Editorial.
La abstención activa fue propugnada por don Antonio García Trevijano como la fórmula de acceder a la República Constitucional. A fuer de deslegitimar al sistema, pues cada vez votaría menos gente, dejando claro que no nos representan, el sistema terminaría por cansarse y haría entrega del poder. Evidentemente, la ingenuidad del planteamiento salta a la vista: el sistema no se cansa sino que inventa nuevas fórmulas, como es el caso de Vox, que se dice contrario a las autonomías. Incluso, desde el punto de vista teórico, por muy pocos que sean los votantes, los políticos tomarán posesión, si bien con su legitimidad de origen dañada.
Sin embargo, en las elecciones andaluzas se da las condiciones objetivas para ir a la abstención activa, de forma que se produzca el desapego al sistema y una «victoria» de la abstención conlleve una merma sustancial de la legitimidad de origen que conduzca a tumbar el sistema política y a que se pueda generar una democracia. Las elecciones del 19 de junio se producen en vísperas de una medida transcendental del Banco Central Europeo que producirá un movimiento sísmico, que los especialistas sitúan en el horizonte de 2023. En julio, el Banco Central Europeo ha decidido no seguir comprando deuda española, sin la que el modelo político español no puede funcionar y subsistir. Sin esa estafa piramidal de la deuda pública, no puede sostenerse el andamiaje del Estado autonómico y deberán reducirse en un alto porcentaje las retribuciones de los funcionarios, ser despedidos muchos de ellos, reducir igualmente de manera abusiva las pensiones. Esas, entre otras medidas que vimos en el rescate de Grecia, como un corralito. Incluso, la imaginación no alcanza a ver todas las consecuencias que traerá consigo, pues la economía española es seis veces superior a la griega, y además otra serie de países se mueven en el riesgo sistémico de la suspensión de pagos, como es el caso de Italia, Portugal, de nuevo Grecia, y muy probablemente Francia.
Nada será igual después de esa medida y puede aventurarse un horizonte en donde haya disturbios importantes. En esas condiciones, la abstención activa implica no participar en una farsa que se encuentra en su último estertor; significa ponerse en trance de asaltar el poder que nos ha llevado a esta situación, sin que se nos pueda pedir responsabilidades por haber legitimado la componenda y el guiñol. Transcendiendo a la situación dramática a que nos ha conducido el régimen del 78, con el engendro monstruoso del Estado autonómico, auténtico cáncer de España. con 17 estructuras de mini Estados, expansivas y parasitarias.
A cambio de unos meses más de vida, nuestros políticos, de todos los partidos, en mayor o menor medida, han entregado desarmados a sus ciudadanos a la timo vacunación y han hecho que se timo vacune a los niños, con todos los aparatos de propaganda funcionando al alimón. Obviamente, para ocultar la adopción de medidas muy impopulares se han adelantado las elecciones al 19 de junio, con el fin de asegurar sus puestos, los políticos, y sus privilegios. Juan Manuel Moreno Bonilla se ha destacado por su fervor vacunazi y liberticida, al igual que los partidos que se dicen de izquierdas, todos plegados al globalismo.
Macarena Olona y su partido Vox han legitimado la farsa, tomando el pelo a todos los electores con una oposición frontal a las autonomías que ha quedado en agua de borrajas, como un simple argumentario, de usar y tirar, para ocupar poltronas, obtener sueldos públicos, conseguir pingües subvenciones al partido (dijeron que nunca las aceptarían) e instalarse en el sistema, como se ha visto en Castilla y León. La candidata de Vox no nos merece ningún respeto después de su patente y patético exhibicionismo poniéndose la pauta completa, dando un pésimo ejemplo, en vez de cuestionar el genocidio. Y no es baladí recordar que un diputado de Vox ha hecho campaña por hacer obligatorio el pinchazo y sigue haciéndola por el cuarto pinchazo, sin que haya merecido la descalificación de la dirección nacional.
La dialéctica izquierda-derecha es más falsa que un Judas de plástico. El desastre nacional sucederá gobierne la derecha o lo haga la izquierda; son engaños de la casta parasitaria para ponerse de acuerdo el día después de las elecciones en sus privilegios, sueldos y prebendas, como ha sucedido en Castilla y León. La única dialéctica válida es globalismo-patriotas, expoliadores y expoliados.
Por tanto, proponemos a todos los andaluces la abstención activa, que no participe nadie en las urnas, o el menor número posible de andaluces. Se ha acabado la ficción de la deuda, hay que bajar el telón. Hay que prepararse para exigir responsabilidades a quienes han formado parte del sistema, a quienes han ocupado los diversos papeles en un teatro nefando y ruinoso.
¡Andaluces, no os dejéis engañar! ¡Abstención activa!