Enrique de Diego.
En estos tiempos aciagos, releo constantemente el libro de Coto Matamoros contra el genocidio de los infraseres, publicado en la plataforma lulu.com, donde tuve que emigrar, cuando Amazon salió censor, con mi libro «Yo no me vacunaré». Se ha convertido en mi libro de cabecera. Uno se imagina una larga fila de seres conscientes y orgullosos yendo a adquirirlo en lulu.com o dándole a la tecla para que se lo manden rápido. Porque el concepto de infraser, en principio sorprendente e incluso hiriente, descubres que es muy real: se caracteriza por el miedo y la comodidad crédula, por no hacerse preguntas, por la sumisión del rebaño, por no tener espíritu crítico, no cuestionar. Y a uno le nace un orgullo consciente de ser un ser humano, de estar despierto, de amar la libertad y estar dispuesto a jugársela por ella, de no haber caído en la trampa saducea de ir corriendo a que te inyecten el «veneno de muerte» para entrar en la falsa y tenebrosa «normalidad».
Me deleito a pequeños sorbos. Cada día dos o tres páginas, media hora de lucidez relampagueante, de descargas de sentido común en estado puro e inteligencia suma, como cuando afirma que el Apocalipsis ya está aquí, vivimos en él, sobrevivimos con él: «El Apocalipsis es el final de la belleza y de la sensibilidad que viene de la mano de Marina Abramovich, Lady Gaga, el reggaetón, la cirugía estética, Tele 5, las chicas de La Cruz Roja restregando su culo con los negros en Canarias, Pepe Bono, Bertín, la monarquía anoréxica, los indultos, Jorge Javier Vázquez, las Kardashians, el día del orgullo, ellas ellos y elles, David Bisbal, María Teresa Campos, Joe Biden, Pedro Sánchez, Federico a las 6, Belén Esteban, CR7, Almudena Grandes, la sexta ola, la séptima y la octava. ¿Quiere usted más o tiene suficiente?». Glorioso.
Cada línea tiene pensamiento quintaesenciado, clarificador: «Los medios son sirvientas de las oligarquía multimillonarias» o «todos somos víctimas de las televisiones», que no alimentan sino que atrofian el cerebro. De modo que a los infraseres televidentes, «pensar les resulta incómodo y desagradable» y es impresionante «el nivel de sumisión y miedo que padecen los seres inferiores», de forma que «el espectador medio resulta inmune a cualquier mensaje cargado de inteligencia».
Esto para el infraser telespectador, luego vienen los infraseres satánicos que elaboran el brebaje del averno. Así, Jorge Javier Vázquez, «eternamente satánico, eternamente tonto», el «satanista Ferreras» o «exprimen a Vicente Vallés en Antena 3 para que sacuda moderadamente a la izquierda radical», dentro del Grupo Planeta, «una hidra con siete cabezas». Con parada en la deleznable «derecha mediática», cuya «postura en esta crisis les sitúa en el totalitarismo». Auténtica sentencias que son máximas surgidas a borbotones. «OK Diario, que no llega al nivel del TBO, está escrito al dictado de George Soros», «en España el peso de la opinión de Luc Montagnier es menor que la de Sergio Ramos», «a un político, como a cualquier idiota, lo único que le interesa es su ascenso social y su cuenta corriente», «censura es la realidad terminal de una sociedad enferma».
El genio deslumbra en cada sentencia, acierta en cada diagnóstico. Por eso, en estos tiempos de desaforada tormenta diabólica conviene tener anclajes sólidos como los que contribuye a crear «Coto Matamoros frente al genocidio de los infraseres», lulu.com. Una lectura recomendable, imprescindible. Para deleitarse cuando cae la noche preñada de dramáticos presagios, cuando los pútridos aires envenenados del infierno tratan de asfixiarnos.