Miguel Sempere.
Podemos ha superado el límite que le aleja irreversiblemente de la estrategia del sorpasso, para satelizarse respecto al PSOE. El hecho de que de los 4.584 inscritos votantes, 3.562 (77%), frente a 1.006 (22%), hayan apoyado el pacto entre PSOE y Podemos, negociado por Emiliano García Page y José García Molina, que contempla el movimiento táctico de la aprobación de los Presupuestos, paralizados desde abril, pero también el estratégico de la entrada en el Gobierno de los podemitas, sitúa el panorama en la «unión de las izquierdas», con ribetes frentepopulistas. Estrategia que se justifica situando al PP como enemigo común, pero que rompe dos de los eslóganes del 15 M: «no nos representan» y «PSOE y PP, la misma mierda es«. El PSOE ya no es mierda, sino socio.
El partido de Pablo Iglesias e Irene Montero suelta por completo amarras con la transversalidad, que fue una línea estratégica clave en los primeros compases y que fue notoriamente derrotada en Vista Alegre II. El pacto castellano-manchego puede entenderse como una consecuencia.
Los socialistas hablan de «postura de responsabilidad«, mientras el PP ha calificado el acuerdo de «traición a los castellanomanchegos» y de pretender llevar a Castilla La Mancha hacia Venezuela. Podemos es ya un partido del sistema, responsable, ciertamente, en cuanto que propicia la estabilidad del gobierno socialista de Emiliano García Page, pero que ya no establece demasiada distancia respecto al bipartidismo sino que se suma al polo de izquierdas. No es ajeno a este giro copernicano el fracaso de la moción de censura de Pablo Iglesias que ha debilitado su liderazgo. A día de hoy, Podemos es un satélite del PSOE.
La elevada fortuna de Sofía, la hija de José Bono, a los 16 años