Enrique de Diego.
Mantengo una larga conversación con Mariló Martínez Heredia quien me relata el calvario que está sufriendo como efecto de la timo vacuna; en su caso, sólo se puso una de AstraZeneca que le ha destrozado el cuerpo y la vida, con dolencias inenarrables, que sobrelleva sabiéndose testigo del crimen cometido. Me cuenta que para sus padres los médicos son dios, que todos sus dudas, machaconamente alimentadas por la televisión como técnica de manipulacin de masas, encuentran rechazo abrumador en el personal médico; su médico de cabecera, entusiasta de la timo vacunación letal, «venga, mujer, no tengas miedo«, una prima neuróloga, que es una cafre, que no sabe de nada, que la trata de loca y la receta antidepresivos –estos nuevos médicos petroquímicos ni tan siquiera escuchan al paciente, son dispensadores de sustancias químicas o petroquímicas al servicio de farmafia-, un psiquiatra que cobra muy caro y le receta los mismos mejungues que para nada sirven. Luego está el ambiente de Getafe, que semeja una película delirante y distópica: ‘vamos a (timo) vacunarnos que así podremos estar juntos», Y, por último, una sanitaria vacunazi de las tiktok que la anima con grandes aspavientos y superlativa frivolidad. Unanimidad en el ambiente social y en el ámbito sanitario, que queda impregnado de genocidio, cómplice necesario y complaciente, porque la medicina hoy en día es homicida y tener el título de médico asegura que él que lo tiene ha sido mal formado, deformado, para no curar, para no cuestionarse su insufrible carencia de todo, de ética, de principios.
El mayor pliego de cargos contra los médicos y sanitarios en esta masacre estúpida, en este genocidio lamentable, se lo ha hecho la Organización Médica de la Salud, dirigida por el criminal Tedros Adhanom, que incluso pretende que los estads le cedan las competencias sanitarias para pandemias, que para eso poderoso caballero es don dinero y todos los políticos estan a sueldo corrupto del tarado genocida de Bill Gates, o inluso le dan dinero del contribuyente como el servil Pedro Sánchez que ‘donó’ 125 milloes al tarado. Todos los médicos y eso tan pomposo de las autoridades sanitarias han quedado como unos payasos mequetrefes y como unos Mengeles de octava, o como unos César Carballo de ínfima categoría.
De pronto, porque la farsa se ha venido abajo y se les cae encima, han desaparecido las olas -todavía alguna pútrida celebridad local anunciaba una para enero o febrero, la ignorante a sueldo Margarita Sala– y las variantes; de pronto, el maldito virus, como si no existiera, como si fuera un ente de ficción, ha dejado de mutar, parece como si hubiera desaparecido y ya no son necesarias dosis de «refuerzo«, salvo para los ancianos, las personas inmunodeprimidas y las embarzadas, que satán se satisface con el sacrificio de los niños nonatos. ¿A ver quién es el chulo médico criminal que ‘obliga’ a los trasplantados o a que precisan una operación a timo vacunarse? ¿A ver quién es el pediatra degenerado y criminal –han quedado como lo peor de la especie inmunda de los médicos, y ¡luego se quejan de que se incrementan las agresiones!– que recomienda timo vacunarse a las embarazadas para que pierdan el bebé? ¿A ver quién el director o directora de residencia de ancianos que sigue practicano el asesinato con las timo vacunas?
Hay muchas lecciones, todas ellas terribles, que extraer de esta gran tomadura de pelo que ha sido la pandemia.Entre otras a) la medicina petroquímica es homicida y no sirve para curar sino para matar; b) las farmacias son dispensarios de conglomerados petroquímicos que no curan ni mucho menos sanan y que sirven para hacer a las personas drogodependientes; e) el título de Medicina petroquímica certifica que quien lo posee es un igorante proteico y un criminal compulsivo. El sistema sanitario está podrido, hiede. Estaba preparado para acometer el genocidio de bata blanca. Delenda este medicina petroquímica.