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Federico quiso investir a Cañizares como presidente de la Conferencia Episcopal

Redacción




Enrique de Diego.

Federico Jiménez Losantos, que puede llegar a ser un personaje bastante rastrero y mezquino, como veremos en este serial, tiene una tendencia patológica a victimizarse y a mentir sobre aspectos de su autobiografía. Hay una coincidencia general entre las personas que han colaborado con él durante años en que es un desequilibrado, ególatra, con una especie de shock postraumático tras su salida de la COPE, que ha empeorado progresivamente con el tiempo y que explica el desastre empresarial en que han degenerado EsRadio y Libertad Digital.

Losantos, con su relinchamiento. /Foto: lasideasdejegenio.blogspot.com.

La salida de Losantos de la COPE tiene una explicación sencilla y lógica: los obispos se hartaron de él, lo utilizaron como tonto útil, pero se cansaron de que se les diera más disgustos que satisfacciones y de que patrimonializara la cadena. Losantos ha dado su versión de este hecho altamente traumático, y que aún no ha sido capaz de superar, en un libro obtuso y acumulativo titulado “El linchamiento”, que más bien debería titularse el relinchamiento, pues son una serie de relinchos del turolense. A mí me dedica un tedioso capítulo de 50 páginas, como un linchador clave, sólo por haberme opuesto a sus delirios alucinógenos y a sus groseras mentiras y a sus amorales estupideces sobre la masacre del 11-M.

Federico Jiménez Losantos (de pie, a la izquierda)y Javier Rubio, en la primera fila, el primero a la iizquierda, en una foto de juventud.

He tratado ocasionalmente a Federico Jiménez Losantos de manera superficial. Intervino en la presentación de mi libro “El socialismo es el problema” –sobre el que se articuló ideológicamente la refundación de AP en el PP- pero por interés del coautor Lorenzo Bernaldo de Quirós. Le invité a las Jornadas Liberales Iberoamericanas en Benidorm. Le organicé una presentación de su libro “La dictadura silenciosa” en la Institución Ferial Alicantina llenándosela hasta la bandera. Fui accionista de Libertad Digital y habitual colaborador durante los primeros años, pero mi relación fue con Javier Rubio, un caballero, un hombre templado y un gran profesional. Luego estuve, por su gentileza, en dos Jornadas Liberales Iberoamericanas organizadas por él en el maravilloso marco de Albarracín. Indico estas cuestiones para establecer que no tengo elementos suficientes para establecer un juicio personal, aunque sí puedo decir que tiene una tendencia patológica a mentir, que puede deberse a esa sensación de omnipotencia que le hizo perder pie en la COPE, y que describen quienes sí le han tratado con asiduidad. Es muy mentiroso, sobre todo cuando trata de desacreditar a alguien; debe ser una costumbre adquirida en su etapa de pringado comunista.

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Un enfermo mental insoportable

Mi sorpresa es que esas personas que le han tratado asiduamente durante años tienden a definirle como un enfermo mental y como una persona insoportable alrededor del cual han estado e incluso girado algunas de las mentes más brillantes de esta nación pero que han salido de su órbita o por extrañas depuraciones o porque les resultó insoportable -y añaden- su locura.

Javier Rubio con Federico Jiménez Losantos.

Entre las depuraciones, las más llamativas fueron el despido sin explicación alguna de Javier Rubio, amigo desde la adolescencia, y de una lealtad lacayuna, que puso en marcha Libertad Digital y lo situó en posiciones de referencia, y que ha definido públicamente la actitud de Losantos hacia él como la de “un cabrón”. Y la muy dolorosa del fallecido Germán Yanke, un encanto de persona, de exquisitas maneras y amplia cultura. Entre los que no le soportaban se cuenta Alberto Recarte, al que Losantos endilga toda la responsabilidad en las gestiones que llevaron a la compra de acciones en la primera ampliación de capitales por la caja B del PP, de forma que Libertad Digital ocupa un lugar de dudoso honor en la lista de Bárcenas.

Federico Jiménez Losantos, en el juicio por la demanda de Gallardón. /Foto: elpaís.com.

