Virginia Montes.
En una ciudad se declara una pandemia y en esa localidad está instalada el Instituto Virológico de la nación, dedicado a la guerra bacteriológica. Años antes, en 2915, un programa de la RAI anuncia que se hacen experimentos en ese Instituto altamente peligrosos y concretamente que los científicos han creado un coronavirus. La epidemia se descubre porque un joven médico, el 7 de febrero, avisa a otros médicos que se lo digan a sus familiares, porque siete casos han ingresado en el Hospital aquejados de una dolencia similar al SARS, epidemia del 2003, que causó 800 muertos. El médico, tras ser llamado por la Policía, acusado de «difundir bulos», un cargo que puede suponer hasta siete años de cárcel, fallece convenientemente. Se llamada Li Werliang. Nadie dudaría de que el virus, de laboratorio, ha sido creado en el Instituto Virológico. Esa ciudad es Wuhan y el país es China, que vive una tan feroz como tenaz dictadura comunista.
La cuestión ha rebrotado a raíz de un nuevo informe de la inteligencia estadounidense que recoge que tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan (China) enfermaron en noviembre de 2019, con la suficiente gravedad como para ser hospitalizados, según informa The Wall Street Journal. El reporte no desvela la enfermedad que habrían padecido los científicos, pero sí que tuvieron síntomas similares a los de la covid-19, justo antes de que estallara la pandemia.
El informe choca de frente con el trabajo de campo de la OMS que dictaminó que el virus no fue a causa de un escape del Instituto Virológico, que fue contestado por un documento firmado por dieciocho reputados científicos, publicado en Science, criticando a la OMS y afirmando que no es la institución adecuada para esa investigación. Su director, Tedros Adhanom es militante del partido comunista etiope, con fuertes relaciones con el Partido Comunista chino. La OMS es una sucursal de GAVI, la empresa de Bill Gates, que, misteriosamente, profetizó el virus y la pandemia en una celebrada conferencia.
También son resaltables las dotes proféticas de la OMS. En mayo de 2018, se fundó la Global Preparedness Monitoring Board Secretariat (Junta de Monitoreo de la Preparación Mundial), por el Grupo del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud. En septiembre de 2019, publicó: “Un mundo en peligro: Informe anual sobre preparación mundial para las emergencias sanitarias” donde se dice: “nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas mayo de 2018 por el Grupo del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, en su primer “Un mundo en peligro: Informe anual sobre preparación mundial para las nemergencias sanitarias” de septiembre de 2019, dice: “nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado”.
Por ahora, sus planes son exitosos. La pandemia ha sido clave para la victoria de Joe Biden, y el voto por correo, sobre Donald Trump, que se enfrentó a la OMS y le retiró su financiación. Trump era considerado el principal obstáculo para el globalismo y los calentólogos. Las farmacéuticas están haciendo su agosto con unas vacunas que pueden generar o está generando cepas más agresivas. Los gobiernos de todos los países se han plegado al pánico inducido por unos medios de comunicación controlados. El debate real no está en si el origen del virus está en el Instituto Virológico de Wuhan -arrumbadas las mentiras del régimen comunista chino sobre la «sopa de murciélagos» del mercado húmedo de pescado y mariscos de Huanan, donde no se venden murciélagos, y la delirante de que pudo deberse la infección a los juegos mundiales de las Fuerzas Armadas- si no en si fue consecuencia de un escape accidental o de un escape deliberado.
Tedros Adhanom, un comunista genocida, que no es médico, a las órdenes de China