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José Antonio Bielsa Arbiol: «La geoingeniería es una de las tres grandes armas del Nuevo Orden Mundial»

Redacción




Tenemos el placer de entrevistar en RAMBLA LIBRE a José Antonio Bielsa Arbiol, uno de los principales expertos de nuestro país en el Nuevo Orden Mundial. Recientemente, acaba de presentar el segundo volumen de Geoingeniería: Un infame pacto de silencio, obra publicada por la editorial Ultima Libris que se ha convertido en best-seller y en la gran fuente de información para todos aquellos que quieren conocer en detalle una de las armas más terribles desarrolladas por el NOM: la ingeniería climática.

RAMBLA LIBRE: ¿Por qué un segundo volumen de Geoingeniería: Un infame pacto de silencio?

José Antonio Bielsa Arbiol: Digamos, y diremos bien, que la coyuntura social lo propiciaba (y a su manera, exigía). La primera parte de esta obra no terminaba de exprimir a fondo las problemáticas metapolíticas inherentes al fenómeno y el público reclamaba un plus de información sobre la impactante deriva de los acontecimientos: he aquí el propósito de esta segunda parte, menos extensa, pero a mi juicio más intensa, que la primera.

¿Ha cambiado mucho la percepción social sobre la geoingeniería?

Hasta hace no muchos años, y lo digo por propia experiencia, denunciar la geoingeniería (la mal llamada «Teoría conspirativa de los chemtrails») acarreaba ponerse en el punto de mira de cualquier sujeto/ente cegado por su colchón de confort y bienestar. Por fortuna, aquellos tiempos quedaron atrás, y hoy, incluso el más indiferente de nuestros coetáneos, no osará negar las prácticas de geoingeniería que operan sobre nuestras mismísimas cabezas. Aunque el proceso de desapego de la ciudadanía comenzó mucho antes, al menos desde que hicieron estallar la «pandemia por coronavirus» la situación se agravó, y hoy por hoy el ciudadano medio desconfía de «Papá Estado», máxime cuando el Estado ha pasado a estar dirigido desde la sombra por entidades multilaterales adictas a intereses antidemocráticos, como es el caso del Council of Foreign Relations (CFR) en Estados Unidos.

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¿Es compatible la geoingeniería con la democracia?

Diría que la pregunta no procede, puesto que llega tarde. Muerta y enterrada, la democracia apenas supone hoy un cachivache más con el que los poderosos auténticos se llenan la boca mirando a otro lado. El negocio del «cambio climático», la maldad intrínseca de los pútridos «medios de comunicación» y sus lenguaraces «verificadores de información», así como la neurosis colectiva sobre un relato apocalíptico (de claras connotaciones talmúdicas) que amenaza la vida sobre la Tierra, sumen el decurso de los hechos en un estado de ansiedad difícil de enunciar en unas pocas líneas. El historiador del siglo XXII, atónito ante este desfile de actuaciones criminales de las que somos objeto, se llevará las manos a la cabeza ante escenarios tan dantescos como los que nos está tocando vivir…

La acogida del público a este tomo ha sido extraordinaria, convirtiéndose en un best-seller en Amazon. ¿A qué atribuyes el éxito de Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio?

Diría que este éxito ha sido hijo de la necesidad, y también diría bien, mas para responder a esta pregunta me gustaría recordar, aunque sacada de su contexto original, una frase del gran cineasta brasileño Glauber Rocha, una frase que podemos aplicar a nuestro tema de estudio: «Nuestra originalidad es nuestra hambre». Esta estética de la miseria propuesta por Rocha es extrapolable, hasta cierto punto, a nuestro horrendo presente de atropellos y precariedades: efectivamente, es bueno saber hacer de la carencia una virtud, y esta obra, Geoingeniería 2:: Un infame pacto de silencio, surge en el mejor (y acaso más difícil) de los momentos históricos, en el que el secuestro de la información válida lo arrasó casi todo: hemos perdido, literalmente, «el norte estético», hemos dejado de saber mirar a lo alto, y hete aquí que el cielo dejo de ser lo que era, lo que siempre había sido/debería ser. Al mirar a lo alto, la gente al fin ha comprendido que este cielo de hoy no era el cielo de sus padres y abuelos, y ha comprendido bien, porque el propio «azul» se difuminó en una amorfa amalgama de grises metálicos contrarios a la realidad de los cielos no alterados. Esta era la principal originalidad del libro, por cuanto su motivación primera surgió como un alegato estético. Tras esta premisa-punto de arranque, se fue ensamblando el resto, con resultados más bien inquietantes.

