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La «gran sustitución»: el plan diabólico para acabar con la raza blanca, el cristianismo y la civilización

Redacción




Enrique de Diego.

Desde su atalaya del Elyseo, Macron ha oteado el horizonte y está inquieto por la «gran sustitución» de la población de raza blanca y cristiana por islamistas. Teme que Francia afronte en el inmediato futuro una guerra religiosa. Según Le Canard Enchainé, brama y teme a la vez que «si no tomamos esta lucha cara cara vendrá la época difícil de enfrentamientos y milicias”. Redacta una ley para prohibir el «separatismo musulmán», la creación de un estado en medio del Estado, algo que ya es visible en Francia. Este es el último Macron, el de la experiencia, no el niño mimado de las élites, formado en la banca Rotschild, preparado para cerrar el camino a Marine Le Pen. Ya no es la sociedad multicultural lo que defiende sino la simple supervivencia de Francia.

La «gran sustitución» de la población de raza blanca ha sido una tesis mil veces maldita y condenada por la izquierda como delirios conspiranoicos y, sin embargo, es evidente, es el proyecto de ingeniería social más ambicioso de la historia de la Humanidad, cuyos pasos son fáciles de describir:

1.- Imposición del aborto y de la cultura de la muerte.

2.- Presentación del colectivo LGTBI -y no sé qué siglas más- como superior y ejemplo a seguir.

3.- Subversión de un feminismo lésbico directamente enfrentado al varón.

4.- Imposición de las leyes de violencia de género, que han destruido los valores familiares y a toda una generación de niños.

5.- Sociedad permisiva y hedonista para la juventud, a fin de debilitarla y hacerla adicta al alcohol, a las drogas y al sexo, sin autodisciplina.

6.- Política de fronteras abiertas, derecho de asilo y refugiados; extensión de un complejo de culpa en las occidentales.

7.- Black Lives Motter, pero no importan las vidas blancas, extensión de un racismo antiblanco.

8.- Consideración del genérico delito de odio para toda opinión que se oponga a la «gran sustitución».

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El objetivo no es una sociedad multirracial y multicultural, sino el exterminio de la raza blanca. La primera consecuencia ha sido una caída generalizada de las tasas de natalidad. La segunda, la destrucción de los valores familiares, con grave perjuicio para toda una generación de hijos. El escenario bíblico es el que teme Macron; una guerra como la de Siria pero esta vez en los países occidentales. Una guerra de exterminio.

Los blancos han sido enseñados a no tener en cuenta su etnia, a culparse de todos los males de la Humanidad, y en nombre de un falso humanismo, considerarse obligados a la recepción de todos los excedentes de la población del planeta, al margen del cumplimiento de cualquier Ley. El racismo antiblanco es ubicuo, es la línea editorial e informativa de todos los medios de comunicación, casi sin excepción. Es la norma en las redes sociales. Lo impregna todo. Se dedican ingentes cantidades de dinero. Es la doctrina de la Unión Europea y del Vaticano. Resulta penosa la figura del Papa Francisco, Jorge Bergoglio, ascendido mediante un Cónclave simoníaco, entre las figuras prominentes del odio a Occidente, cuando el objetivo último es el exterminio de los cristianos y de la raza blanca.

Jorge Bergoglio.

Esta dinámica de la «gran sustitución» ha infectado a la izquierda, el izquierdoislamismo, que se dice en Francia, sin doctrina propia, como ideología sustitutiva, al Partido Demócrata estadounidense, a las Universidades, de donde salen licenciados infectados del complejo de culpa.

Para facilitar sus planes, Barack Obama provocó la guerra de Siria, que se ha cebado especialmente en los cristianos, y una oleada de «refugiados» musulmanes que rompieron los diques europeos.

Polonia, Hungría, dentro de la Unión Europea, y la santa Rusia son los principales y casi únicos focos de resistencia. Donald Trump en Estados Unidos es el único dique contra este proceso de ingeniería social, que tiene un persona deleznable y demente como Joe Biden, y sobre todo en Kamala Harris una mujer peligrosa.

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La demografía impone sus dictados y la raza blanca está perdiendo la «guerra de las cunas», de la que hablara el gran Theodore Roosevelt. La izquierda, que no se reproduce, cree poner contar con una amplia coalición de minorías, grupos mascota, que la deglutirán en cuanto tengan mayoría. El separatismo también ha sido infectado de ese sentimiento racista antiblanco, con los nous catalans y la traición del PNV y Bildu a sus postulados etnicistas, que sólo funcionan con el español.

¿De quién es el plan preconcebido de esta ambiciosa ingeniería social? De Satanás, pues pretende acabar con el cristianismo y con la civilización occidental o judeocristiana, la única que responde al concepto ilustrado de civilización, como aquello que ayuda a perfeccionar la especie, y la que ha conseguido todos los adelantos técnicos de que ahora gozamos.

George Soros.

Pero sin duda es la Open Society de George Soros la que propicia esta «gran sustitución». En 2016, cuando Soros era un desconocido, una megafiltración WikiLeaks reveló numerosos documentos de la Open Society Foundations de George Soros, que lo sitúan como financiador de numerosas onegés y diversas iniciativas con europarlamentarios para imponer el multiculturalismo en Europa y desintegrar las naciones europeas.

Quiero pensar que conocer la «gran sustitución» es empezar a vencerla. Al menos, Macron ha caído en la cuenta y ha cambiado. A mí también me ha costado ver el macabro y gigantesco plan del genocidio blanco.

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