, como si no pudiera con Medjugorje, él que ha encizañado todo lo que toca, y sólo ha generado confusión herética, nombró al Obispo polaco, Henryk Hoser, “para asegurar el acompañamiento estable y continuo” de la parroquia de Santiago Apóstol en Medjugorje.
Henryk Hoser, en el centro.
Este Obispo fue médico y ejerció antes de recibir la vocación y ordenarse en 1974. Fue, pues murió siendo sustituido por el Obispo italiano Aldo Cavalli, miembro de la Sociedad del Apostolado Católico (padres palotinos) y fue misionero en Ruanda, donde conoció las Apariciones de Kibeho.
Monseñor Hoser quedó deslumbrado por Medjugorje, que consideró un ejemplo para todo el mundo, lo que debería ser todo el orbe católico. “El fruto más maduro –declaró- de Medjugorje es el de las conversiones a través de las confesiones, la paz y la reconciliación”.
Los peregrinos “vienen a confesarse, ya que ordinariamente no pueden porque los sacerdotes en Occidente han dejado de confesar. Y lo digo con toda responsabilidad, ya que trabajé siete años en París y tres años en Bruselas. Los sacerdotes ya no confiesan a los fieles porque creen que la confesión es ‘culpabilizar’, es decir, decirles a las personas que son culpables y eso lo consideran malo para su bienestar, piensan que deberían ir a un psiquiatra y luego ser tratados para que no se sientan culpables. Aquí en Medjugorje la gente reconoce que no todo ha ido bien en su vida, piden perdón y descubren la espiritualidad«. El perdón de Dios sana al hombre del pecado, borra la culpa. Dios se olvida de los pecados confesados.
Monseñor Hoser dijo a Vatican News que los peregrinos iban a Medjugorje desde todo el mundo «para encontrar a Cristo y a su Madre». «La vía mariana», explicaba, «es la más cierta y la más segura», porque lleva a Jesús.
En Medjugorje, en efecto, los fieles tienen «en el centro la Santa Misa, la adoración del Santísimo Sacramento y una frecuencia masiva del Sacramento de la Penitencia». Es un verdadero culto «cristocéntrico» vivido con la cercanía a la Virgen María, la Gospa en croata, venerada con el apelativo de «Reina de la Paz».
Este es, para mí, el gran milagro de la Reina de la Paz en Medjugorje donde se aparece todos los días y agradece haber “respondido a mi llamado”, como si fuera una deferencia, pero así de delicada es nuestra Madre.
Una historia que comenzó el 24 de junio de 1981, en una hermosa tarde de verano, dos adolescentes del caserío de Bijakovici bordean la rocosa colina del Podbrdo, que domina al poblado, mientras charlan. Una conversación propia de jóvenes de su edad.
Los seis videntes.
Seguimos la narración que hace Sor Emmanuel Maillard en “El Niño escondido de Medjugorje”: Una de ellas, Ivanka Ivankovic, de 16 años, percibe de pronto una luz sobre la colina, a unos doscientos metros de donde se encuentran. Mira detenidamente y vislumbra una silueta que flota por encima del suelo irradiando luz. Perpleja, se calla y fija su mirada en la luz. La silueta adquiere la forma de una joven mujer. Entonces exclama: “¡Mirjana, mira: es la Gospa!” Mirjana, pensando que Ivanka bromea, ni siquiera se toma el trabajo de mirar en la dirección indicada por su amiga: “Vamos –le dice en tono burlón- la Gospa se nos va a aparecer a nosotras! ¿quieres hacerme reír?”.
Ivanka está convencida de lo que ve, pero no insiste y las dos continúan su paseo. Una tercera joven, Milka Pavlovic, se une a ellas, y les pide ayuda para reunir a sus cabras. Ivanka y Mirjana la siguen, pero juntas retornan al mismo ligar. Las tres chicas ven entonces la silueta y se arrodillan.
