AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Ante Donald Trump, todos parecen pigmeos

Redacción




Donald Trump. /Foto: time.com.
Donald Trump. /Foto: time.com.

Virginia Montes

Ya hay un liderazgo en el mundo: Donald Trump. O si se quiere dos: la Rusia de Vladimir Putin. Alexis de Tocqueville se sentiría reconfortado viendo realizado su vaticinio.

La cuestión es que ya hay un liderazgo en el mundo, Donald Trump, un liderazgo contestado, pero ante el que los demás no es que parezcan, es que son pigmeos.

Recordemos: dijeron que era un histrión que no haría nada en las primarias y que, por supuesto, no las ganaría; que sería tumbado en la convención republicana; que mejor así, porque Hillary Clinton arrasaría, el mejor candidato para ella; exigieron recuento para tumbarlo; tentaron a los delegados para que lo traicionaran; han vaticinado un inmediato impeachment, pero no se sabe en base a qué.

El caso es que Donald Trump está ya cambiando el mundo, entre bramidos estériles de la bestia. Ya ha hecho cambios fundamentales: cumplir lo que dije en campaña, dijeron que había dicho cosas para ganar pero que no las pondría en práctica, que nada del Muro con México, por ejemplo. Que iba a ser un mentiroso, como todos los pigmeos que nos han llevado a este desastre, un político profesional sin palabra. Ha nombrado para el Tribunal Supremo hay un juez próvida. Ha ahormado un equipo de patriotas de fuertes convicciones y mucha preparación.

Obama, al que ha habido que sacar de la Casa Blanca con calzador, con un traspaso de poderes patético, ya parece un pigmeo; la corrupta Hillary Clinton es un vago recuerdo.

Han utilizado con él las armas habituales: el intento de demolición personal mediático con estrictos inventos como un esotérico informe de un exespía británico y lo de las manifestaciones muy jaleadas por los medios para quebrar la voluntad, pero no le han movido ni un milímetro. La fiscal general en funciones puso en duda la legalidad del veto a musulmanes de seis naciones y la fulminó. Mil funcionarios del Departamento de Estado amagaron con rebelarse y les ha enseñado la puerta de salida.

Trump es mucho Trump. Vaya, las tertulias de las televisiones españolas, tan domesticadas, tan lacayas, no han podido con él. Ni los tiriteros, gente a los que en la historia siempre se ha mirado con prevención por sus desórdenes mentales y morales, por sus vidas caóticas y por los daños cerebrales de tener que meterse en mil vidas, algunas criminales, y a los que se ha hecho demasiado caso. No ha podido con él –si se me permite la inoría- Meryl Streep, ni tan siquiera la guarra de Madonna.

Los veintiocho pigmeos de la embarrancada Unión Europea se han reunido en Malta para evaluar el peligro Trump. François Hollande, el más duro. Pero ¿quién es, a estas alturas, Hollande? Un pigmeo fracasado que ni siquiera se atreve a presentarse a las elecciones, con un PSF que oscila entre el 6 y el 8% de intención de voto. La loca Merkel ha tenido que tragarse lo del “error catastrófico” de su política absurda y suicida de puertas abiertas. Rajoy se está poniendo de perfil. A Trump le basta con proponer que los europeos financien su propia defensa para que todos los pigmeos de la UE se lo hagan en los pantalones.

Resulta que esta Europa tan pacifista, tan acogedora, tan sin principios, puede permitirse el sesteo porque la Defensa corre a cargo de Estados Unidos, como ese engendro actual de la ONU depende de la financiación de Estados Unidos.

Por días, Trump se agiganta, mientras los pigmeos, empequeñecen. Y todavía les falta el trago de la entrevista Trump-Putin, la eliminación de las sanciones a Rusia y la alianza de las dos grandes potencias contra el integrismo islámico. Los pigmeos van a terminar siendo amebas y habrá que mirarlos con microscopio.

Donald Trump, el hombre providencial para salvar al mundo

¡Larga vida al presidente Trump!