Javier de la Calle.
Regados por dinero público, los falsos científicos son la religión del siglo XXI, pues no admiten que sus postulados sean puestos en duda. En la ciencia no se cree, se demuestra. La experimentación es el más antiguo de los métodos científicos, al alcance de cualquier persona. Las sucesivas acciones malévolas de los gobiernos, movidos por intereses (que le pregunten a Koldo por la imposición de las mascarillas) hacen que las dudas sean lógicas.

El cielo en España presenta un aspecto muy diferente al de semanas anteriores. Las lluvias caen de forma intermitente sobre la Península, que se ha teñido de gris. Las estelas de condensación han desaparecido, aunque hay más tráfico aéreo, lo cual pone en entredicho las afirmaciones de los «investigadores».
La sequía que afecta a todos los españoles con el encarecimiento de los productos agrícolas se ha tomado vacaciones. Los españoles, pues aunque cada vez son más numerosos no he visto a nadie procedente de África en una procesión, disfrutan de sus vacaciones y de los tradicionales actos de la Semana Santa, tan arraigados a la identidad católica de España. Procesiones que se ven suspendidas por una lluvia que llevaba meses sin caer.
Los pronósticos anuncian que finalizada la Semana Santa las altas temperaturas volverán a los termómetros. Alguien ha decidido que no haya primavera para insistir en el cuento de que por acción antropogénica se calienta la Tierra. Sin nazarenos, volverán las estelas a manchar cielos. Los políticos y sus asustadores asalariados dirán que la culpa es tuya. Su solución será imponer nuevos impuestos. Recaudar es su máxima para seguir volando a cargo del contribuyente. Sacar el paraguas es el último acto revolucionario de esta batalla contra el mal.