Otra amiga, Vicka Ivankovic, acaba de pasar por allí. “Mira allí arriba”, le dicen a coro. Vicka se burla de ellas, sin siquiera mirar hacia la colina; se quita los zapatos y se va corriendo. En el camino se encuentra con Ivan Dragocevic, de 16 años, y con su amigo Ivan Ivankovic. Les cuenta lo de sus amigas y los tres deciden ir a ver de qué se trata. Llegados al pie de la colina también ellos ven la silueta, e Iván Dragicevic, asustado, huye hacia su casa a toda velocidad.
Al día siguiente, cuatro de los jóvenes sienten la moción interior de retornar al mismo lugar, a la misma hora. Vicka pasa a buscar a sus amigas Marija Pavlovic, hermana de Milka, y al pequeño Jakov Colo, de 10 años. El segundo día, estos seis jóvenes ven a la Santísima Virgen, quedando formado el grupo definitivo de los seis videntes. Milka e Ivan Ivankovic no se sintieron movidos a volver y nunca más volvieron a ver a la “Señora”.
A partir de entonces, la Gospa se aparecerá diariamente a los seis jóvenes a las 17:40 horas. Según el testimonio de los videntes, parece tener unos 16 años, con los cabellos negros y los ojos azules, y es de una belleza incomparable. La “Señora” se presentó como la Reina de la Paz y de la Reconciliación. Viene para acercarnos al corazón de Dios mostrándonos el camino de la paz. Nos invita a todos a la santidad y para ello nos propone medios muy simples, al alcance de todos.
La Virgen ha prometido a cada uno de los videntes que le comunicaría diez secretos. Tres de los videntes, Ivanka, Mirjana y Jakov han recibido sus diez secretos, y no tienen más la aparición cotidiana sino que una vez al año ven a la Santísima Virgen. Vicka, Marija e Ivan, que sólo recibieron nueve secretos, continúan viéndola diariamente.
En julio de 1981, la Virgen prometió que dejaría un signo indestructible y visible para todos sobre la colina de las Apariciones. Un compromiso idéntico al adquirido en Garabandal con motivo del Gran Milagro en los Nueve Pinos.
El 25 de cada mes, la Virgen da a Marija un mensaje destinado al mundo entero. Desde 1987, la Virgen se manifiesta a Mirjana los días dos de cada mes y ora con ella por los no creyentes. Esta aparición está ahora abierta a todos. A veces la Santísima Virgen da allí un mensaje público.
Según Sor Emmanuel Maillard, “una vez, una francesita de ocho años la vio en la Cruz Azul, durante la aparición nocturna a Ivan. ¿Por qué ella? ¡Libertad de reina! Otros miles no la vieron aquella noche. ¿Por qué? ¡Libertad de reina! En los dos casos, María hace el bien y se fija en la necesidad de cada uno”.
La Madre de Jesús se aparece todos los días porque le da la gana, ¡libertad de reina! Porque nos quiere, porque nos acompaña en estos tiempos sombríos, y hay en ello una muestra de cariño inmenso: la Virgen no nos abandona, aunque nosotros la hayamos abandonado, y vuelto la espalda a Dios.
Como dice Sor Emmanuel Maillard, “querida Gospa, ¡sigue apareciéndote aún por mucho tiempo! Tú lo dijiste: A cada una de mis venidas, extiendo cada vez más el reino de mi Corazón Inmaculado en los corazones, y satanás pierde un poco más de poder”.
La pregunta insidiosa de Bergoglio, de por qué se Aparece tanto, como si fuera la jefa de la oficina de Correos, se la planteó –según Sor Emmanuel Maillard, en su libro “Medjugorje, el triunfo del corazón”- a la Gospa en 1981 el pequeño Jakov: “Gospa, ¿cuánto tiempo vas a estar apareciendo? Ella respondió: “¿Ya os habéis cansado de mí?” Nunca los videntes han vuelto a mostrar tamaña curiosidad.
