Enrique de Diego.
«La verdad carece de espacio en unos medios de comunicación que viven de los favores de los partidos», escribe don Antonio García-Trevijano en «Teoría Pura de la República». Una verdad como un castillo. Él lo experimentó -¡de qué manera!- cuando barría en audiencias y el sistema partidocrático, trufado de intereses creados, acudía con prontitud a quitar los plomos. No se podía tener mucho tiempo en el programa sin que el periodista tuviera muy serios problemas. Quien ha osado criticar el Estado de partidos, o la monarquía, se ha encontrado con los mismos inconvenientes en su carrera profesional.
El sistema tiene formado un circo, y todos disputan sin poner en cuestión sus bases. La izquierda mediática, dominante en la televisiones, está muy desacreditada tras hacer seguidismo del Gobierno en la crisis del coronavirus. Pienso que todo el mundo se ha dado cuenta de que miente. Está de los nervios con el 8 M y no sabe qué hacer. La derecha mediática, muy desmerecida en los medios, casi todos quebrados, está jugando a deslegitimar al Gobierno. Hay una intensa disputa entre los que culpan al Gobierno por su ineptitud e improvisación -la derecha mediática- y los que culpan a Isabel Díaz Ayuso y a la Comunidad de Madrid -la izquierda mediática- de lo peor de la pandemia. Todos mienten y todos se engañan. Todos han fallado en el coronavirus y ahora viene el «incendio» económico, para el que el Estado de partidos no tiene solución.
Ya sea Federico Jiménez Losantos, o Javier Negre y Cristina Seguí con «Estado de alarma», o Eduardo Inda, con Ok Diario, todos tienen un partido de referencia del que esperan que les nutra con publicidad institucional y al que no critican. Hay que dejarles que se cuezan en su propia salsa; nos hacen el trabajo sucio y, los repúblicos, así no tenemos ni que mancharnos las manos. Para los que gustan de la filosofía gramsciana, la «hegemonía cultural» está rota, ha entrado en etapa de confusión.
No conviene perderse en lo que San Josemaría Escrivá de Balaguer denominaba la «mística ojalatera», ojalá tuviéramos televisiones, ojalá tuviéramos cadenas, y centrarse en los medios con los que contamos: Rambla Libre, tras tres años de esfuerzos ímprobos, La Hora de Demos, los lunes, miércoles, viernes, a las 21 horas, en Radio Ya, mi twitter @enriquedediegov y Republicano Digital, el blog de Mike Sala. Y la piedra certera lanzada a los pies de barro del gigante, mi libro «República Constitucional», en Amazon. Hay que difundirlo, hasta conseguir masa crítica. En septiembre, haremos un gran acto en un lugar emblemático de Madrid y entraremos en la fase II: un movimiento ciudadano llamado a conseguir un periodo de Libertad Constituyente.
«República Cosntitucional» (Amazon) va como un tiro. Se ha posicionado con fuerza en los dos primeros puestos de más vendidos de las tres clasificaciones de política -libertad y seguridad política, derechos civiles y política-, gracias al programa referencia ética y profesional, del auténtico periodismo, que siempre es búsqueda de la verdad, contrapoder frente al abuso del poderoso, y a eso responde la Voz del gran César Vidal. Su colaboradora, subdirectora del programa, María Jesús Alfaya bordó la entrevista, no eludió ningún tema, le puso corazón e interés humano, y rompió, y de qué forma más arrolladora, la conjura de los necios y del silencio. Ahora toca regalarlo, difundirlo, comentarlo, propagarlo hasta que consiga la masa crítica que haga saltar por los aires el nefando sistema del Estado de partidos, degradante y arruinante, expoliador. Aquí dejo la entrevista para que la gocéis, repúblicos.
Hay que plantearse metas ambiciosas. Nada del 50% de abstención activa, el 100%, que no acuda nadie a votar. «Las urnas de listas son pesebres para acémilas», escribió don Antonio García Trevijano. Se puede conseguir. Todos unidos echaremos abajo este sistema de Estado de partidos. «Tampoco es un azar que, ante el hundimiento de las partidocracias en la corrupción y la incompetencia, aparezca como nueva idea-fuerza la de República Constitucional», dijo el maestro García-Trevijano. Ha llegado el momento de llevarla a la práctica. Ahora o nunca y va ser ahora.