Enrique de Diego.
Albert Rivera está tratando de imitar o copiar la operación que el sistema llevó a cabo para llevar a Emmanuel Macron al Eliseo cerrando el paso a Marine Le Pen.
Antes de entrar en los fallos de la operación española, es preciso destacar que Macron ha resultado un completo fiasco en Francia. A día de hoy, es un hombre atemorizado, refugiado en el Eliseo que ha renunciado a esquiar en Navidades por temor a ser insultado por los franceses, que le han premiado con su inquina en sus últimas apariciones, de algunas de las cuales ha tenido que ser evacuado de urgencia por su seguridad.
Aunque en España esta cuestión ha sido soslayada: la insurrección de los “chalecos amarillos” tiene un contenido notoriamente étnico. Son franceses autóctonos que protestan por la subida de los combustibles y porque ese dinero –y otros- sean destinados a la islamización de Francia y a las políticas de inmigración. Ya hay dos naciones europeas que se encuentran al borde de la guerra civil contra el islamismo: Francia y Suecia. La inseguridad en Francia se ha disparado y la Policía tiene muchas dificultades para entrar en la banlieu de París, Marsella o Grenoble.
De hecho, las encuestas dan dos tendencias: la popularidad de Macron no hace otra cosa que descender, por debajo de la muy baja que tuvo Hollande, y el partido de Marine Le Pen lidera las encuestas de intención de voto de cara a las elecciones europeas. Existe la posibilidad de que las derechas se presenten en una lista unida.
Es obvio que Albert Rivera y Ciudadanos imitan a Emmanuel Macron y a La República En Marcha y la presencia de Manuel Valls como candidato a la alcaldía de Barcelona es una confirmación que no deja lugar a dudas. Rivera asume los aspectos fundamentales de la ideología vaporosa de Macron, con el que quiere ir en alianza estrecha a las europeas: cosmopolitismo, globalismo, europeísmo, cordón sanitario a la extrema derecha y política de fronteras abiertas o sin fronteras.
Para emular al macronismo, Albert Rivera precisa heredar al PSOE o a sus capas moderadas y de centro, mientras su votante actual es de derechas. Debe establecer un cordón sanitario a Vox, que por ahora no se ha producido, tras muchas declaraciones, en Andalucía. Y resultará difícil que pueda aducir a su favor el balance de Macron que, como ya hemos visto, es deplorable.
Por de pronto, Albert Rivera no es Macron. Éste, con todos sus defectos, tenía un curriculum impecable de alto ejecutivo de la Banca Rothschild y experiencia de gobierno como ministro de Economía. Rivera es un bancario de La Caixa, que ha dado innumerables bandazos ideológicos en su carrera y que no resulta fiable porque baila al son que tocan, de oído.
Ciudadanos es un partido endeble, sin banquillo. Fue una formación de aluvión en 2015, pero en su interior se han desarrollado auténticas purgas (los concejales no adscritos se acercan a 250), persecuciones y climas inquisitoriales que han hecho una selección por la mediocridad. Es un partido que no soporta el más mínimo escrutinio: sus cargos ni tan siquiera son elegidos por la base sino que son designados por Albert Rivera y su financiación…de su financiación vamos a hablar largo y tendido en Rambla Libre en las próximas semanas.
Pedro J Ramírez, el consejero de Albert Rivera
El partido naranja cuenta con el apoyo de los medios de comunicación, pero no de la manera tan unánime y entusiasta con que se respaldó a Emmanuel Macron. Su principal apoyo es Pedro J Ramírez, con El Español, un medio de escasa influencia, que ejerce la función de asesor, una especie de Pedro Arriola informal. Los medios de izquierdas empiezan a no perdonarle haber desalojado al socialismo de Andalucía y están virando hacia posiciones críticas. Es el caso de Público, El Diario y muy notoriamente El Plural. Ha perdido el apoyo de Federico Jiménez Losantos, que ha adoptado una posición de directa confrontación con el cordón sanitario a Vox. Y medios que apoyan a Rivera como El Confidencial o Voz Populi han eliminado buena parte del componente crítico contra Vox, o por el efecto de la sorpresa andaluza o porque no saben a qué atenerse o porque perciben que detrás hay audiencia.
En su voluntad por remedar al macronismo, Ciudadanos corre el peligro de quedar en tierra de nadie y de ser debilitado sustancialmente por el flanco derecho sin conseguir entrar en el izquierdo, donde la izquierda no lo considera ni lo considerará uno de los suyos, y donde, como reitera Pablo Echenique, se le sitúa en la extrema derecha.
Siempre mal aconsejado, y con errores estratégicos tremendos en el inmediato pasado, como el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado de Mariano Rajoy, postura que cerró la vía de unas elecciones anticipadas, Rivera se encuentra en una de las encrucijadas más delicadas de su vida política.
Es probable que la querella que me ha presentado Ignacio Aguado, su portavoz en la Asamblea de Madrid, puede costarle muy cara, porque entra dentro de lo posible que le toque dar muchas explicaciones sobre su contabilidad y financiación.