Yo distingo tres épocas en Medjugorje: los comienzos bajo la dictadura comunista, la guerra y desde el fin del conflicto bélico hasta nuestros días. Bajo la dictadura comunista los videntes fueron perseguidos, llevados ante los psiquiatras, se prohibió acudir a las Apariciones y la milicia acordonó la montaña, pero la Virgen acudió a sus citas en el lugar donde hay colocada una Cruz Azul.
El 26 de junio de 1991 se desata la guerra y Medjugorje milagrosamente es preservada. El 8 de mayo de 1992 dos Migs tratan de bombardear Medjugorje, pero un fenómeno sobrenatural se lo impide. Uno de ellos es derribado; el piloto dio su testimonio. El 15 de junio de 1995 el piloto americano Scott O’Grady, cuyo avión fue abatido en Bosnia, declara a la prensa que se salvó gracias a la Virgen de Medjugorje, quien se le manifestó durante los seis días en los que se escondió en la región conflictiva de Banja Luka, antes de ser socorrido.
Después, de la guerra vino la eclosión internacional de las peregrinaciones al lugar de las Apariciones, que serán las últimas, según la vidente Vicka.
En los primeros tiempos, la Virgen como Madre educa e instruye a los seis videntes en el camino de la Santidad. Así, por ejemplo, les invita a escribir una carta a su Ángel Custodio. En otra ocasión memorable, la Gospa les dice a los videntes:
- Hoy todos aquellos que lo deseen podrán acercarse para tocarme.
- Pero –responden los videntes-, ¿cómo podrán tocarte si no te pueden ver? ¡Los únicos que podemos verte somos nosotros!
- Id a buscarlos y traédmelos vosotros mismos. Entonces si podrán tocarme.
Con gran sorpresa y maravillados, guiados por los videntes, los aldeanos posan su mano sobre el hombro de la Virgen, sobre su cabeza, sobre su velo o sobre sus brazos. Y cada uno siente su presencia muy real, a pesar de no verla u oírla. Incluso, algunos de ellos sienten calor al tocarla. ¡La emoción es intensa e inolvidable! Mientras se desenvuelve esta escena tan increíble, los videntes observan que aparecen unas manchas sobre el vestido de la Santísima Virgen. Las manchas aumentan de tamaño, hasta tal punto que su vestido se vuelve verdaderamente sucio…Y una gran tristeza ensombrece el rostro de la Virgen.
¿Qué está pasando? ¡Esto no es normal! Los videntes están desconcertados.
- ¡Gospa! ¡Tu vestido se ha vuelto sucio!
- ¡Son los pecados de aquellos que me tocan!, responde Ella humildemente.
Las cosas de Dios son santas. ¡ni hablar de ensuciarlas!
Entonces la Virgen les habló muy seriamente de la Confesión, de la necesidad que cada uno de nosotros tiene de ese Sacramento.
- No hay nadie en el mundo que no necesite confesarse al menos una vez al mes –aclara Ella.
Un hombre exclama:
- ¡Vayamos todos a confesarnos para purificarnos!
Esa noche, sacerdotes de los pueblos vecinos fueron llamados para oír tan gran número de confesiones. La misericordia divina fluyó a raudales. La manifestación de la Gospa, en toda su sencillez, había tocado los corazones de sus hijos, más profundamente que cualquier gran discurso. ¿Medjugorje? Ya lo he dicho: el confesionario del mundo.
Los seis videntes se han casado y tienen hijos. Son laicos, cristianos corrientes.
El 25 de septiembre de 2023, la Gospa habló sobre el mal herético del modernismo, mientras en Roma se desarrollaba el sínodo de la satanidad: “Queridos hijos, los invito a una oración fuerte. El modernismo quiere introducirse en sus pensamientos y robarles la alegría de la oración y del encuentro con Jesús. Por eso, queridos hijitos míos, renueven la oración en sus familias, para que mi Corazón maternal esté gozoso como en los primeros días cuando los elegí y la respuesta era la oración de día y de noche; y el Cielo no permanecía en silencio, sino que concedía en abundancia paz y bendición a este lugar de gracia. Gracias por haber respondido a mi llamado.»