Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.
Los hombres no deciden convertirse en seres extraordinarios; deciden llevar a cabo cosas extraordinarias”. Edmund Hillary
El final del verano llega a las carteleras españolas con su habitual avalancha de estrenos. Dos de ellos merecen nuestra atención .
Un océano entre nosotros
Tras obtener un Oscar con La teoría del todo, James Marsh vuelve a ponerse tras la cámara para dirigir la increíble historia real de Donald Crowhurst (Colin Firth), un velerista aficionado que en 1968 compitió en la Sunday Times Golden Globe Race con la esperanza de convertirse en la persona más rápida en dar la vuelta al mundo sin escalas. Con medios escasos y poniendo en juego su futuro (con la esperanza de ganar el suculento premio) Donald deja a su mujer, Claire (Rachel Weisz), y a sus hijos atrás, iniciando la aventura al bordo del Teignmouth Electron.
Hasta aquí podríamos pensar en una historia de hazañas y héroes pero su protagonista se convirtió en un fraude dramático: falseaba los datos, apenas avanzó en su navegación y finalmente con el barco a la deriva desapareció en el Atlántico. Cuando se hallaron sus diarios personales quedaron al descubierto sus problemas de inestabilidad personal y mental .
El director James Marsh (La teoría del todo) decidió rodar la película buscando indagar en el espíritu de este hombre audaz con delirios de grandeza y presa de la desesperación . La épica del fracaso que el protagonista pagará con su propia vida. La vida ficticia se va creando antes los ojos asombrados del espectador; Colin Firth logra dar credibilidad a su personaje que termina por parecernos cercano aún en su locura.
Hay escenas de gran belleza como melancólica despedida en el muelle de Rachel Weisz (espléndida su interpretación de la mujer abnegada, el contrapunto de realidad frente a la fantasía irreal de su marido) agitándose al viento . Un sentido homenaje a John Ford y un plano de gran fuerza dramática que resume la esencia de la historia: el hombre enfrentado al vacío y a la nada.
No es una película perfecta y el ritmo decae en la segunda parte pero merece sin duda la pena.
Cuando los angeles duermen
Película española dirigida por Gonzalo Bendala (Asesinos inocentes) con Julián Villagrán (La promesa ) , Marián Álvarez (Lobos sucios ) , Ester Expósito ( que debuta en el cine tras su paso por series de TV como Vis a Vis ) y Marisol Membrillo. La película se ha rodado en Sevilla y su argumento es típico de un thriller contemporáneo: Germán, un honrado padre de familia que conduce de regreso a casa, verá tambalear su mundo cuando, en un accidente de carretera, su destino se cruza con el de dos chicas adolescentes, convirtiendo la noche en la peor de las pesadillas.
Desde el momento de la tragedia, Germán intentará ocultar lo sucedido para continuar con su cómodo estilo de vida. El cinéfilo recuerda entonces la obra de Fernando Fernán Gómez, Pesadilla para un rico, protagonizada por Carlos Larráñaga , en la que un hombre de negocios se ve envuelto en un rompecabezas dramático tras una noche de aventura con una jovencita . En la película de Gonzalo Bendala destaca el retrato psicológico del protagonista, ese hombre en peligro que se da cuenta de que lo más importante es su familia, su mujer y su hija, y para no perderlas estará dispuesto a lo que resulte necesario. La tragedia se desencadena con el terrible atropello en una carretera secundaria de noche en el que se ve involucrado Germán (Julian Villagrán) , por culpa de la presión que sufre para no llegar al cumpleaños de su hija. El resultado será una continua sucesión de problemas que se irán agravando a lo largo de una noche interminable. Por si fuera poco, su mujer (Marian Alvarez ) ajena al drama, le llama continuamente reprochándole su tardanza.
Cuando los ángeles duermen tal vez no ofrezca grandes sorpresas, pero está bien contada, con actores jóvenes de talento y es capaz de mantener el interés hasta el desenlace que por supuesto no vamos a desvelar aquí. Cine de entretenimiento y suspense, sin eludir el conflicto moral de los límites éticos para lograr los fines necesarios, que no defraudará a sus múltiples seguidores.