Luis Bru.
Es una vergüenza, pero no dan más de sí, están para no hacer periodismo, El Día de Tenerife está para hacer, en todo caso, un antiperiodismo lameculos y lacayo del poder. Para eso nacieron, para eso crecieron y para eso morirán. A las órdenes de Javier Moll, el mayor lacayo del reino, todo un estilo. No sabe nada de periodismo, sino de relaciones y negocios oscuros con el poder socialista. Empezó con Información de Alicante y con el Levante de Valencia, adquiridos sin poner un solo euro de su bolsillo, con créditos blandos e impagados de la Caja de Alicante y Caja de Valencia, desaparecidas tras cumplir su corrupta misión: no servir a sus clientes, sino a la casta. El último regalo ha sido El Periódico de Cataluña. Todos los periódicos del Grupo Moll están para no decir nada a cambio de suculentas publicidades institucionales y la compra oficial de diarios.
¿Qué ocurre cuándo se produce una noticia que hunde a la sociedad? El Día de Tenerife sigue haciendo lo único que sabe hacer: lamer el culo al poder socialista, ser su lacayo perruno. Se aplica con más pasión y devoción. El Día de Tenerife vive en otro planeta, notario de una realidad distópica, da asco y más que asco, vómitos, porque no se puede ser tan canalla, tan distante de la plebe dolorida y sufriente. El problema de la inmigración no existe. Si viniera un marciano y entrara en su web diría que no hay inmigración de hecho. Ayer abre con que «Canarias suma 363 nuevos casos y cuatro fallecimientos», el coronavirus como coartada. Luego, en lugares más o menos destacado noticias del tenor de «una avioneta en vuelo rasante rompe unos cables elásticos sobre la TF-1 en Arico» o «dos palmeros, entre los trinca vacunas de La Sexta». Incluso el turismo funciona: «Ashotel contribuye a la recuperación del turismo local en El Hierro y La Gomera».
Sólo dos noticias sobre inmigración en lugar discreto. Una, «CC rechaza el traslado de migrantes desde Gran Canaria a macrocentros de La Laguna». No sé quién lanza las consignas, pero son llevadas a rajatable: migrantes es palabro que no existe en el diccionario; existe migración: «se usa hablando de las migraciones históricas que hicieron las razas o pueblos enteros»; por ejemplo, los bárbaros en el imperio romano, los hunos de Átila, y los mongoles de Genghis Kan. Todo el mundo actualiza como por ensalmo «migrantes», que no existe, una persona no migra, inmigra, hacen migraciones los pueblos, invadiendo, claro está, que es de lo que se trata.
Durante unas horas, luego púdicamente han quitado la noticia, han colocado el siguiente artículo: «Una concentración ilegal contra los inmigrantes divide a Las Rehoyas», firmada por Teresa García, para que se le caiga la cara de vergüenza, si la tiene, que no entra en el sueldo. Es decir, lo más importante del inicio de la rebelión cívica, de la lucha por la supervivencia económica y física, en Las Rehoyas es que ha sido ilegal, o sea espontánea, como un alarido salido de las entrañas del pueblo canario. Y luego que divide, lo que es mentira y buen síntoma del tema es que el espantapájaros que ya no asusta a nadie del hipotético racismo -a nadie le gusta el agravio comparativo de que vivan en hoteles, con comida gratis y diez euros diarios para gastos, ni que le pisen en su casa, ni que armen conflictos, ni que no cumplan ninguna norma sanitaria, ellos sí-se aventa con nombres inventados, porque quieren mantener el anonimato, de lo que se colige que la periodistilla se los inventa al peso.
Pero luego quitaron la noticia, no en un arranque deontológico ante la mierda de información, sino ante el error de dar a conocer, bien que desprestigiándola, una manifestación en Las Rehoyas, cuando la consigna es callarse como putas babilónicas, porque la gente se está sublevando contra la cochambre de clase política de las Islas, que es la que paga a los periodistas de todos los medios, y más si sabe de El Día de Tenerife, y quien paga, no hay ni que decirlo, manda. El pueblo, que debía permanecer quieto, se ha cansado de tanta chorrada y tanta ruina, y protesta y eso ya no lo para nadie.
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