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Carta del Editor: «Tucho», el modernista garrulo y mostrenco

Redacción




Enrique de Diego.

Ese gran periodista que es Carlos Esteban ha convertido, con su fina y elegante ironía, a Infovaticana en toda una referencia de la doctrina católica de siempre en estos tiempos negros bergoglianos. El espléndido periodista que es Carlos Esteban ha resumido el vodevil del nuevo prefecto para la Doctrina de la Fe, Victor Manuel Fernández, alias «Tucho», señalando que ha concedido más entrevistas en una semana que el Cardenal Ratzinger en 24 años y es que las de Ratzinger, el más eximio pensador, pero un hombre sin agallas, tenían sumo interés dada su lucidez y las «Tucho» son, en términos intectuales, un churro.

En la concedida al Quotidiano Nazionale, se manifiesta como un modernista mostrenco y garrulo, y uno se pregunta para que ha vivido la castidad, la pobreza y la obediencia, aunque sospecha que ha fallado en las tres el arzobispo de La Plata. El modernimo fue condenado por San Pío X quien lo calificó como «compendio de todas las herejías». La entrevista gira en torno al pecado de la sodomía por el que nadie entra en el Reino de los Cielos. El Catecismo de la Iglesia Católica se refiere a él, dentro del depósito de la fe, en el punto 2357 como ‘objetivamente desordenada’ la homosexualidad. Es decir, es pecado, una grave ofensa a Dios; es y será siempre pecado mortal. Sin embargo, la autoridad de las Sagradas Escrituras no vale nada al lado de la opinión de Bergoglio, el del «acto de amor» al inytectarse el veneno de muerte: “Pero, como saben, no es el caso del Papa Francisco, quien sin duda usaría otro idioma». Esto es tiranía y engaño. Mentira y el rey de la mentira es satán, al que «Tucho» sirve con torpeza.

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Se le añade al brebaje ponzoñoso una dosis de sentimentalismo vacuo que Carlos Esteban pone en evidencia con maestría: «Nos intriga, por otra parte, la idea de una definición de la verdad revelada que tenga en cuenta “el efecto que puede tener en el corazón de las personas” y no sea “indiferente al dolor que produce”, como si el mensaje de Cristo hubiera que supeditarlo a la sensibilidad de quien pueda ofenderse con él, o como si fuera objetivamente malo que, en ocasiones, la verdad cause dolor».

Para «Tucho» no hay Revelación ergo Jesucristo no es Dios, ni Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad, por lo que los textos bíblicos, desde Sodoma hasta San Pablo, se pueden interpretar a conveniencia, libando sacrificios a la corrección política. Dice Fernández que “hay textos bíblicos que no deben ser interpretados de manera ‘material’, no digo ‘literal’”, responde Fernández. “Hace tiempo que la Iglesia comprendió la necesidad de una hermenéutica que los interprete en su contexto histórico. Esto no significa que pierdan su contenido, sino sobre todo que no deben tomarse completamente por su valor nominal. De lo contrario, deberíamos obedecer el mandato de San Pablo de que las mujeres deben cubrirse la cabeza, por ejemplo”. Este personajillo no tiene ni idea de hermeneútica ni de epistemología, confunde el tozino con la velocidad y las témpora con el culo.

Nuestro Señor Jesúscristo no dudo en enfrentarse al contexto hitórico hasta sufrir muerte y muerte de Cruz, para rdeimirnos del pecado y los Apóstoles, que dieron testimonio con su vida, predicaron a una sociedad pagana y altamente inmoral. Nada nuevo bajo el sol, que dice el Eclesiastés. Ya lo profetizo la Virgen en Akita, Japón: «La obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos» y «la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas».

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Tucho, el componendas. Vade retro, chucho.