AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


El veganismo mata

Redacción




El vegetarianismo tiene problemas de aplicabilidad práctica. Las personas somos una especie omnívora. No por capricho, porque la naturaleza y la evolución biológica dejan poco hueco para «caprichos», sino por necesidad.

Los Homo sapiens somos omnívoros debido a nuestras necesidades nutritivas (una alimentación vegetariana no proporciona varios nutrientes esenciales como la vitamina B12 biodisponible, el ácido eicosapentaenoico –EPA– y el ácido docosahexaenoico –DHA–, y es difícil lograr satisfacer las necesidades nutricionales de aminoácidos esenciales, vitamina A, vitamina D, calcio, hierro y zinc debido a su escasez, la proporción o ratio en que aparecen en vegetales, la baja biodisponibilidad o asimilabilidad de las formas presentes en vegetales, y la abundancia de sustancias vegetales bloqueantes de su absorción como fitatos, oxalatos, polifenoles y taninos –12).

Comiendo alimentos locales o regionales («de cercanía o proximidad», lo que propugna el movimiento ecologista y ambientalista por los costes ambientales del transporte de alimentos a larga distancia, además del movimiento pro-autosuficiencia o pro-autarquía y el movimiento pro-trueque), no es posible una alimentación vegetariana saludable debido a deficiencias nutritivas críticas.

Recurriendo a la combinación de plantas procedentes de diferentes regiones climáticas del planeta, se palía solo parcialmente las deficiencias nutritivas críticas. La realidad es que las personas necesitamos comer animales. O comer animales como es natural para nuestra especie, o bien el suicidio (una desnutrición que rechazamos corregir es suicidio), o bien tener que recurrir al recurso (solo disponible en tiempos modernos y muy alejado de una alimentación natural) al que tienen que necesariamente recurrir los vegetarianistas: complementar diariamente la ingesta de alimentos con suplementos nutricionales que son fabricados por varias empresas del sector nutricional-farmacéutico supuestamente sin recurrir a nada de origen animal (usando ingredientes sintetizados en laboratorio principalmente a partir de petróleo, o bien obtenidos de organismos vivos diferentes a animales y plantas como son bacterias y plantas transgénicas, en cualquier caso de dudosa seguridad alimenticia dado que no formaron parte de la alimentación humana hasta estos últimos pocos años y la posibilidad de contener trazas de sustancias peligrosas para la salud humana).

NO TE LO PIERDAS:   EXCLUSIVA: CDC detectaron señales de riesgo de la vacuna contra COVID meses antes, dicen los archivos

Un ejemplo práctico lo vemos Lierre Keith, antora de «El mito vegetariano», que entró en colapso tras veinte años de militancia vegana. Estos son algunos de sus testimonios: «Puedes seguir el régimen durante algunos años sin notar los efectos, pero si insistes, las lesiones acabarán surgiendo. Cuando llegas a un cierto punto, te quedan dos opciones. La primera es la que yo escogí durante 20 años: seguir adelante y convertirte en un fundamentalista donde tu realidad física, en la que tu cuerpo se va destruyendo, no se corresponde con tu manera de pensar. Aún así, sigues prefiriendo tu ideología. La segunda es dar un paso atrás y decirte a ti mismo que esto no funciona».

«El 25% de nuestra energía va a parar a nuestro cerebro y para que este órgano trabaje como debe necesita grasas y proteínas. Con una dieta basada en alimentos de origen vegetal no estás consiguiendo ninguna de las dos cosas. Lo único que tienes es un montón de azúcar».

«Así que lo que comes es azúcar, azúcar y más azúcar. El ser humano ha evolucionado para no comer azúcar. Nuestro cuerpo no lo maneja bien, no tenemos una manera de metabolizarlo que sea saludable. Si sigues, sin embargo, una dieta con una presencia destacada de grasas y proteínas, el azúcar en sangre se vuelve más estable y el cerebro trabaja mejor. Tus neurotransmisores necesitan las proteínas. Por ejemplo, el cuerpo no produce triptófano por sí mismo. El triptófano es el precursor natural de la serotonina y no hay buenas fuentes vegetales que lo contengan. Solo puedes obtenerlo a través de esas proteínas, por lo que si las eliminas, también eliminas la serotonina».

NO TE LO PIERDAS:   El sacrificio de la tarde, de Jean de Viguerie: El martirio de la hermana de Luis XVI

«Algunos de los problemas de salud que arrastraba mejoraron, otros se solucionaron por completo, como mi depresión, o los que afectaban a mis órganos reproductivos. Tenía una piel tan seca que dolía. En cuanto incorporé la grasa animal a mi dieta pude, por fin, doblar mis hombros y mis rodillas sin que aquello fuera un calvario. Al final de mi etapa como vegana, mi columna vertebral estaba destrozada -ya tenía espondiolosis con dieciocho años, un instante de la vida en que debería haber estado con el máximo de energía-, así me que me pasaba la vida tirada en el sofá. Ahora puedo caminar durante al menos media hora. En aquella etapa no podía viajar en avión ni ir al cine ni salir cenar con mis amigos».