Enrique de Diego.
Risto Mejide eres un payaso, pero con algo de clase. Haces lo que todos, lamerle el culo al poder, pero, al menos, mantienes algo de mala conciencia. No eres como Javier Ruiz, tu sustituto, que es mamavergas amargado con datos, a cual más falso que un Judas de plástico; seguro que le han puesto para que se note la diferencia entre un lacayo, romo y aburrido, y un mayordomo. Esta carta tiene como objetivo indicarte que te han infectado, con todas las de la ley, con tus dos timo vacunas puestas, de donde ha salido la infección que te infecta todo el cuerpo con la patógena y peligrosísima proteína Spike. «Tras haber esquivado las cuatro primeras olas. Tras haber pasado más de un año trabajando casi todos los días y sin contagios. Tras haberme vacunado de la primera y de la segunda dosis. Esta semana he dado positivo en Covid». Más claro, agua. No por casualidad, sino por causalidad, relación causa-efecto. Espero que tú lo veas, por tu bien, y por el de otros, y que lo declares, en otro caso pertenecer al mundo de los irracionales, de los que no tienen dos dedos de frente, de los toscos sectarios, de los que están abducidos por la televisión.
Mira que es sencillo, Risto, te inyectas las dos dosis, con la primera la proteína Spike aparece a los 14 días, con la segunda, ya reforzada, aparece al día siguiente. Has servido de cobaya; no, de víctima propiciatoria, con tu sistema inmunológico innato destrozado, ahora espero que la enfermedad no te la traten con sus malditos protocolos fijados por la criminal y genocida OMS porque si no la llevas clara. Date por jodido, date por muerto, adiós al yate y a todo lo que te gusta hedonista. «Y lo que es peor, parte de mi familia también”. Tu esposa, Laura Escanes, también.
Pero eres idiota, de una especie que tiene la idiocia en los genes, metido dentro, muy dentro. Perdona, pero eres gilipollas, tú que te creías tan listo y que jugabas a abrazar, con Marta Flick, a todos los asistentes al programa, incluido uno infectado de coronavirus, resulta que aquel hecho tenía más peligro que timo vacunarte, imbécil, que todo lo que se te diga es poco. La vas y rematas y la cagas, mostrando como un servil, incapaz de pensar, de razonar, chamuscado por los focos: “Ahora sólo nos queda esperar que no vaya a más, que pase pronto y que la vacuna haga su trabajo. Mientras tanto, por favor, cuidaos mucho. Que nadie se confíe, que el virus sigue aquí, entre nosotros”. Si la vacuna hace su trabajo, ya te digo, puedes darte muerto, ya puedes ir rezando lo que sepas y de lo que te acuerdes y vayas encargando el funeral. ¿O quién crees que te ha infectado? Piensa, no hace daño: la timo vacuna, gilipollas. Y no, el virus no sigue entre nosotros.
El director del Laboratorio de Microbiología del Hospital San Raffaele de Milán, Massimo Clementi, uno de los máximos expertos italianos en la primera línea de la pandemia en su país, lideró un estudio científico en el que se ha comprobado que la carga viral que tenía el SARS-CoV-2 –nombre técnico del nuevo coronavirus– a principios de marzo ha disminuido. “La carga vírica del SARS-CoV-2 hoy es hasta cien veces menor que en marzo”, afirmó
El trabajo comparó la ”carga viral” –la concentración del virus– de 100 pacientes ingresados en el hospital en los primeros 15 días de marzo con la de 100 pacientes llegados a finales de mayo. “La cantidad de virus presente en los pacientes que nos han llegado de mayo es enormemente más baja frente a los que ingresaban en marzo”, informó.
Este fenómeno, según el italiano no sé da solo en su país, sino en prácticamente todo el mundo, incluso en zonas como Florida, en EEUU, “donde el confinamiento ha sido mucho más suave que en España o en Italia”, y que está ocurriendo esto. Además, agregó: “Alguien ha dicho que es como si el virus hubiera envejecido”. Asimismo, reveló que la diferencia se se manifiesta en pacientes de todas las edades, incluyendo a los mayores de 65 años.
El virus lo mantienen las timo vacunas, esas que te han llenado el cuerpo, y el de tu esposa, que os machacará el cerebro, aunque ya lo tenéis machacado, hasta ser incapaces de ver lo obvio: ¡que os han infectado con las timo vacunas!, maldito síndrome de Estocolmo globalista. Os hace parecer al tonto del pueblo, Risto, capullo.