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Ágatha Ruiz de la Prada deja KO a un cenital Pedro J (3): Dos biotipos de mujer, la que le lleva al triunfo, y la que le parasita, mitómana y devoradora

Redacción




Enrique de Diego.

Agatha Ruiz de la Prada parece conceder al pivot de Orihuela una gran perspicacia para el conocimiento de las personas, porque abre el capítulo «auge y caída» de Pedro J Ramírez afirmando que «según Federico Jiménez Losantos, el innombrable tuvo tres mujeres para tres épocas. La primera se llamaba Rocío, pero yo la llamaba Luci, con ella vive la primera etapa. Llega a Madrid, trabaja en el Abc, es como el niño promesa. Empieza a subir, conoce a todo el mundo, tiene una vitalidad bestial, escribe los artículos de los domingos en ese periódico. Le llaman y le preguntan si quiere dirigir Diario 16. Entonces, hizo una de esas cosas que le gustaba hacer. Subirse a una mesa y gritar: ‘¡Estamos rodeados! ¡Vamos a por ellos!’. Yo le conocí cuando era director de Diario 16, pero, en el fondo, fui la creadora o cocreadora de El Mundo porque en ese germen todo el tiempo. Es la época de su segunda mujer», es decir, ella, Agatha. «Ese fue el gran momentazo que empieza con los días finales en Diario 16».

Rocío, Luci para Ágatha, ha desaparecido de la historia sin hacer el más mínimo ruido; simplemente le ha dado a Pedro J una hija, María, que le seguirá un tiempo en su última aventura, El Español, y que en su salida abrupta certficará su fracaso. De la tercera, Cruz Sánchez de Lara, si parece la innombrable porque la dedica media página sagrante y altamente despreciativa, por aquello que ‘no hay mayor desprecio que no hacer aprecio‘.

Su tuviéramos que hacer el «Retrato de una dama«, al estilo de Henry James, o mejor «retrato de una dama y de una trepa«, porque frente a los bellos atavios de Agatha, -«por supuesto que sueño en colores. Si vieran el mundo con mis ojos lo encontrarían cambiado aunque pervivan los mismos dramas. La vida no es rosa, pero tampoco gris ni siquiera del azul oscuro casi negro de Armani. El color es hipnótico«-, Cruz aparece con los harapos malolientes de la trepa social. En el archivo fotográfico familiar de su primer marido, Juan Carlos Iglesias Toro, ha descubierto, postrado en su lecho dolor, como dice la abogada de los famosos, Teresa Bueyes, que ha hablado con él, una mina. Fotos que echarían abajo la imagen de Cruz, una gran mentira, derribándola por tierra; ese tipo de fotos que un viejo enamorado como Pedro J no desearía nunca ver. El pasado siempre nos persigue y termina pasando factura.

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Lo veremos más adelante, ahora toca ver el «retrato de una dama» con su desdén aristocrático hacia Cruz de la que sólo tiene que decir que «al ver la foto me di cuenta de que éramos totoalmente diferentes«. «Ella quiso ser yo o yo vi en mi puesto a otra persona», referencia a la declarada mitomanía de Cruz Sánchez de Lara, una chica de Villanueva de la Serena, que se cambió el nombre de María de la Cruz Sánchez al impostado Cruz Sánchez de Lara. Una mujer que le viene como anillo al dedo al «hortera de bolera«, tal para cual, que siempre ha sido Pedro J: «supongo que se siente más cómoda con una mujer de una clase social más parecida a la suya. Porque, en el fondo, al final, pase lo que pase, la diferencia social es total y absoluta».

Agatha, la triunfadora, la que lleva en volandas al trunfo, ahora dilapidado, a Pedro J, que lo alienta en los momentos de zozobra, de depresión, él que es un hombre siempre inseguro. «Siempre le apoýé de una forma natural, porque me salía del alma, y pensaba: ‘Es que esto nos viene muy bien’. En el fondo, él se aprovechó de eso y al final ya era ran descarado que no sé cómo no me di cuenta, porque ordenaba: ‘Dile a Ágatha que llame a fulano’, y así todo el rato. Salí en el programa de Bertín Osborne ¡porque me lo dedicaban a mí! No le querán a él, aunque intentó chupar cámara porque ya estaba desesperado, enloquecido. Rodrigo Rato decía que no se fiaba de él pero sí de mí: ‘A Ágatha la quiero mucho‘».

Junto al vídeo de porno casero más cutre y más visionado con Exuperancia Rapú, que ofrece una imagen altamente sumisa y un pelín depravada de Pedro J, cuando Ágatha salva in extremis su vida civil, pues está en la posición de los césares cuando un gesto de su pulgar significa la vida o la muerte del gladiador, hay otro momento estelar en que Ágatha también es decisiva y motivadora: «Hablo con él por teléfono desde no sé dónde: ‘Me han echado de Diario 16!», me informa. Y le digo: ‘Te acaba de tocar la lotería!'». Reacción de una luchadora impenitente y visionaria. «El final de aquella etapa fue un momento estelar. Me dijo:Ágatha, voy a abrir un periódico nuevo, te necesito’. Se quedó sin chófer. Fue uno de los periodos más bonitos de nuestra relación porque fue cuando yo le hacía de conductora, buscmos el dinero, fuimos con Umbral. Siempre me recordó que en vez de venirme abajo, me vine arriba y le respondí que le había tocado la lotería, Podía haber dicho: ‘¿Ahora que vamos a hacer? No, mi respuesta fue: ‘Qué maravilla'».

Es lógica y natural la recriminación cuando todo el mundo se viene abajo, cuando se pierde el trabajo, cuando corre el riesgo de no poder pagar las facturas, cuando se desvanecen los sueños. ¡Cuántas parejas se rompen en similares situaciones! Ágatha bien pudo haberle dejado, haber hecho añicos su relación, pero no, con actitud optimista, ve ahí una oprotunidad y da el todo por el todo. Lo volverá a hacer cuando Pedro J, pobre payaso, pretende reverdecer sus glorias pasadas y está en plena y patética decadencia: le ayuda a conseguir financiación para El Español, que luego será un estrepitoso fracaso, una mera cloaca globalista, una escoria.

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Entre medias, el esfuerzo compartido, siempre a la sombra del triunfador: «estar ocho horas escuhando a un editor, pues va a ser que no. Ahora, la habitación donde dormía el innombrable es un cuarto de invitados. En aquel tiempo no me hubiera atrevido a invitar a una amiga, porque todo estaba lleno de escoltas, porque su ordenador estaba por medio, porque él iba en pijama, porque no era nada educado. El día que me divorcié sentí la libertad, como si hubera cambiado el escenario, bueno, más bien el ambiente…»

Porque Ágatha, retrato de una dama de alcurnia, marquesa de Castelldosríus, baronesa de Santa Pau y grande de España, diseñadora de éxito, cuyo secreto del éxito es el respeto por el trabajo de Pedro J y por el suyo propio: «Yo relaciono el trabajo con que se te vaya la depresión, las preocupaciones y pasarlo en grande, funcionar intelectualmente, divertirme, que salga bien. No hay dinero que me dé esas satisfacciones. No pienso que estoy haciendo algo por dinero. La creatividad lo suple«. Porque, a la postre, lo que parece un torbellino de imaginación, se reduce a que «soy muy disciplinada«.

Una dama muy madre que saca adelante a sus hijos, de los que apenas se preocupa Pedro J: «mis hijos me parecían mágicos. Me los llevaba a todas partes y me divertía una burrada con ellos».

Ágatha Ruiz de la Prada, mi historia. La Esfera de los libros, 323 páginas.