¿Qué hay al final de la investigación, si puede saberse?

Al llegar al remate de todo este escenario enrarecido, uno termina por descubrir que éste no solo es el fruto podrido de una coyuntura política anormal: todo emerge como el subproducto indeseable, y literalmente satánico, de un afán económico usurario en grado sumo, y por ello mismo también inédito, por atrapar e instrumentalizar las potencialidades de la Tierra hasta extremos sofocantes. El filósofo argentino don Patricio Shaw, autor del apéndice de la obra, acierta de lleno cuando afirma que «lamentablemente en el siglo XXI hemos caído más bajo aún, lo cual es mucho decir… La adoración espacial del progreso técnico ha saltado de sustituir la espiritualidad a destruir intencionalmente y por dictado de élites satánicas, la misma naturaleza y el hombre». No sé si hemos llegado a descorrer el velo que cubre la estancia final de este mega-laberinto, pero es un hecho altamente probable que, de lograr entrar en semejantes estancias, nos encontraríamos muy cerca de las proximidades de la bestia.

¿Qué encontrará entre sus páginas el lector que adquiera este ensayo?

Un alegato demoledor contra el mayor atentado acometido por mano humana contra la naturaleza y contra la vida humana, o un intento por desvelar una de las manifestaciones empíricas incuestionables tras cada una de estas agresiones. Al tratar semejante asunto, era importante fijar un andamiaje sólido, ajeno a los habituales enfoques sensacionalistas que la disidencia controlada vierte sobre el asunto, bien para terminar de permitir que el mal «soberano» triunfe, o bien para ensanchar y desvirtuar la naturaleza de la denuncia latente. Es decir, se trata de que la línea que separa la tan denostada «conspiranoia» de los hechos de conspiración demostrados prevalezca sobre cualquier otra consideración.

No queríamos caer en la burda «barraca de feria» tan en boga en nuestro tiempo, sino en ofrecer un trabajo objetivo, «realista» en el mejor sentido de la palabra, léase ajustado a la realidad de la geoingeniería bajo el criterio firme y legal de un grupo internacional de expertos autorizados como el teniente coronel Francisco Bendala Ayuso, el oficial de Estado Mayor y meteorólogo argentino Horacio Ricciardelli, el analista internacional mexicano Samuel Cruz, o el coronel Víctor Viciedo Colonques, entre otros a los que debo sumarme en calidad de coordinador de la obra.

¿Qué es la geoingeniería?

Una definición estándar e imparcial define la «geoingeniería» como la manipulación deliberada del clima por medio de procedimientos aéreos de siembra de aerosoles, con la sucesiva modificación de los ciclos meteorológicos en las regiones geográficas monitoreadas. Esta definición, no obstante, aparece condicionada por la tendenciosidad del discurso oficial y/o sistémico, el cual da por sentado que dichas «siembras» se realizan siempre en beneficio de los ecosistemas, e incluso de las sociedades civiles, favoreciendo una bonanza climatológica capaz de contrarrestar los efectos negativos del llamado «cambio climático», otro relato falsario perpetrado por la sinarquía.

Pero la realidad es tozuda, y afrontando una óptica polivalente, no es difícil relacionar causas con efectos, de modo que tras las narrativas oficiales, de puro inconsistentes, acostumbra ocultase algo bastante preocupante y manifiestamente contrario a las pretensiones originales, como es que la referida «manipulación deliberada del clima» se realice al amparo de los intereses depredadores del «Gran Capital», con sus nuevos modelos de «guerras híbridas» y sus políticas geoestratégicas de largo alcance. Aquí radica el condenable meollo de la cuestión, y al responder a esta difícil y oscura cuestión, no más quiero preparar el terreno para dar continuidad a la misma en la siguiente pregunta.

