Enrique de Diego.
Mira, tío, Bergoglio, con el respeto que te mereces, que es nulo, so baboso, enemigo abyecto de la especie humana, genocida y apologista del genocidio satánico, eres gilipollas; vas a un concurso de gilipollas y quedas segundo por…gilipollas. Eres el relativista pluscuamperfecto, tanto que pareces el tonto del pueblo, el lame culos de las satanoélites. Mira desde que presentaste la agenda 2030 en ese antro infernal que es la ONU, has abusado mucho de nuestra paciencia, más que Catilina de la de Cicerón, y eres un pozo de mierda, una escoria humana, un gordo infecto con el culo roto, que te debían enterrar en un vertedero o en la cloaca máxima junto a los malolientes desperdicios.
Eres el esputo de la mafia de San Galo, el cerdo inmundo que ocupa ilegítimamente el Vaticano y la sede de Pedro, hombre sin fe y sin carisma, que no te hace ya nadie ni puto caso, salvo Fernando Ocáriz, al que le come la oreja el degenerado Mario Fazio, otro argentino vendido a satán, otro gilipollas, vamos, que éste quedó el primero en el concurso de gilipollas.
Pero vamos a ver, Bergoglio de los cojones, cojón del anticristo, mejor ladilla de satán, alma de cántaro, tú no has escrito Encíclicas, porque esos escritos deben estar hechos para confirmar en la fe, que tú, mangarrán, mastuerzo, de eso ni tienes, y para la salvación de las almas, y no para decir mentiras y estupideces al peso y a sueldo, so corrupto. Tus panfletuchos sobre el calentamiento güeval me los paso yo por el arco del triunfo, tienen el mismo nivel de Greta Thunberg, la oligofrénica, son una pútrida mentira una tras otra. Y estás tan sólo, no te hace nadie ni puto caso, que en tus audiencias es un clamor unánime «Viganó, Viganó!, que ya te dedicas a insultar a todo bicho viviente, soplapollas, y has llamado «estúpidos» a 1.600 científicos, dignos de ese nombre, no a sueldo de las cloacas del averno.
Bueno, faltón, que insultas a los curas de Roma, porque eres maleducado y gilipollas. Y persigues a los que siguen a Cristo, esputo de satán. Y genocida, que llegaste a dejar sin Sacramentos a los fieles en la plandemia y dijiste la estupidez más grande, récord mundial con aquello de vacunarse «es un acto de amor», en agosto de 2921, por ti han muerto muchos sacerdotes y monjas, hijo de la gran puta, y convertiste el Vaticano en un campo de exterminio, con el pasaporte de las pelotas, que fuiste el último en quitar, y todavía el 20 de marzo de 2024, cuando está más claro que el agua que la timo vacunación ha sido un asesinato en serie, un genocidio, que clama al Cielo, que pide justicia, y tú lo pagarás, si no te mueres antes y te entierran en una sauna gay o en cualquier vertedero de Roma, vas y te descuelgas, so bobo, con que te «angustia» los millones que no se timo vacunan, y ahora hay un rechazo a todas las timo vacunas, y a las farmacéuticas asesinas, de tu amiguito Bourla, porque, dices, gilipolleces como siempre, que tu altura intelectual es nula, es la de una corneja o una rata, «estar en contra del antídoto es un acto de negación casi suicida». Anda, y vete a esparragar, vete por donde amargan los pepinos.
Como dice Nicolás Moras, ese gran periodista argentino de investigación, que ha puesto al descubierto tus muchas corrupciones y tus muchos crímenes, «si no fuera agnóstico, diría que Bergoglio es un ser diabólico». Pues yo, que soy cristiano por la gracia de Dios, y a mucha honra, te digo, Bergoglio, que eres un esputo de satán, raza de víboras.