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Análisis: Albert Rivera, el hombre que no sabía ni contar

Redacción




Enrique de Diego.

¿Qué fue de Albert Rivera? ¿Qué fue de tanto galán, qué de tanta invención como trajeron los de Ciudadanos? Resulta aleccionador leer las manriqueñas “Coplas a la muerte de su padre” –no me refiero a José María Aznar, su mentor, saliendo al quite con evidente inoportunidad- en relación con la suerte actual de Ciudadanos y Albert Rivera devenidos en “verduras de las eras”.

Quien se las prometía felices desembarcando en La Moncloa ha embarrancado en lo peor que puede suceder en política: el ridículo. El soufflé se ha deshecho y deja una masa amorfa y pringosa. Albert Rivera no está ni se le espera, por el momento. Cierto que es la hora mediática del nuevo gabinete y de que el PP restañe sus heridas y celebre su Congreso en julio, pero lo cierto es que Albert está desaparecido en combate, difuminado, y con él esa pequeña colección de vanidades fatuas de José Manuel Villegas, Juan Carlos Girauta, Fran Hervías, Toni Cantó…esa sarta de mentiras que no tiene primarias, que sólo las tiene para candidatos a alcalde y a encabezar la lista del Congreso pero con un sistema telemático de votación que para sí lo querría el conde de Romanones; ese partido inexistente subido en la ola mediática, que en las ciudades de España tiene casi más en el grupo de no adscritos que en sus filas; que tiene una financiación que es más ilegal que la de Francisco Correa y Filesa juntas, y que puede terminar con los huesos de Villegas y Carlos Cuadrado haciendo compañía a Oriol Junqueras. Queda, y también desvanecida, Inés Arrimadas, porque Ciudadanos nunca debió dejar de ser la derecha en Cataluña.

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Este embrollo nacional, esta pérdida de tiempo, este Gobierno de fracasados llegado a lomos de todos los enemigos de España, es consecuencia de la torpeza de Albert Rivera, el hombre que no sabe sumar. Haciendo surf en las aguas delicuescentes de las encuestas, Rivera escenificó la ruptura con Rajoy y la exigencia de elecciones generales. Anunció después que se sumaría, si fracasaba la moción de Sánchez, a la instrumental de Podemos para convocar elecciones generales y desató las fuerzas del averno. Hizo que el PNV pasará el Rubicón, una semana después de apoyar los Presupuestos de Rajoy. Y consiguió formar una gran coalición en su contra. Porque no sólo se ha votado a Pedro Sánchez contra Rajoy, también contra Albert Rivera.

Queda en el eco de una moción de censura tortuosa el vaticinio de Pedro Sánchez a Albert Rivera animándole a cuidarse de conseguir en futuras elecciones el ser la tercera fuerza. Porque, de repente, por su incompetencia, por no saber sumar, el viento ha rolado y de llevarlo en empopada, ahora bate con fuerza de proa. Ya no es el líder de la oposición de facto, porque Pedro Sánchez, que no estaba en el Congreso, ha entrado en la posición estelar; y porque el PP pasa a ocupar esa posición con muchos más merecimientos.

A Albert Rivera le convenía apuntalar a Rajoy, mantener con vida a Rajoy, deteriorarle e irle robando electores. Frente a Rajoy, Albert Rivera era la juventud. Ahora, con la llegada de Alberto Núñez Feijoo la diferencia de imagen no es evidente; pertenecen a la misma generación. Y, en cierto sentido, Núñez Feijoo se ha preservado más en el rincón gallego e incluso parece más nuevo.

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No es que Albert Rivera, se haya pasado de listo, que también, es que se ha pasado de tonto. Siempre fue posible la moción de censura que ha terminado triunfando, porque la democracia es aritmética y la suma salía. Es un misterio porque el líder de Ciudadanos, ese partido que es sólo una marca para arribistas, se cegó antes para no ser capaz de ver lo obvio y ha demostrado no saber ni sumar. Dicen que ha sido Pedro J Ramírez quien le ha acelerado hasta abrumarse ambos con la velocidad de los acontecimientos, porque el error, el cúmulo de errores ha sido de los que hacen época y de los que ponen en peligro la misma supervivencia de un política. Por eso Aznar, el pobre Aznar, ese Aznar que ha perdido el sentido de la realidad, y que en sus ansias de venganza, ha alimentado a Ciudadanos, ha salido intempestivamente a intentar salvar a su creatura del naufragio, de las arenas movedizas que se lo tragan.

El mismo Aznar que es el principal responsable del emponzoñamiento del PP, el inventor de los sobres, el introductor de Francisco Correa y sus métodos. Aznar, ¿por qué no te callas? Albert Rivera se ha jugado la presidencia del Gobierno y la ha perdido de la manera más estúpida para siempre.