Enrique de Diego.
«El manifiesto de las clases medias», publicado en 2007, es mi pequeño gran libro. «República Constitucional» es de don Antonio García Trevijano; ahí está él en carne y huesos, en plena lucidez intelectual, en ilustrado magisterio, condensado en 21 páginas; he puesto un lenguaje coloquial y ameno para llegar al mayor número posible de personas, a todo el pueblo soberano, pero el tajo asestado al nudo gordiano -¡a fe que lo he dado!- lo ha dado mi mano guiado por la suya y la piedra certera a los pies de barro ha sido tirada por mi mano guiada por la suya en total sintonía.
De «El manifiesto de las clases medias» surge directamente la Plataforma de las Clases Medias, ante la contastación de que nadie hacía nada. Recuerdo en un viaje en el autobús 27 que recorre toda la Castellana, atestado de aficionados del Real Madrid, me encaré con ellos y al fina les espeté: «¿cuándo llegue el hambre?». Y respondieron: «cuándo llegue el hambre nos moveremos». Mantengo una duda metódica legítima, pues la gente queda atrapada en la servidumbre voluntaria y va a necesitar un shock para reaccionar.
Con la heroica y pionera Plataforma de las Clases Medias. Celebramos dos concentraciones en Colón, hicimos un exitoso asalta a La Moncloa, protestamos poniendo un chorizo en la puerta de la sede de UGT, recorrimos media España, dando mítines, Valladolid, Salamanca, Zaragoza, Barcelona, Albacete, Alicante y una multitudinaria en Valencia. De toda esa ingente actividad no queda ni un eco en los medios de comunicación y no porque no supieran la hora y el lugar donde nos concentrábamos. En todos los sitios había periodistas que no daban nada y nos sometían a conjura del silencio. Un silencio atronador. Recuerdo la gran concentración que celebramos en 2008 en la Plaza de Colón. Asistieron 25.ooo personas, que atestaban la plaza y calles
De youtube he rescatado estos tres vídeos, de mala calidad, pero que valen un potosí como testimonio de su existencia. El primero y el tercero se corresponden a la convocatoria a ciegas contra el rescate los bancos con dinero del contribuyente en la crisis desatada por la quiebra de Lehman Brothers y la crisis de las subprime. Acudieron tres mil personas, para mi sorpresa, a pesar de toda la presión mediática a favor de esa medida. Hay habla de un arma eficaz: la insumisión fiscal. El segundo vídeo corresponde a la salida hacia Moncloa.
La segunda ocasión que nos concentramos en Colón fue memorable. Nos congregamos 25.000 personas. Impresionante. Curioso y altamente significativo: asistieron todas las televisiones, una multitud de cámaras. Me entrevistaron varias de ellas, entre otras Antena 3 y Telecinco. Tuve la sensación de que no iban a dar nada, como así fue: la conjura de silencio fue completa. Incluso Intereconomía que editó un reportaje de seis minutos, no lo pasó en pantalla, seguramente por orden expresa de Julio Ariza, el mismo que hoy en día pide dinero a las clases medias, y que nadie le debe conceder porque es un estafador. También, como anécdota, aparece Javier Benegas, un personaje desleal, que creyéndome indefenso, me pegó una puñaladita desde Vox Populi y que sentado cátedra de aspirante a ideólogo de Vox, con desigual fortuna. Los de la Plataforma de las Clases Medias, con los grandes María y José, han quedado en enviarme enlaces a sus vídeos, que os ofreceré como un histórico de aquella iniciativa desesperada y pionera que hoy continúa con mi libro «República Constitucional».
En «El manifiesto de las clases medias», un libro que está pidiendo una reedición, con una magnífica portada de Francisco Segarra, se critica el chantaje de la socialdemocracia para evitar el comunismo, que conlleva la expoliación. Se hace el elogio a las clases medias: «se han dedicado a resolver problemas, no a crearlos» y «como ellos nunca han querido explotar a los demás, les ha parecido inconcebible que quisieran explotarlos a ellos», pero la realidad es que «sobre la masa laboriosa de las amplias clases medias, se ha instalado una superestructura burocrática que la depreda», de modo que utiliza el concepto de redistribución de la riqueza para perpetrar el «hurto legal».
Los peores enemigos son los políticos profesionales, los que han hecho de la política su profesión, y que son «la peste de nuestras democracias», y que explican «la traición de los partidos conservadores» a las clases medias. «Funcionarios de los partidos, funcionarios de la política, democracia de funcionarios». La lucha continúa con más fuerza que nunca y la Plataforma de las Clases Medias está viva.
El manifiesto de las clases medias, Enrique de Diego, Editorial Rambla, Madrid, 2007, 93 páginas.