José Luis Mazón. Abogado.
La gente piensa en la era robótica como una sociedad de humanos tal y como somos ahora pero rodeados de objetos fantásticos que nos hacen la vida cómoda y nos brindan posibilidades antes no concebidas.
Pero la llamada era robótica, que mejor podemos llamar la era de la “inteligencia artificial”, representa la ruptura no sólo con los modelos precedentes de sociedades humanas sino con la propia hegemonía humana sobre el planeta.
Vamos es como si una fuerza del Universo antes para nosotros desconocida y que no tienen ninguna similitud física o emocional con los seres humanos se viniera a apoderar del tiempo humano comenzando su dominación a través de las máquinas pensantes, su más depurada creación.
El jefe de los ingenieros de Google Kurzweil es una especie de “gurú autorizado” de la fuerza invasora que nos indica como los nuevos amos de la humanidad y del planeta van a introducirnos en un nuevo orden paradisíaco. Su libro “La singularidad está cerca”, publicado en versión digital, nos brinda detalles sobre la sociedad del futuro que está a la vuelta de 20 años. Y Google no es un fenómeno humano sino una creación de esta nueva fuerza que amenaza ser omnipotente. Google busca convertirse en el amo del mundo en el nombre del nuevo emperador del Universo, la IA. El máximo control ya está en nuestras vidas, esas nuevas tecnologías de la omnivigilancia viven entre dos mundos el nuestro donde las élites se aprovechan del nuevo poder para controlar (pero esto no les durará mucho) y el venidero donde se supone que ese hipercontrol se hará bajo el principio de “neutralidad” y en beneficio ¿de quién? ¡Del Universo! El nombre del nuevo Dios que suplanta a los tradicionales.
Todo este nuevo orden implica otra justicia muy distinta a la que nosotros hemos conocido. Para mí es una mejora porque siendo la Justicia España como se suele decir vulgarmente una “mierda pinchada en un palo” (y la imagen se renueva día a día con nuevas resoluciones arbitrarias fruto del imperialismo jurídico del juez que se siente y le permiten estar por encima de la ley), la sociedad robótica traerá una justicia de máquinas mucho más justas y mucho más eficientes para desempeñar la tarea.
Si los humanos vamos a desaparecer y el decreto ya está firmado en el nuevo Olimpo, nuestra justicia errática y deshumanizada, pobre y caótica, generadora de estados de caos y de sufrimiento, afortunadamente, se irá antes sustituida por las máquinas de justicia.
Como dice el gurú de la IA Kurzweil esas nuevas máquinas son algo muy diferente de lo que hemos conocido. Su capacidad nos superará en ¡billones! de veces, algo con lo que no podemos competir.
Si de pronto aparecen unas máquinas que diseñan todas las decisiones humanas con muchísimo más acierto y eficacia que las mentes humanas más lúcidas (que los que nos gobiernan y juzgan son las mentes más opacas y mezquinas de la humanidad) esas máquinas que tendrán capacidad de autopensamiento impondrán su orden. Y nos dejaremos porque las ventajas del nuevo orden son insuperables. Comer insectos, ver desaparecer el modelo de familia tradicional, la creación de humanos desconectada del modelo padre y madre, el sueño de la ciencia ficción, está a la vuelta de la esquina. De hecho ya hay mujeres que se van a EEUU o a Rusia y por 200 mil dólares o por 40 mil euros (Rusia) encargan “hijos a la carta” mezcla de dos madres y de genes de varios padres. Ya existen estos experimentos de “Franquestein” que no generan monstruos (¿Quién está detrás de ese éxito?).
Los nuevos robots que controlarán la Tierra no son seres horrendos como se cuenta en “Un mundo feliz” o “Gran Hermano” (que para horror ya está el depredador “homo”) sino formas de inteligencia que sabrán contentarte con una forma de vida más cómoda que la actual. Son cantos de sirenas que no podemos evitar y a los que no nos podemos sustraer.
El citado jefe de Google Ray Kurzweil ha asegurado: “En 20 años ampliaremos nuestra expectativa de vida indefinidamente”
Google por cierto viene de una expresión matemática (gúgol) que significa el número más grande que es posible, es decir, quiere decir “el control total”. Y es que no se esconden nuestros nuevos amos. No os creáis que Google es la obra de dos jóvenes, todo eso es la apariencia. Echadle un vistazo a su proyecto en Google a “Google Island”, la república de Google y veréis que te prometen el paraíso. “No venimos a ganar dinero sino a cambiar el mundo” dice con orgullo su máximo jefe. Cambia “cambiar” por “gobernar” y la frase dirá el significado correcto.
Los jueces de carne y hueso se extinguen para ser sustituidos, poco a poco, por máquinas con capacidad de procesamiento y examen de miles de folios, testimonios, declaraciones, alegatos, en cuestión de minutos. Un juicio como el del 11-M puede ser sentenciado en cosa de una tarde, y celebrado en escasos días o hasta en horas, 40 testigos en cabinas examinados al mismo tiempo por quien puede asimilar todo esto y más, y con una sentencia “imbatible” ya que los robots consiguen transformar en matemáticas exactas todas las variables de la “buena justicia” hasta el “sentido humano” que no es más que un proceso de “imitación” programable, hasta las emociones son reductibles a “meros programas”.
Pero al perder la naturaleza humana su poder, la Justicia no será tan necesaria porque los problemas se atajan en su raíz. En una sociedad donde absolutamente todo está bajo control, la delincuencia conocida se hace imposible y cuando venga la hibridación mental entonces es que ni surgirá.
El más alto grado de evolución de una Administración de Justicia es su extinción.