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Carta al chulo puta Pedro Sánchez: Grandísimo hijo de la gran puta, Canarias será la tumba tuya y de la izquierda mema (4): El negocio del exterminio: las ONG y los Servicios Sociales

Redacción




Enrique de Diego.

Chulo puta, Pedro Sánchez, grandísimo hijo de la gran puta, dicho coloquialmente, y dejando a tu madre biológica al margen, la convicción de que el pecado original ha quedado restringido, monopolizado por el hombre blanco y heterosexual, la raza maldita, a la que tú curiosamente perteneces, y de alguna manera tus hijas, Ainhoa y Carlota, no hubiera tenido tanto recorrido, no resultaría tan amenazadora, si no se hubiera convertido en un negocio colosal para los que sólo miran el presente, si no se hubiera convertido en la justificación de una extraordinaria expansión del funcionariado prescindible y de los servicios sociales en particular. Esos servicios sociales tienen como misión destrozar y destruir lo que queda de familias autóctonas. En comandita con la ley de violencia de género, en unión con la Justicia, ese entramado de psicólogos y trabajadores sociales, resulta destructivo y letal.

Una vez conseguida la caída de la natalidad, mérito de gays y lesbianas, se presentó la oportunidad de proceder a la sustitución de los blancos y heterosexuales. Se afirmó que debíamos proceder al cierre de escuelas, pero se obtuvieron nuevas levas de familias foráneas con hijos abundantes y se mantuvieron todas abiertas. Se pervirtió a las ONG haciéndolas muy gubernamentales y colaborando con las mafias en acarrear a sarracenos y George Soros montó su Proactiva Open Arms para traerlos en el Mediterráneo Occidental, se montó la guerra de Siria, un país seguro y tolerante con las minorías cristianas, y Barack Obama se encargó de financiar y preparar a los fanáticos y salvajes del Daesh, y la Open Society se encargó, en connivencia con los servicios sociales alemanes, de inundar Europa de «refugiados». Un gran negocio para los traficantes de armas y para los servicios sociales.

Veamos, cómo han funcionado las trabajadoras sociales en los atentados de Las Ramblas con los niñatos terroristas de Ripoll. Mientras preparaban, con impericia, las bombas que luego les estallaron en las manos manos, grabaron unos vídeos sádicos en los que afirmaban que «esto lo hacemos para que estallen las cabezas de vuestros hijos” o “españoles, vais a sufrir”.

Alcanar era la segunda residencia de los patéticos psicópatas sarracenos, pero todo el grupo provenía de Ripoll, por ironías del destino, cuna de la Cataluña cristiana. No eran unos marginales, sino unos mimados de los servicios sociales, cuyo fracaso había sido total, o su éxito, pues trabajadoras sociales y educadoras sociales tienen a los inmigrantes, especialmente a los sarracenos, como sus mascotas o sus hijos adoptivos. Sabemos lo que es una trabajadora o una educadora, pero si le añadimos social todo se difumina; son una plaga destructiva dedicada a socavar las bases de la sociedad occidental.

De hecho, los psicópatas tuvieron sus plañideras. La nota la dio Raquel. Había sido la trabajadora social que había funcionado como una especie de madre putativa. «Y yo que creía que lo estaba haciendo bien, que había contribuido con mi granito de arena…» Esta incompetente proteica, esta pedazo de estúpida irrestricta, esta hipócrita sin límites, mostraba un extraño síndrome de Estocolmo que la llevó hasta la exaltación de Younes, un completo degenerado que mató a inofensivos viandantes de Las Ramblas, incluidos niños y que en su huida a asesinó a un cooperante a cuchilladas, para caer abatido como el execrable cobarde que era. «¿Cómo puede ser, Younes…? Me tiemblan los dedos, no he visto a nadie tan responsable como tú…» ¡Vaya personaje esta Raquel, de idiocia completa!

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Una mente muy perturbada, con acusados desequilibrios emocionales, algo que es habitual en ese inframundo de las trabajadoras sociales. Decía en su alucinada carta: “Permitidme contaros y enseñaros la otra cara de la moneda, la que no sale en los periódicos, la que no llora en público, la que en silencio contiene las lágrimas porque parece que esté mal visto llorar por ellos. Permitidme deciros cómo eran ellos, o al menos los niños que yo conocí. Mis pre-jóvenes del Lokal. Se me hace tan duro”.

No fue la única descerebrada camuflando su fracaso existencial, la nulidad de su función. “Eran chicos normales, de aquí, adaptados, que hablaban un catalán perfecto», explicaba Nuria Perpinyá, técnica de convivencia de Ripoll. «Younes para mí era una persona de lo más normal, era mi vecino». Además, de esa nota esotérica de que hablaban un catalán perfecto, la tal Nuria está incapacitada para cualquier labor. Cualquiera de las acepciones o estándares de normalidad no se corresponden con esos mostrencos asesinos, que regocijaban en matar niños. ¡Qué el degenerado de Younes, personaje surgido de una atávica barbarie y de un inmenso complejo de inferioridad fuera para Nuria Perpinyá de lo más normal indica su grosera estupipez! Por cierto, ¿qué es una técnica de convivencia, para qué sirve?

