Enrique de Diego.
Entre los malditos globalistas hay brutales contradicciones en sus asquerosas propuestas. Verbigracia, propugnan encerrarnos en las «ciudades-cárcel de 15 minutos», prohibirnos la movilidad y el coche privado, al tiempo que tratan de imponernos el coche eléctrico con baterías de litio que explotan pavorosamente a la mínima. Están contra los combustibles fósiles lo cual va contra los intereses fósiles lo cual está en contradicción de los intereses de la Standard Oil de los Rockefeller.
Van las empresas globalistas, contra la lógica capitalista, contra los consumidores a los que quieren eliminar, reduciendo así la demanda de sus productos. Incluso han trocado el mítico ejemplo de Adam Smith de que el carnicero nos sonríe buscando su propio interés, porque algunos comerciantes, como Juan Roig de Mercadona, o los farmacéuticos o el conjunto de los satanarios de los sistemas de seguridad social occidentales y de los sistemas privados, mera copia de los primeros, para apuñalarnos por la espalda y darnos muerte con las timo vacunas, que incluso, las de ARNm de Pfizer y Moderna -canallas, genocidas, los peores en la historia- van a condicionar gravemente a las generaciones futuras pues se acopla al ADN, concretamente al cromosoma 12, produciendo en los hijos de las timo vacunadas distropía muscular, una enfermedad gravísima que los mata a los pocos años, en medio de atroces dolores.
¿Por qué hacen esto contra todas las leyes de la lógica? Una persona a la que admiro muchísimo y cuyas opiniones me dan sorprendente luz en estos tiempos sombríos me ha dado la explicación luminosa: han ganado ya mucho dinero, tienen mucho poder, y ya están obsesionados con matarnos a cualquier precio; o mejor, tienen que obedecer a satán.
En esta guerra no hay detalle pequeño, todo es una batalla decisiva. Por ejemplo, observen los supermercados de las gasolineras, todos ellos repletos de productos de grandes corporaciones globalistas. Hagamos boicot a esas tiendas de precios altísimos. Preparemos los viajes con comida y bebida llevada desde casa, de forma que no necesitemos adquirir nada a la hora de repostar.
Podemos, ya que se ponen pesados con el medio ambiente, utilizar todos la bici y el transporte público reduciendo drásticamente nuestro consumo de gasolina. Un día sin coches sería una protesta eficaz, sabiendo que bajarles la facturación un 19% sería un desastre en su cuenta de resultados.