AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Rajoy gana: el triunfo del inmovilismo

Redacción




Mariano Rajoy. /Foto: microno.com.
Mariano Rajoy. /Foto: microno.com.

Enrique de Diego

Rajoy tiene ya a Ciudadanos desacreditado y al PSOE, descuartizado. Sólo falta que Podemos siga con el culebrón de exnovias, exnovios y examigos. Rajoy es el gran ganador de esta zarabanda. Hete aquí que cuando en dos ocasiones, una mayoría de españoles votaron por el cambio, lo que resulta triunfante –por goleada- es el inmovilismo.

Mariano Rajoy lo representa con elevadas dosis de perfeccionismo. Siempre ha seguido la misma estrategia: no hacer nada, si no haces nada, te evitar cometer errores y dejar que afloren las contradicciones de los demás. Sigue a pies juntillas la máxima de San Ignacio de Loyola: en tiempos de tormenta no hacer mudanza. Y en tiempos de calma, menos aún. Es una estrategia que siempre le ha dado buenos resultados y, en esta ocasión, magníficos.

Cuando José María Aznar iba a nombrar heredero había una troika de posibles: Rajoy, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja. Parecía tener el que menos posibilidades. Los otros dos se movieron mucho y, en aquellos tiempos, brillaron con oropel y lentejuelas. Rajoy no tenía equipo: Jorge Fernández, Soraya Saénz de Santamaría y Miguel Arias Cañete. Los otros dos, los tenían brillantes. Él estaba en Moncloa, controlando a Aznar y a sus pretorianos, que vieron en esa falta de colaboradores un seguro para su futuro personal. ¿Qué ha sido hoy de Carlos Aragonés, Gabriel Elorriaga o Baudilio Pérez Tomé? ¿Quién los conoce?

Su inveterada y tenaz adversaria en el partido, Esperanza Aguirre hoy es portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, sin puestos orgánicos en el partido. Pueden escudriñarse las hemerotecas: no se encontrará una sola declaración crítica de Rajoy contra Esperanza Aguirre. La ha dejado que fuera cometiendo errores hasta incapacitarse a sí misma.

NO TE LO PIERDAS:   Éranse una vez Tarantino y Segura

En este último tramo, no compareció a la primera investidura para evitarse el desgaste; dedicó la segunda a deteriorar a Ciudadanos y a esperar el seguro éxito de Galicia –lo de Vascongadas ha sido un fracaso vendido como un éxito- para que la olla a presión del PSOE estallara.

Pero en todo esto hay un gran fraude general, que puede que pase factura o no: esa apuesta de la soberanía popular por el cambio aparece hoy perdida y maltrecha.