Virginia Montes.
Estados Unidos vive una situación explosiva por culpa de los nervios satánicos del Partido Demócrata que se ve perdido en las elecciones de medio término. Después del colosal fraude electoral que rompió las reglas de juego en 2020, y dio el triunfo a demente y sobón Joe Biden, algo impensable en una situación normal, crecen las dudas de que los demócratas vayan a jugar limpio y respeten un resultado electoral que les será claramente adverso.
La última provocación ha sido el registro por numerosos efectivos de la FBI de la mansión de Donald Trump en Florida, Mar-a-Lago. Una acción desmedida, intimidatoria que corresponde a los «tiempos oscuros», como los ha definido Trump, que vive la Humanidad y especialmente los Estados Unidos. Una acción que debe haber tenido respaldo judicial, de ultraizquierda, aunque todavía el Departamento de Justicia no ha dicho nada, y que es respuesta al reciente mitin del expresidente en Washington en el que fue demoledor con la gestión de demente y sobón Biden y que se produjo en olor de multitudes.
Luego está la falta de respeto a la decisión de la Corte Suprema de no considerar el aborto como un derecho constitucional por parte de la Casa Blanca, en donde demente y sobón Biden se ha enfrentado al poder judicial, un hecho sin precedentes.
Biden y el partido demócrata están acelerando la agenda 2030, que representa la destrucción de la nación y la sociedad, mediante la imposición de planes de estudio en las escuelas que representa la corrupción de menores y la duda sistémica sobre su identidad sexual. Biden es un degenerado y el partido demócrata un colectivo satánico y degenerado.
El crimen está disparado por las políticas buenistas; se ha deteriorado el clima de convivencia en las grandes ciudades como San Francisco, Los Ángeles, Chicago o Washington. La política de inmigración ha dejado de existir. La respuesta de Texas y Arizona ha sido montar a los inmigrantes en autobuses con destino a Washington.
La inflación está disparada y USA está técnicamente en recesión. El panorama es muy negro, por las políticas satánicas de demente Joe Biden y la irresponsable de Nancy Pelosi.
La inmensa mayoría del pueblo norteamericana resiste y ha pasado a la contraofensiva, mientras los medios diabólicos oficiales califican al cristianismo como «tóxico», cuando los tóxicos son ellos que no tienen alma o la han entregado al diablo, que es tonto.