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Los alemanes se empiezan a hartar de sus políticos y de Ucrania

Redacción




Virginia Montes.

Malos tiempos y malas noticias para la coalición semáforo, ultra sumisa a los poderes globalistas, que lidera Olaf Scholz. Desciende abruptamente el respaldo a las sanciones a Rusia que contaron, bajo la emotividad orquestada por los medios de incomunicación y propaganda, con un respaldo del 75% al inicio de la guerra con Ucrania para defender a los grandes rusos blancos del Donbass.

A la emotividad empieza a seguir la racionalidad. Ahora ese respaldo ha descendido al 53%, lo cual limita el margen para la demagogia de Scholz y los verdes, que han conseguido cerrar todas las nucleares y las de carbón, para apostar por las endebles y subvencionadas eólicas y fotovoltaicas. Y esto no ha hecho más que empezar, pues aún no ha llegado el crudo invierno.

Por de pronto, Rusia ha cortado por completo el suministro de gas a Alemania y al resto de Europa. La empresa Gazprom ha detenido por completo el flujo de gas por el Nord Stream. Oficialmente es debido a una fuga de aceite. El presidente del gigante gasista ruso, Alexei Miller, asegura que las sanciones impuestas por la comunidad internacional como represalia por la invasión de Ucrania dificultan las tareas de reparación, que corresponderían a la firma alemana Siemens.

La empresa rusa ha asegurado que hasta que se eliminen los problemas de funcionamiento del equipo, el transporte de gas ha quedado «completamente suspendido».