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Bajo tu punto de vista, la ingeniería climática es una de las principales armas usadas en las actuales guerras híbridas…

Así es, en cuanto supone una de las tres grandes patas del trípode del NOM (Nuevo Orden Mundial). El concepto de guerra híbrida participa de la mecánica del nuevo modelo de gobernanza mundial para deslocalizar y a su vez ocultar los agentes bélicos de actuación, que ya no requieren de artillería pesada ni análogos. Estas guerras híbridas, capitalizadas por la tecnología de vanguardia (la cual lleva un adelanto aproximado de unos 150 años con respecto a la tecnología liberada de la que la sociedad es consciente y partícipe), son por lo general guerras de baja intensidad, y operan a diferentes niveles cognitivos sobre la población, pero también pueden llevarse a cabo (mediante la geoingeniería) sobre los tejidos productivos de los «Estados soberanos», los cuales, por así decir, van camino de perder toda su soberanía alimentaria al haber sido ésta entregada por las corruptas castas políticas de las diferentes naciones a las grandes corporaciones planetarias, verbigracia Monsanto-Bayer.

Este modelo empobrecedor y, en última instancia, liberticida, participa del credo mundialista por implantar una política económica encuadrable en el concepto de «Aldea Global», un término que a su vez emana del de “Ciudad Global”, y que fue acuñado por la socióloga cosmopolita Saskia Sassen hará ya casi cuatro décadas: «Una Ciudad Global una plataforma económica y regulatoria que contiene todas las capacidades y recursos para manejar las operaciones globales lejanas de las empresas y los mercados».

Extiende tal plataforma urbana a un ente supra-nacional, y tendrás un trasunto del inminente Gobierno Mundial, muy avanzado ya. Ni que decir tiene que tras toda esta jerga tecno-gestora no late sino la sempiterna y abusiva dialéctica del Gran Capital intentando apoderarse de lo ajeno, concentrando en unas pocas manos el grueso de los recursos. Para que el discurso de toda esta canalla plutocrática sea acatado por la masa-cobaya humana, es preciso legitimar el fraude sobre discursos político-económico-filosóficos tan sofísticos y desalmados como «vendibles» al por mayor, de aquí la difundida narrativa de la «Aldea Global», pese a que es a todas luces indeseable.

Resumiendo: la denominada «Aldea Global» no sería más que un modelo geopolítico neoliberal radicalizado –y aberrante desde una perspectiva moral justa, ya no digo cristiana, sino justa a secas–, puesto que es ajeno a la economía propia de los maltrechos Estados-nación, la cual pende del bienestar de sus súbditos… Su meta y fin último consiste en reorganizarlo todo en función de las regiones productivas más acordes/eficientes al plan de abaratamiento de costes de producción, tal cual podemos observar en el caso español, con el progresivo desmantelamiento de infraestructuras agrícolas nacionales, las cuales son transferidas al norte de África, siempre en detrimento de nuestro sector primario. A fin de cuentas, y tal y como sentencia Horacio Ricciardelli (uno de los reputados expertos, meteorólogo en este caso, que participan en el libro): «La difusión de la geoingeniería acostumbra estar dada por medios e investigadores de dudosas procedencias, con intereses multinacionales afines al negocio del cambio climático».

¿Es España una de las naciones que más está sufriendo los efectos de la geoingeniería? ¿Por qué hemos sido elegidos como blanco de la manipulación climática?

Desgobernados por sujetos de la más ínfima calaña, de politicastro surgidos de lo más profundo de la hez social española, somos títeres y peleles de la Alta Finanza, aquella que desde las centralistas de BlackRock y hasta los sótanos más sórdidos del «nido de las serpientes» (sinarquía esotérica profunda) celebran triunfantes cada acción ejecutiva. Detrás de cada tragedia planetaria, nacional, regional e incluso local, se escenifica una acción ritual de la que la gente común no es partícipe, como por ejemplo la tala de árboles de grandes dimensiones, árboles centenarios, con finalidades oscuras, esotéricas; pregunte usted a los buenos observadores: ¿han visto, en las últimas semanas o meses, ver talados algunos grandes árboles de su entorno? Mero apunte.

