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Manuel Valls, el que manda en un Ciudadanos que quiere heredar al PSOE

Redacción




Javier de la Calle.

Ciudadanos es un partido caudillista. En las elecciones municipales de 2015, los carteles electorales no eran de los cabezas de lista sino de Albert Rivera. Es éste, a través de acólitos como Fran Hervías, cuya carrera política está a punto de torcerse, el que designa a los cargos regionales, provinciales y locales del partido. En Ciudadanos, aunque parezca mentira en un partido que habla mucho de regeneración y la practica poco, no hay elecciones internas. Hasta la llegada de Manuel Valls, la nueva figura emergente, el único que hacía declaraciones marcando la línea era Albert Rivera, y las ruedas de prensa deslucidas de escuderos como José Manuel Villegas sin demasiado contenido, meras amplificaciones del mensaje del jefe.

En el caso de Manuel Valls no es así. Va por delante. Marca la línea. Actúa con independencia como si fuera el que manda en Ciudadanos. Recientemente, Albert Rivera en una entrevista distribuida por la agencia Efe daba la razón a Manuel Valls, algo impensable respecto a cualquier otro dirigente de Ciudadanos, y Manuel Valls no lo es, ni tan siquiera es militante, su candidatura es «independiente» y ha soslayado, sin explicaciones, el proceso de primarias, Valls fue el primero que estableció un rechazo absoluto a cualquier pacto con Vox y también el primero que hizo pública su posición a favor de un acuerdo PP-Ciudadanos avalado por la abstención socialista.

¿En qué basa su poder Manuel Valls? En principio se trata de un fichaje de rentabilidad discutible. Este nacido en el barrio de Horta de Barcelona el 13 de agosto de 1962, nacionalizado francés en 1982, alcalde de Evry, ministro del Interior, miembro del ala derecha del PSF, al que se afilió a los 17 años y al que abandonó, tras perder las primarias a la presidencia del partido, para recalar en La República En Marcha macroniana, fue primer ministro de Francia entre 2014 y 2016, una etapa gris más que dorada, de la que se recuerda su postura a favor de la expulsión de los gitanos rumanos y que fue la antesala del derrumbe del histórico PSF, hoy un partido marginal.

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Albert Rivera quiere heredar al PSOE

El macronismo precisaba en su brebaje evanescente y globalista la disolución en su interior del socialismo. Es la estrategia por la que apuesta Albert Rivera y que se está poniendo en práctica en Andalucía. heredar al PSOE que padece la enfermedad disolvente del sanchismo. La oportunidad estriba en hacerse, capitalizar y mantener el pesebre socialista andaluz, llevar a cabo un simple cambio en el Consejo de Administración de «la PSOE«. Por eso Juan Marín pide las Consejerías de Educación, Sanidad y la de Hacienda, las más nutridas de funcionarios y la llave del dinero. Ciudadanos no tiene banquillo; sus cargos preparados en Andalucía se cuentan como mucho por decenas y los puestos a cubrir son miles, así que lo que se pretende es que sigan los cargos socialistas en sus puestos y transfieran su fidelidad a la ‘petit Macron’, Albert Rivera. Esa estrategia precisa que Vox se deje engañar y ocupe el desmerecido papel del tonto del pueblo, insultado y votando a favor de los señoritos sin pedir nada a cambio, algo que es muy dudoso que suceda. Y también es dudoso que Susana Díaz esté dispuesta a firmar su acta de defunción: lleva viviendo de la PSOE desde los 18 años.

Este giro táctico a la izquierda de Ciudadanos pasa también por establecer una relación preferencial con los aterrados barones socialistas que han puesto sus barbas a remojar tras el varapalo andaluz y entre los que ha destacado Emiliano García Page por su fervor hacia la unidad de España en su mensaje de fin de año y al que se supone en relación fluida con Albert Rivera. ¿Qué posibilidades de éxito tiene este triple salto mortal de ese oportunista sin demasiadas convicciones que es Albert Rivera? Tantas como quedarse en terreno de nadie y perder a chorros confianza y credibilidad.

El escritor Juan Manuel de Prada.

Por primera vez Albert Rivera está sufriendo críticas aceradas e importantes desde sectores mediáticos que hasta el momento le eran propicios. Es el caso de Federico Jiménez Losantos para quien Rivera está aquejado de un «voxtipado«. Según desveló Roberto Centeno desde Rambla Libre, Rivera estaría al dictado de la masonería, de la que Manuel Valls presuntamente forma parte, y de ahí su influencia en el partido, y en cualquier caso al servicio de la agenda globalista de los plutócratas. Argumentarios de los que con su magistral pluma se ha hecho eco Juan Manuel Prada desde su columna de Abc: «El empeño del gabacho Valls por demonizar a la «ultraderecha» que propone detener las avalanchas de inmigrantes favorecidas por las mafias de Soros resulta, en verdad, hilarante, si consideramos que Valls quiso expulsar de Francia a los gitanos, sin recatarse de que el racismo le asomara por debajo del mandil. Hace un par de semanas, el boletín plutocrático Financial Times elegía, con irreprochable coherencia, «Hombre del año» al especulador financiero George Soros, dedicado en cuerpo y alma a destruir las sociedades europeas financiando las avalanchas migratorias, la legalización de las drogas y las políticas de género. De inmediato, Luis Garicano -flamante candidato de Ciudadanos al pudridero bruselense- publicaba en sus redes sociales un mensaje lacayuno, en el que felicitaba a Soros «por su incansable trabajo por la libertad y las sociedades abiertas», a la vez que vituperaba a sus detractores. Quien se engaña con los naranjitos es porque quiere».

Brigitte y Emmanuel Macron. /Foto: elle.com.

La nueva estrategia de Rivera y de su colíder Manuel Valls tiene dos hándicaps: desde la victoria electoral de Emmanuel Macron ha pasado el suficiente tiempo para contemplar su fracaso; Macron es hoy un político impopular en Francia que atemorizado no se atreve a salir del Eliseo por temor a ser increpado e insultado. Y a pesar de la insistencia en el centrismo geométrico, en realidad el electorado de Ciudadanos se ha nutrido de desencantados del PP, de su ala derecha (en la Comunidad Valenciana, buena parte de sus cargos son huérfanos del zaplanismo), que es por donde ha salido con más claridad y firmeza Vox.

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Una cuestión no menor de esta emergencia disruptiva de Manuel Valls es que está dejando a Inés Arrimadas en un segundo plano.