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Carta a la macarra Ione Belarra: ¡Qué disparate: cárcel por matar a una rata! ¡Salvemos a las ratas podemitas!

Redacción




Enrique de Diego.

Qué disparate, Ione Belarra, macarra, que no sabes de nada, maldita urbanícola, dieciocho meses de cárcel por matar una rata. Y ¿por qué no cadena perpetua? Has perdido el norte y el oremus, aunque te lo agradecerán mucho las ratas. Eres idiota y sólo sabes decir las memeces de tus amos globalistas, a los que obedeces con fe ciega y mente abducida y servil sabiendo que no sirves para nada y que vives del momio. Vamos a ver, alma no de cántaro sino de rata, en la India hay un templo dedicado a las ratas y por lo mismo puede convertirse La Moncloa en una mansión de ratas, aunque en buena medida ya lo es.

Contigo, Ione Belarra, macarra, hemos pasado del Salvemos las ballenas a Salvemos las ratas, que es una gilipollez que te han indicado que digas el tarado de Bill Gates, mosquita muerta. Salvemos a las ratas podemitas ya que al creador del invento, el inefable Pablo Iglesias le llamaron rata, por lo desagradable que resulta ese animal, rata de cloaca o de campo, portador de todo tipo de enfermedades. Hay empresas desratizadoras que tú Ione Belarra, macarra, que no sabes de nada y opinas de todo, que eres egresada de una Facultad de mierda de una Universidad escombrera, seguro que pides cadena perpetua para sus operarios.

Mira, yo odio a las ratas de campo, que no están en peligro de extinción sino que se reproducen mucho, se comen todos los sistemas de riego, los cables de la luz, hay que tener los coches en garajes herméticamente cerrados, porque se comen todo el cableado y anidan en los automóviles en cuanto te descuidas, se meten en tu casa y arremeten con tu despensa. Recuerdo una rata, que en gloria esté, que se metió en mi despensa, y tuve que llamar a un sicario para que la matara, fue un tal Mario, un teckel que en gloria esté. Y sin que le azuzara ni nada, hizo presa en la rata peluda, apretó los dientes y la hizo sufrir hasta que exhaló el último suspiro, y luego Mario, el sicario, ladraba y mordisqueaba, contento con su fechoría. No hay trena para los animales, que luchan unos con otros por la vida y son territoriales.

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Las ratas se meten en el falso techo, se cuelan por cualquier resquicio y como no se las ponga coto, terminas con la casa como el templo hindú. Mira, Ione Belarra, macarra a más no poder, reina de las ratas de cloaca, yo tengo dos sicarios, Roberto y Manolo, que me hacen el trabajo sucio, para no mancharme las manos de ratas, Digo tengo, por el cariño con que les trato, pero en propiedad son dos gatos callejeros, uno pardo y otro jaspeado, blanco y negro, les pongo exquisitos manjares de las sobras de la comida, raspas de pescado, no sé cómo les gusta tanto el pescado y tan poco el agua. No tengo que indicarles nada. Ellos saben cuál es su trabajo. Rata que ven, rata que matan. Les he informado de tu mierda de Ley de Bienestar Animal, Ione Belarra, so macarra, y no te han hecho ni caso.

No meimagino a un policía nacional o local, o a un guardia civil deteniendo a alguien por matar a una rata, ni a juez o jueza dictando sentencia: dieciocho meses por matar a una rata. Vamos, que se necesita ser tan imbécil como un podemita porrero. Así se desprestigia el Código Penal. En la naturaleza todos luchan todos contra todos, y no hay esa gilipollez del bienestar animal que os habéis inventado los pútridos globalistas, que sólo habéis visto la naturaleza en una asamblea universitaria o en fotos del fondo económico mundial. La bicha, la culebra, se alimenta de ratas. Hay un milano, al que tengo en alta estima y profeso profundo cariño, que es un hacha matando palomas. Por las noches, los mochuelos y los búhos -aún recuerdo cuando me salió un búho real majestuoso- dan buena cuenta de tus adoradas ratas.

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¿Por qué no dejas de hacer el ridículo, Ione Belarra, macarra, y te invaden las ratas tu casa e incluso si tienen hambre, te comen, que son muy voraces? ¡Ridícula, más que ridícula, Ione Belarra, macarra, que no sabéis más que hacer el ridículo! Psicóloga de pacotilla, salida de una Facultad de mierda de una Universidad que es una escombrera que sería buena para que la ocuparan las ratas.