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El Estado de Texas insinúa la secesión

Redacción




Mike Sala.

Don’t mess with Texas, dice un orgulloso slogan en el Gran Estado del sur de la Unión. No te metas con Texas. Una frase que es más profunda de lo que pueda parecer a priori, porque de ser una idea publicitaria del Estado para una campaña de mediados de los 80s que pedía a los usuarios de carreteras y autovías reducir los niveles de basura acumulados en los márgenes de esas vías. Don’t mess with Texas pasó a ser, con el tiempo, un mantra para muchos texanos que define muy bien y en pocas palabras la advertencia de lo que puede suceder cuando alguien se mete con Texas. Y como era de esperar cuando uno conoce un poco el modo de ser en el sur de los Estados Unidos, la reacción del Partido Republicano de Texas frente a la escandalosa decisión de la Corte Suprema constituye un Don’t mess with Texas en toda regla.

 

La negativa de la Corte Suprema de los Estados Unidos de no admitir a trámite la demanda de Texas contra los cuatro estados sospechosos de fraude electoral masivo, y el desprecio cometido por los miembros de la Corte al no querer molestarse ni en examinar la demanda antes de negar su trámite, obtuvo el pasado viernes una contundente contestación. En un durísimo comunicado los republicanos de Texas declararon:

 

“La Corte Suprema, al desestimar la demanda de Texas a la que se unieron diecisiete estados y 106 congresistas de EE. UU., ha decretado que un estado puede tomar acciones inconstitucionales y violar su propia ley electoral. Esta decisión establece un precedente que dice que los estados pueden violar la constitución de los Estados Unidos y no ser responsables. Esta decisión tendrá ramificaciones de gran alcance para el futuro de nuestra república constitucional. Quizás los estados respetuosos de la ley deberían unirse y formar una Unión de estados que respeten la constitución»

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No es la primera vez que Texas advierte que no le temblaría el pulso a la hora de decidir si se separa de los Estados Unidos en un proceso de secesión, ya que durante la administración Obama, concretamente en 2012, y debido a las políticas izquierdistas de aquél presidente, se valoró en el Gran Estado del sur la posibilidad de debatir en su cámara legislativa tal posibilidad de secesión.

 

En otro frente ayer, sábado 12, el equipo legal del Presidente Trump hizo público que presentará demandas reformuladas, según anunció el abogado Ruddy Giuliani en el programa War Room Pandemic presentado por Steve Bannon. Giuliani recordó a la audiencia cómo los grandes medios siguen negando que existan evidencias de fraude cuando lo cierto es que las evidencias en grabaciones, testimonios, declaraciones juradas, documentación y material informático se acumulan por miles y que ya solo la existencia de semejante y reiterada negativa demuestra el hecho de que los medios están trabajando para la candidatura de Joe Biden, e insistió Giuliani en que las demandas reformuladas ya estaban preparadas para su presentación; una estrategia que el propio abogado definió en la entrevista como “Plan B”, en una clara alusión a que el presidente Donald Trump y su equipo legal contemplaban la posibilidad de que la Corte Suprema rechazara las demandas para allanar así el camino de Joe Biden hacia la Casa Blanca. “Nadie quiere enfrentarse a la realidad de que se robaron estas elecciones”, sentenció Rudy Giuliani en un momento de la entrevista en el que afirmó que los tribunales han estado esquivando su responsabilidad de atender las demandas y que los electores de los Estados que van a presentar nuevas causas sí poseen la legitimación que se les ha negado a los propios Estados demandantes. 

 

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Por su parte, la abogada y ex Fiscal General Sidney Powell anunció en la noche del viernes que su equipo había presentado apelaciones de emergencia en  Michigan y Georgia y que en breve lo harían en Wisconsin y Arizona, con documentación relativa a cuestiones constitucionales y pruebas de fraude electoral masivo. 

 

Sea cual sea el curso de los acontecimientos en los próximos días y semanas, lo que ya resulta inevitables es la decepción de muchos norteamericanos que, viendo una vez más cómo la corrupción está fuertemente  incrustada en el sistema en cuanto a políticos, jueces, funcionarios y medios de comunicación, hoy sienten más profundamente que nunca el riesgo de que en los Estados Unidos llegue a existir un vacío de autoridad civil que facilitaría en gran medida la sucesiva implantación de una dictadura socialista, lo que en realidad es la meta del ala ultraizquierdista del caído en desgracia Partido Demócrata. Nunca antes, en la historia de esta gran nación, un partido político se había convertido en un ejemplo tan fiel de lo que es un enemigo interno que trabaja contra sus ciudadanos y a favor de los más liberticidas intereses.