Enrique de Diego.
No te conocíamos y, sin embargo, te queremos porque habías hecho de tu vida un acto de entrega a España, porque velabas po la seguridad de todos. Francisco Pérez Benítez, soldado de España, cabo el acuartelamiento navarro de Aizoáin. Sólo sabemos de ti que tenías 35 años y estabas pletórico de salud, con el cuerpo fuerte y vigorizado por el ejercicio. Decidiste vacunarte con AstraZeneca porque así te lo mando Margarita Robles, ministra de Defensa, la misma que hace mancillado tu recuerdo, porque te lo mando Pedro Sánchez, y porque la vacuna AstraZeneca había recibido el visto bueno de la EMA, la Agencia Europea del Medicamento, que si tuviera vergüenza no hubiera permitido ninguna en esta pandemia magnificada por el asesinato.
La experimentación previa en animales ha sido muy insuficiente y se han tenido que modificar y aprobar leyes, también por la vía de emergencia, para poder utilizar fármacos transgénicos en experimentación humana.
Dado que las farmacéuticas, todas, y específicamente han logrado licencia para matar, impunidad plena, no hay nadie responsable de tu muerte, sobre la «no hay duda», ha dicho Margarita Robles, que fue a causa de la vacuna. Morir por una vacuna es una locura. Por ello es imprescindible que las personas que decidan vacunarse firmen un Consentimiento Informado en el que se les advierta de todos estos pormenores, de los posibles efectos adversos a corto y largo plazo y de quiénes se hacen responsables en caso de producirse.
Como afirma la Catedrática María José Martínez Albarracín, «todas las vacunas génicas contra covid pueden producir trombos y particularmente microtrombos que afectarán a medio plazo, sobre todo si la persona se revacuna. El problema de la AstraZeneca y en general de todas las vectorizadas (Janssen, Sputnik, Cansino) es que los adenovirus vectores se sabe desde hace tiempo que producen trombocitopenia trombótica autoinmune. Particularmente, la AstraZeneca tiene además en su composición un gen de plasminógeno: una proteína que interviene en la coagulación-disolución del coágulo, por lo que puede haber ocasionado trombos mayores y con más frecuencia». Ya había sido prohibida en Dinamarca, Noruega e Islandia.
Tú has muerto en nombre de una mentira, de la locura de la vacunación. Inundaron los trombos tu cerebro y entraste, en lo mejor de la vida, en muerte cerebral. Tú muerte ha sido manipulada por la propaganda del Gobierno. Lo lógico, lo sensato hubiera sido pedir perdón a tus familiares y parar este desquicie, pero no, ha servido para todo lo contrario, porque hay muchos intereses en juego y todo un proceso de ingeniería social, así que la sumamente incompetente Margarita Robles ha echado mano del argumentario y ha incidido ¡en la importancia de seguir vacunándose! La ministra ha reconocido que es «muy duro» cuando se dan situaciones como la del cabo fallecido pero, recurriendo a un lenguaje bélico de circunstancias, ha afirmado que «al virus lo tenemos que vencer y la mejor manera de vencerlo, aunque haya momentos duros y dolorosos, es vacunarse». La frase no tiene lógica y muestra la manipulación que se esconde tras las timovacunas, porque una vacuna puede tener, es comprensible, un efecto de producir una reacción de fiebre, pero la muerte…Algo falla. Todo falla.
«La vacuna es un seguro», ha afirmado Margarita Robles con tu cuerpo aún caliente, cabo Francisco Pérez Benítez, sarcasmo máximo, un seguro de muerte, un pasaporte para la muerte, y esto es el efecto inmediato, faltan los a medio y largo plazo. A la ministra el han comentado «la ilusión» con que te vacunaste; has sido tratado como la cobaya de un experimento planetario; maldita ilusión, basada en la histeria que han provocado los dirigentes. con todos los beneplácitos, haciendo abuso de la ciencia y de la medicina, ausentes del debate. «Desde el punto de vista médico hay que seguir vacunándose, hay que animarse y que todo el mundo se vacune». Y se ha quedado tan ancha, Margarita Robles. ¡Qué responsabilidad están asumiendo los médicos con su silencio cómplice, añadido al del personal de las UCIs en el genocidio protocolario perpetrado!
Cabo Francisco Pérez Sánchez, la ministra ha ido a reírse de ti; nos han tomado por imbéciles. ¡Ya está bien! Eres una víctima de la locura de la timovacunación.