Y en otro orden de cosas, lo mismo podría decirse de la geoingeniería de marras: toda ella aparece envuelta de un halo de misterio que nunca se resuelve, puesto que, por sistema, choca siempre contra las puertas de las fiscalías de turno: en el imperio de la impunidad absoluta, el más difícil todavía sí es posible. Y España, por obra y desgracia del carcinoma socialista del Régimen del 78, ha sido víctima de un brutal expolio, saqueo que afecta incluso a su propia soberanía aérea (sobre este asunto, remito al capítulo del Teniente coronel Bendala, lleno de jugosas observaciones). Al fin y al cabo, repito una vez más, la geoingeniería es meramente una pata, un de las tres grandes patas de lo que he llamado «el gran trípode totalitario-tanático del NOM» junto a la iatrogenia farmacológica y la tecnología 5G. Detrás de este escenario, por supuesto, quedan encubiertos turbios negocios de explotación sin parangón, en los que los primeros afectados somos los sufridos españoles de a pie, carne de cañón lanar: veamos el encarecimiento de los precios, la pérdida de soberanía alimentaria, la implantación de las “agendas de género” y, por sobre todo, la gran sumisión a las políticas económico-sostenibles vinculadas a las factorías de la ONU, sin desdeñar la exponencial ingesta de productos traídos de regiones subdesarrolladas sin garantías reales… Este escenario totalitario participa punto por punto con el posibilismo de la Agenda 2030, a la que ya dedicamos un ensayo en 2021 que fue publicado por la editorial Letras Inquietas, el cual, a su manera, puede servir de complemento para leer mejor este libro.

¿Cuáles son los principales efectos de la geoingeniería en nuestro país? ¿En qué grado son los políticos responsables de esta situación?

Saltan a la vista, y siempre para mal: España es hoy por hoy, y sin comparativa o equivalente posible, el más castigado laboratorio de manipulación climática de Europa, y prueba de ello es la brutal desertización inducida y sequia programada que amenaza perder para siempre nuestros campos de cultivo antes de los años 2030-2050. El gran azote, el carcinoma que corroe España, es ante todo la masa parasitaria de políticos profesionales preparados para “vivir del cuento”, o lo que en las imperecederas y actuales palabras de León Tolstoi podemos definir como la mecánica del politicastro sin escrúpulos: «tales individuos se inventan cargos ficticios y sueldos nada ficticios».

Vividores del cuento nos circundan por doquier. En la partidocracia de las poltronas, para perpetuarse es preciso ser conspiradores natos. Y los conspiradores, como perfectos vendepatrias, se perpetuarán en el poder aunque tengan que vender a su mismísima madre, valga el ejemplo. En España, el actual plan nacional de derribo de presas y saltos de agua participa de este impulso destructor, y puede parangonarse con las prácticas de geoingeniería diarias, bien que a ras de suelo. Es un mecanismo diferido, aunque muy eficiente y estudiado, que hará de las próximas generaciones de españoles una masa arrasada de esclavos maniatados al Gobierno mundial. La situación no se va a revertir, porque aquí abajo todo el bacalao ya está vendido y repartido, aunque para el buen «pueblo soberano» no reste lo que se dice ni un bocado.

¿Cómo podemos combatir de una manera eficaz la geoingeniería?

No podemos combatir de «una manera eficaz contra la geoingeniería» por el mero hecho de que estamos en un estrato de poder decisorio muy bajo, por no decir subterráneo, como para poder ejercer peso real sobre la súper-estructura de poder mundial que dirige este tipo de eventos. En ocasiones, aunque no es lo habitual, intento hacer un esfuerzo por «meterme» en la mente de los pilotos que dirigen esos aviones, y solo entonces comprendo que jamás podría participar del programa encriptado en la mente de esos psicópatas sin la menor sombra de conciencia moral: en tanto en cuanto sirven a su Amo, sus intereses sólo pueden participar de la degenerada «moral» de los sinarcas. Nos queda quizá un pobre paliativo para sobrevivir a este presente tan inmundo: desconectar con los diabólicos mass media, del arco que va de la prensa sistémica a los sórdidos «verificadores de información». Es importante ponerse bien la armadura.

José Antonio Bielsa Arbiol y varios autores: Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio. Ultima Libris (Julio de 2023)

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