Enrique de Diego.
No tenía ningún interés en escribirte una carta. Desde hace años, desde la «quinta del Buitre», no sigo el fútbol, ni ningún deporte, y mucho menos, Ana Bonmatí o como te quieras apellidar, porque estoy más que harto de escuchar decir que los deportistas, pedazos de carne con ojos, tienen mucho talento, cuando se debe decir que tienen tal o cual habilidad, y cuando todos o casi, como buenos lacayos del sistema, mantienen las opiniones más caras al sistema y más estúpidas, más faltas de originalidad, como para aprovechar su popularidad para intentar adoctrinar a quienes buscan un rato de esparcimiento con un delirante adoctrinamiento en la senda putrefacta y suicida de lo woke.
Además has jugada con Jenny Hermoso, la tatuada, que no respeta su propio cuerpo, pero esa es harina de otro costal, porque te toca a ti, Ana Bonmatí, que eres la perfecta woke, con todos los clichés superficiales y acríticos de esa deleznable pseudo ideología, que representa la extinción de la civilización y de la especie en aras de la frivolidad más abyecta. Te has puesto los apellidos de tu madre, supongo que como detalle feminista. La primera en la frente. Luego eres de la patulea vegana, que produce daños en la salud al faltarte la vitamina B 16, que sólo se encuentra en el mundo animal.
Eres separatista pero ello no te es óbice para jugar con la selección española y financiarte de ella, de los contribuyentes españoles. Eres una hipócrita ya a tu edad, alma de cántaro. Ha llegado un momento en que las escorias woke no os quiero ver ni en pintura como compatriotas mías, así que te puedes ir por donde amargan los pepinos a esparragar, Luego, para mayor inri, luces una camiseta de «Welcome refugees», porque el catalán es dilecto romance, con apenas literatura, que no entiende nadie, mentecata.
Pero tú estás más para allá que para acá. ¿Refugiados, de qué o de quién? En Cataluñistán islamizada, que es una cloaca multicultural putrefacta de no comedores de jamón, como tú, mira por donde, pero matadores de corderos, tienes tú y los catalanes autóctonos, esos a los que se dirigía Enric Prat de la Riba, tenéis menos futuro que un merengue a la puerta de un colegio.
Eres de Vilanova i la Geltrú donde ya hay unos problemas de inseguridad tremendos entre los pagafantas y los muslimes. En Barcelona hay un apuñalamiento cada dos días. La población reclusa es del 51% de tus queridos «welcome refugees», a los que han traído la mafia de Open Arms. Las violaciones en grupo se han hecho frecuentes. Y la alcaldesa de Ripoll ha puesto el grito en el cielo porque es un error dejar entrar tantos «welcome refugees» islámicos porque en la cuna o la tumba de los Berenguer, en la ciudad santuario de los condes de Barcelona, donde está el monasterio de Santa María de Ripoll, los niños que nacen son ya el 35% musulmanes, y se están poniendo las bases de una guerra civil, remember la masacre de Las Ramblas, protagonizada por vecinos de Ripoll.
Sólo te deseo que pases una jornada completa con los sudorosos «welcome refugees» y luego nos cuentas, sí lo cuentas, tu experiencia. Eres un saco de contradicciones y bastante gilipollas, que en castellano viene del caló y significa inocente. Ojalá haya más pronto que tarde un referéndum de autodeterminación que si me dejaran votaría que sí, para que puedas jugar con la selección catalana y la Liga catalana con el Nastic y el Hospitalet y con el República islámica del Maresme, que no sabes por donde te da al aire y vas de marisabidilla woke, o sea de completa estúpida culé. niñata.