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Muere a los 52 años Cristina Mariño, la hija de Roberto Verino que había recogido el testigo de su padre en la firma de moda

Redacción




Este domingo fallecía, a los 52 años, la ourensana Cristina Mariño, hija del diseñador Roberto Verino. Estaba llamada a continuar con el legado de la firma de moda creada por su padre hace ahora cuatro décadas. El pasado agosto se escenificaba el relevo en la compañía con la presentación de una colección sobre el Camino de Santiago en la que ella consideraba una segunda casa, Gargalo, la bodega creada por Verino en la comarca de Monterrei. Cristina se convertía en directora de marca, aunque el diseñador aseguraba entonces que el hecho de que su hija pasara a primera línea no significaba que él diese un paso atrás, puesto que su intención era —y así lo ha mantenido en este tiempo— seguir liderando el proceso creativo, mientras otra mujer, Dora Casal, asumía la dirección ejecutiva. Ellos seguirán al frente de la compañía en estos momentos de dolor y pérdida.

En aquellos meses en los que, de algún modo, Cristina recogía el testigo recordaba en La Voz cómo habían sido sus inicios en Roberto Verino, tras haber crecido entre telas y patrones: «Yo empecé a trabajar en la tienda de Claudio Coello, en Madrid. Estudiaba y trabajaba los fines de semana. A mí, estar en tienda y el trato con el cliente me gustaban mucho». Con una gran complicidad con su padre, Cristina, que había estudiado Derecho, confesaba que siempre tuvo claro que quería incorporarse a la compañía. «Sabía que yo quería estar aquí. Tampoco había escuelas de diseño, así que él fue orientándome», decía entonces, mientras ya dibujaba planes de futuro para la compañía.

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Santi M. Amil

Sencilla y discreta, estuvo más de 25 años en la sombra y fue recientemente cuando se puso en el foco, con un movimiento empresarial con el que pretendía liberar a su padre de la parte que más le pesaba, la del negocio, para que pudiera seguir centrado en la creación.

Cristina Mariño llevaba meses luchando contra la enfermedad y estaba recibiendo tratamiento en Barcelona. Su estado de salud empeoró en las dos últimas semanas y no pudo superar la leucemia que padecía. Deja a sus padres, a su hermano —que no está vinculado con la empresa y al que definía como su mejor amigo—, a su marido y a sus tres hijos: dos niños y una niña. Quienes la conocían aseguran que la tenacidad era una de sus principales virtudes y así lo aseguraba ella: «Nunca me doy por vencida».