Josep Sansano.
De entre todos los personajes que se dedican a la política, uno de los más corrosivos y humanamente más cuestionable, es Francisco Sánchez Martínez, portavoz (a dedo y sin primarias) de Ciudadanos en Elda. Biomasa política en estado puro.
Oportunista camaleónico disfrazado de jesuita bienhechor y rey del dedazo, ha medrado en el mundo siempre oculto bajo la mantilla de alguna sotana. Zaplanista por los cuatro costados, empieza a despuntar en el politiqueo alicantino como director del Instituto de Cultura Juan Gil Albert, nombrado por el imputado José Joaquín Ripoll.
Sabor amargo dejó su tránsito por el PP de Elda. A mayor gloria del socialismo eldense, en 1999 logró imponer de candidato a José María Amat Amer, bajo cuya égida los populares lograron su peor resultado en lustros y Juan Pascual Azorín su única mayoría absoluta.
El siguiente alambique en el que se enfrascó fue UPyD, donde no consiguió nada de nada. La democracia que había en ese partido, le impidió ocupar ni un solo cargo de responsabilidad. La afiliación le detestaba por su prepotencia y la mezcla a tufillo neocon virginiano y confesionario inquisitorial que desprende.
Este hombre que le debe toda su carrera a los dedazos y los nombramientos, con unas primarias legales celebradas y con un ganador elegido por la afiliación, se convierte en candidato a la Alcaldía por Cs. A partir de ahí, los eldenses contemplaron atónitos una campaña en la que literalmente se echó el dinero por las espalda
¿Quién le paga los caprichos a Francisco Sánchez?, ¿cómo se financia?, ¿dónde están las facturas? Carteles de carretera, cabinas de teléfono, impecables folletos publicitarios a todo color, una enorme sede en el centro de la ciudad con vigilancia, mailing a la mayor de las calidades, obsequios personales… Sólo faltaron los jamones Joselito. Insistimos, ¿quién costea todo eso? Degeneración democrática y puertas giratorias en estado puro.
Pese a todo el músculo económico que reflejaba el espejo, su resultado electoral resulta decepcionante. Consigue sólo tres concejales cuando se jugaba como ganador y obtiene en su pueblo ¡¡802!! votos menos que su candidatura autonómica. A Francisco Sánchez no le quiere ni su panadero.
Al menos, una mente que se cree tan privilegiada, algún beneficio generará a la sociedad. Ni eso. En primer lugar, miente a los eldenses al manifestar públicamente que no cobra. Cobra como todos, porque además de acudir al pleno, es miembro de la Junta de Portavoces y de la Junta de Gobierno, además de presidir la Comisión de Hacienda, órganos todos éstos muy bien remunerados. Hagan cuentas.
De los 24.500 euros anuales que el Ayuntamiento de Elda destina al fondo de reptiles político, su grupo institucional recibe un buen pellizco que nadie sabe en qué se gasta. Cuenta, además, con un secretario de grupo que cada más cuesta más de 2.000 euros pagados por todos los ciudadanos para realizar no se sabe qué tarea. Así él puede dedicarse a menesteres más nobles que cumplir sus obligaciones, como atender a los ciudadanos y hacer oposición. Prefiere hacer vida en Elche como director del CEU. Pertenecer al club del dátil exige mucha dedicación.
De las otras dos concejalas que forman su grupo, la ciudadanía aún no sabe si son mudas o simplemente no quieren hablar. A Ciudadanos apenas se les conocen propuestas, ni actividades más allá que apoyar desde la sombra el gobierno del socialista Rubén Alfaro a cambio de las citadas prebendas y algunas satisfacciones para su ego personal, como impartir lecciones magistrales en las Aulas de la Tercera Edad. Lo poco que han lanzado es puro plagio de grupos políticos anteriores, pero hay que reconocer que explotado al máximo en los medios, como la propuesta de exención de las tasas para emprendedores o el párking del hospital (consultar hemerotecas).
Como decimos, la democracia falla estrepitosamente cuando este tipo de individuos medran y prosperan en las organizaciones, se saltan la voluntad de los afiliados, mienten descaradamente, enchufan a sus amiguetes en las instituciones, ponen y quitan líderes… una auténtica casta que en este caso procede de lo más rancio, conservador y clerical del panorama político alicantino.