La vendida en el juicio de Gallardón

Sirva esto para hacer inteligibles los movimientos espasmódicos de Federico Jiménez Losantos para intentar impedir su expulsión del paraíso, o más bien del Olimpo donde se había creído la reencarnación de Júpiter tronante.

Nada hay peor que tratar de mostrar un poder del que se carece y Losantos se había puesto el listón muy alto, en el espejismo de la omnipotencia. El complejo jupiterino le llevaba a buscar sacrificios humanos y la víctima propiciatoria por excelencia fue Gallardón, un político muy de derechas que jugaba a congraciarse siempre con la izquierda y que, sobre todo, estaba notoriamente enfrentado con Esperanza Aguirre. La enconada disputa terminó en los tribunales. El día antes del juicio con Gallardón, según testigos presenciales, César Vidal, con la mosca detrás de la oreja y tratando de llevarle al sólido terreno de la realidad, le dijo:

  • Federico, ¿tú te fías del testimonio que vayan a dar Esperanza, Zaplana y Acebes?  Fíjate en que son compañeros de partido y tú, no.
  • Losantos sonrió con expresión suficiente y le dijo:  “No tengo ninguna duda de que me van a ayudar a acabar con Gallardón”.
  • Todos ellos sufrieron una amnesia gravísima que perjudicó mucho a Losantos.
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Losantos se pone a competir con Cáritas

Para congraciarse con los obispos, Losantos se puso literalmente a competir con Cáritas. En las organizaciones humanas, incluso en las más altruistas, desprendidas y caritativas se tiende a llevar mal la competencia y la suplantación de funciones. Desde La Mañana, Losantos montó un servicio de ayuda humanitaria. Hubo mucha gente que llamó para dar desde muebles de cocina a dinero.  Losantos pensaba que aquello le congraciaría con los obispos ya en un momento en que tenían decidido liquidarlo.  José Raga, catedrático de Economía, católico y profesor del CEU que como tal conocía mejor el paño que él le advirtió:  “Federico, no lo hagas. Los curas no te lo van a perdonar en la vida”.  Y, efectivamente, no se lo perdonaron.  Incluso desde Cáritas hicieron todo lo posible por hacerle quedar mal.

Losantos se pone a emular a los Borgia

El animoso y desesperado Losantos se puso a conspirar en el siempre cenagoso y delicuescente terreno eclesiástico. Puesto que querían echarle de la COPE, nuestro pequeño Júpiter les iba a tomar por asalto. Losantos puso sus miras en Antonio Cañizares, entonces arzobispo de Toledo y primado de España, título éste vaciado de contenido tras el Concilio Vaticano II, con el que parecía haber mayor sintonía hacia los intereses de Losantos. Se celebró una comida con Cañizares en el Palacio Episcopal de Toledo.

El cardenal Antonio Cañizares, en su entronización como arzobispo de Valencia. Una escena que parece salida del Renacimiento. /Foto: radical.es.

Esta imagen del agnóstico Federico conspirando entre las púrpuras es delirantemente sugerente, parece de ficción. Losantos se tomó muy en serio el papel de Borgia, y a la vuelta, en el coche, le dio con toda firmeza la consigna a César Vidal:

  • Tenemos que apoyar a Cañizares para que sea presidente de la Conferencia Episcopal

Un objetivo fuera de la realidad, fruto de la desesperación.

  • Federico, ¿no te parece que no es cosa nuestra la elección del presidente de la Conferencia episcopal?  -le contestó César Vidal.

Federico no respondió, ensimismado. Luego llegaría a viajar a Roma, tras su salida de la COPE, para entrevistarse con Cañizares, entonces en un dicasterio vaticano, para que le ayudar a volver a la COPE.

Losantos, realmente, nunca quiso poner en marcha EsRadio y de ese pecado original han devenido muchos de los desastres que han perjudicado a esa empresa tambaleante. Nunca ha asumido su abrupta salida del paraíso.

http://ramblalibre.com/2019/01/18/el-crepusculo-de-losantos-1-del-sindrome-de-la-omnipotencia-jupiterina-a-la-expulsion-de-la-cope/