Tiempo después de la masacre de Las Ramblas y el atentado de Cambrils descubrimos que se nos ha estado mintiendo de manera irrestricta, a través de todos los canales, La Generalitat catalana, el Ayuntamiento y la ciudad de Ripoll, con el coro de las trabajadoras sociales como plañideros, generaron un constructo imaginario para eludir responsabilidades. Esa vasta y exitosa operación de camuflaje estableció un paisaje por completo falso:

  • Los terroristas, jóvenes muy mimados por el sistema, en los que se había invertido mucho dinero del contribuyente, eran muy buenos chicos manipulados, en un auténtico lavado de cerebro, por un imán de extraordinarias capacidades seductivas.
  • Los jóvenes, así pervertidos, habían actuado con extraordinaria sagacidad, de forma que nadie había advertido ningún signo de radicalización.
  • El imán tampoco había dado ninguna muestra de su perversa voluntad, de forma que en la mezquita nadie había sido consciente de la radicalización terrorista, y vivía grandes medidas de seguridad de forma que se reunía con algunos de los terroristas en una camioneta.
  • Los jóvenes de Ripoll seguían manteniendo, después de ser unos execrables asesinos, cierto nivel de bondad natural, de forma que el objetivo social prioritario era acompañar a sus familias en el duelo y evitar que se produjera hacia ellas cualquier nivel de rechazo o eso de la islamofobia.

Esta serie de groseras mentiras, que en su conjunto componen una operación de contrainformación y que muestran la capacidad de manipulación de la tiranía mediática para imponer la mentira a la sociedad, tenían como objetivo alcanzado: a) evitar la exigencia de responsabilidad a la Generalitat, cuya policía había cometido todos los errores posibles: no sólo no se hizo una investigación rápida de la explosión de Alcanar, sino que ni tan siquiera se interrogó al superviviente; no se detectó la conformación de un grupo terrorista en Ripoll de manifiesta impericia y fallas continuas en sus sistemas de protección; b) preservar la mentira de la integración de los nous catalans y de las políticas desarrolladas de cara a esa línea: frente a esto, los niñatos terroristas se muestran con un odio islámico irrestricto hacia los españoles y hacia el mayor emblema artístico de la identidad cristiana catalana, la Sagrada Familia de Gaudí; c) evitar las responsabilidades del Ayuntamiento de Ripoll y de sus servicios sociales, que participaron en la generación de la mentira vendiendo que no hubo signos de radicalización y poniendo a las familias de los terroristas en el primer plano de la protesta.

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La realidad es sencilla y terrible:

  • El imán hablaba abiertamente en los sermones de la mezquita de que había que matar no musulmanes, como imperativo de la guerra santa (no es ninguna ascesis interior, sino asesinato y genocidio)
  • Los signos de radicalización de los terroristas fueron patentes y clamorosos durante más de un año, de forma que las familias estaban todas preocupadas, y con la certeza de que sus hijos iban a hacer algo gordo. No hubo ninguna denuncia ni aviso.
  • La comisaría de los mossos de Ripoll estuvo, a lo que se ve, de permanentes vacaciones. Sus miembros estaban afectados por una ceguera ideológica, bajo las coartadas de racismo y xenofobia, inducida por los políticos que han situado a los musulmanes como su grupo mascota.
  • Los terroristas no eran esas almas cándidas que vendieron, entre lloriqueos, las trabajadoras sociales, madres putativas, sino unos sádicos, cuya imaginación asesina iba mucho más allá que su pericia. Todo el dinero invertido en ellos a través de la educación y los servicios sociales fue tirado a la papelera.

Hay una cuestión de fondo: los terroristas tenían la nacionalidad española, pero no se sentían españoles, de hecho odiaban a los españoles, a los que querían exterminar. La nacionalidad no es un mero hecho administrativo y debe ser revisada y retirada a quienes ni son ni quieren ser españoles aunque lo pongo en un falsario documento.

La masacre de Las Ramblas fue, también, el fracaso de trabajadoras y educadoras sociales, que, en realidad, no sirven para nada, se trata de un oficio prescindible y destructivo, que debe ser erradicado:

  1. Nunca resuelven nada a los nacionales. Casi siempre les complican la vida o los destruyen.
  2. Su clientela son los inmigrantes, y especialmente los musulmanes, su grupo mascota preferido
  3. Casi nunca tienen hijos, y trasladan sus frustraciones a la función de madres putativas de los foráneos
  4. Son un oneroso lastre para el contribuyente

Ahora, chulo puta, en Canarias, la has montado., la has liado parda  Vienen varones solos, ya no se oye el torrente de lágrimas buenistas. Es una población que vive del turismo y que has arruinado. «Canarias es un polvorín, Canarias es un volcán», que dice Ana Oramás. Vas a tener que actuar y no estás preparado. Todo el proceso de ingeniería social para acabar con el hombre blanco y heterosexual ha estallado echa añicos.